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Del afán a la confianza

Del afán a la confianza

04 de junio de 2024

Tiempo de lectura: 3 minutos

El afán es el problema número uno de nuestros días, y Jesús vino a resolverlo. Por esa razón es importante entrar en un estado de total confianza en Dios y que nuestra mente sea renovada. Jesús, antes de ser ungido a sus 30 años, primero se hizo un hombre sabio ante su familia y la sociedad que le rodeaba.

La Biblia enseña que primero debemos ser humildes, luego podemos ser ricos, porque la riqueza es recompensa de la humildad y del temor de Jehová.[1] Entonces, si nosotros nos enfocamos en desarrollar un carácter que respete a Dios y al prójimo, haremos la diferencia, porque la riqueza luce mejor en gente humilde.

Dios nos quiere dar riqueza honradamente y con calidad de vida para disfrutarla, pues esa es la fórmula divina. Eso requiere mucho esfuerzo, trabajo, fuerza y gracia de Dios.

El dinero sirve para todo, pero nunca ocupará el lugar central que le corresponde exclusivamente a Dios.[2] Es importante ubicar el rol del dinero, pues buscará la manera de competir diciendo que si no lo tienes, no puedes hacer nada en la vida. Pero Jesús dijo: sin mí nada podéis hacer, y si crees en mí, todo te será posible.

El engaño de la riqueza está en que puede volverse tu Dios. Entonces, el problema no es tener riquezas, es mantenerlas en su justa posición, sin que lleguen a ser tu propósito final de la vida, porque solamente son un medio.[3] Es necesario decidir a quien le sirves, pues es imposible depender de la riqueza, estar bajo sus órdenes y pretender que sirves a Dios, eso es un engaño. El Rey de reyes y Señor de señores debe ocupar su trono en nuestras vidas y podemos ser ricos, pero no esclavos de la riqueza.

A Dios le pedimos provisión, y nos dará abundantemente lo que pedimos para que lo disfrutemos. Si una persona vive solo para conseguir más dinero, no se da cuenta que el dinero desea conseguir más de su vida hasta hacer que olvide sus principios y valores. Jesús explicó con claridad que de nada sirve afanarse por conseguir más dinero.[4] Toda la familia debe aprender la cadena de provisión que llega al hogar, pues esa cadena no se detiene en los recursos de un Padre de familia, sino en una oración ante la presencia de Dios todopoderoso.

En el trono del hogar descansa la confianza en Dios que provee para todas las necesidades, por eso no se trata aumentar el afán, sino de aumentar la fe y nuestro Padre celestial responderá con riquezas, honor y vida. Por nada estaremos afanosos, pero serán conocidas nuestras peticiones delante de Dios, con acciones de gracias.[5]

Finalmente, es vital reconocer que nuestra responsabilidad es no gastar más de lo que ingresa, se trabaja con esfuerzo sin el extremo de afanarse, sino en tener toda la confianza en nuestro Padre, quien nos dará todo lo que pedimos y más abundante de lo que entendemos, llenos de su paz que sobrepasa todo entendimiento.


[1] Proverbios 22:4 (RVR1960): Riquezas, honra y vida son la remuneración de la humildad y del temor de Jehová.

[2]Eclesiastés 10:19 (RVR1960): Por el placer se hace el banquete, y el vino alegra a los vivos; y el dinero sirve para todo.

[3]Mateo 6:24 (RVR1960): Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.

[4]Mateo 6:25-29 (RVR1960): Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos.

[5] Filipenses 4:6 (RVR1960): Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.

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