22 de enero de 2012
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A nadie le gusta ser conducido al desierto, mucho menos enfrentar la tentación, pero si queremos gozar de Su poder debemos obedecer Su dirección. La Palabra sobre las tentaciones que Jesús enfrentó y superó en el desierto nos enseña cómo hacer lo mismo1. Siendo cristianos, oramos y ayunamos buscando que nuestra fe aumente para ver Su obra en nuestra vida. Una persona recibe milagro de sanidad por su fe en el nombre de Jesucristo, el ayuno y oración son instrumentos para que dicha fe crezca y se fortalezca.
Cuando ayunas esperas que algo bueno suceda y las cosas se arreglen, pero Jesús tuvo que enfrentar la tentación después de ayunar. Si ayunas y oras por tu matrimonio, lo último que esperas es que alguien se acerque a tentarte, haciéndote una propuesta indecente. Sin embargo, vemos que el encuentro con el enemigo es importante para salir edificado. En el caso de Jesús, recibió el poder para hacer proezas. Las tentaciones sirven para fortalecer el carácter y superar las pruebas. Recuerda que hay diferencia entre una prueba y una tentación. Una prueba sirve para hacerte creer, mientras que la tentación sirve para fortalecerte y que no caigas en pecado. Evita pasar de la prueba a la tentación. Por ejemplo, si estás enfrentando una dificultad económica y te llama ese antiguo amigo del barrio para proponerte un negocio dudoso, debes ser fuerte y continuar por el camino correcto, para que la prueba y la tentación no se conviertan en pecado. Cuando superas la tentación, Dios te da carácter para afrontar y superar la prueba.
Respecto a las tentaciones en el desierto, vemos que incluso el diablo tiene revelación porque sabía que un hijo de Dios es capaz de provocar que las cosas sucedan simplemente con decirlas, por eso lo retó a que convirtiera las piedras en pan. Además, si leemos detenidamente, sus palabras fueron “Si eres Hijo de Dios”, no dijo: “Si eres el Hijo de Dios”2. Es decir que sabe que todos los hijos del Señor tenemos poder para hacer milagros. Esta es una gran revelación que debe afirmar nuestra identidad como hijos del Padre que desea darnos poder para hacer Su obra.
La base fundamental de la tentación es la falta de identidad en Cristo Jesús, pero cuando sabemos con certeza que somos Sus hijos, podemos imitar a Jesús y decirle al diablo que no debemos demostrarle nada. No debemos dejarnos manipular por la tentación del novio que pide la prueba de amor o por cualquiera que nos pide hacer algo incorrecto. Cuando sabemos quiénes somos y cuál es nuestra identidad como hijos del Padre, nadie puede obligarnos a pecar, ya que nuestra prioridad debe ser complacerlo a Él con nuestra conducta. Cuando se tiene identidad se sabe decir no a la tentación.
Finalmente lo que hizo que el tentador dejara a Jesús fue escuchar que Él le dijo: “Solo a tu Dios adorarás”3. Lo que logrará que el tentador se aleje de tu familia y de tu hogar es que le digas con toda seguridad que eres hijo de Dios, que solo a Él servirás y adorarás. Jesús se identificaba como Hijo de Dios y se proclamaba como un Hijo comprometido que adoraba y servía a Su Padre. Esa es la Palabra que nos libra de toda tentación, es la Escritura de la definición, de la identidad. El diablo huye de los cristianos definidos en Cristo Jesús que sirven y adoran a Dios. Esta es la época de la definición y compromiso con el Señor. Es el momento para entregarnos totalmente a Él en cuerpo, alma y espíritu.
Entonces, cuando te defines y te entregas a Él, vienen las respuestas que esperamos con el ayuno y oración de fe. Primero, el mal se va; segundo, viene el bien, tal como vemos que sucedió con Jesús a quien los ángeles le asistieron, y lo tercero que sucede cuando te defines como hijo de Dios es que Su poder te acompaña4. ¡Qué gran promesa! Nuestro Señor dice que quien tenga clara su posición en Cristo será visitado por ángeles que le servirán y le ministrarán, tal como sucedió con Jesús.
Entrégale tu vida al Señor y pídele que te ayude a afirmar tu identidad como Su hijo para que te fortalezcas y ya no caigas en tentación por quedar bien con alguien. Sé fuerte y compromete tu vida a la adoración y servicio de tu Padre Celestial. Ese es el fundamento de la santidad que te llevará a agradarlo y hacerte digno de Su unción y bendición. Declara que eres Su hijo comprometido y que te defines como heredero de Su reino y coheredero con Cristo Jesús quien te ayudará a vencer la tentación.
1 Mateo 4:1 dice: Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo. Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre.
2 Mateo 4: 3-7 continúa explicando sobre las tentaciones: Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. El respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, y, en sus manos te sostendrán, ?para que no tropieces con tu pie en piedra. Jesús le dijo: Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios.
3 Mateo 4:8-10 habla sobre lo que sucedió después: Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares. Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás.
4 Mateo 4:11 concluye: El diablo entonces le dejó; y he aquí vinieron ángeles y le servían.
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