11 de junio de 2021
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¿Te ha preocupado el futuro en el algún momento de tu vida? Si es así, déjame decirte que esa es señal de que ya creciste. Cuando somos niños no nos preocupa lo que pasará mañana, pero conforme pasan los años, las experiencias del pasado se van sumando a nuestras planificaciones del futuro y es ahí donde aparecen el afán, los temores y las frustraciones. Pero es ahí también cuando debemos creerle a Dios con todo nuestro corazón.
El futuro es algo que se debe hablar, discernir y planificar por sobre todas las cosas. Recuerdo un momento de mi vida en el que empecé a planificar lo que quería hacer pero empezaron a surgir situaciones totalmente inesperadas que me decían que mi plan estaba fallando. Entonces ¿dónde está el secreto de la planificación estratégica para nuestro futuro?
Planificar el futuro implica asumir riesgos sin saber cómo será el resultado. Para tener un futuro exactamente apegado a nuestros planes necesitaríamos una máquina del tiempo. El futuro no se planifica de hoy hacia adelante, sino todo lo contrario: primero debemos ir a él, situarnos allí donde queremos estar y luego regresar al presente para hacer la estrategia que nos lleve hasta allá.
Por eso hay una sola forma de planificar nuestro porvenir: con Jesús. Él es nuestra máquina el tiempo, la brújula que necesitamos; y la fe, el combustible con el que llegaremos hasta allá.[1] El futuro no es una consecuencia de lo que planificamos para mañana, sino de lo que vemos cuando hemos viajado en esa máquina del tiempo llamada Jesús con el combustible de la fe.
¿Dónde te ves en algunos años? No podemos quitar a Cristo de la ecuación. Debemos escogerlo como el motivo de nuestros planes, no como la añadidura de ellos; pues, ¿quién los conoce mejor? ¿Nosotros o Dios?[2] Una vez el pastor Cash Luna nos enseñó algo que marcó mi vida: siempre debemos hacer socio a Dios de las cosas que vamos a emprender porque necesitamos verlas como si ya fuesen hechas. La llave del futuro es Él y debemos orar no solo para agradecerle, sino para pedirle por el plan que tiene para nosotros.[3] Su voz podrá movernos a hacer cosas ridículas, absurdas e imposibles para nosotros, pero no para Él.
La visión para tu vida y tu futuro debe incluir a otras personas, pues de lo contrario no es la de Dios. Recuerdo que cuando el Señor me llamó a tiempo completo, en lugar de que me fuera mejor económicamente, fue todo lo contrario. Pero de esa forma estaba formando mi carácter. Dios me estaba enseñando a depender de Él para poder ver las cosas que no son como si fuesen.
El miedo y el futuro muchas veces nos paralizan si están fundamentados en nuestro pasado; en nuestros errores y culpas. Sin embargo, no debemos olvidar lo que Dios ya hizo en el pasado, pues eso nos dará paz y libertad.[4] Confiemos en Cristo y llenémonos de Su sabiduría para que nuestros planes se cumplan.[5] Hablemos de Él, de la fe como combustible y de ver las cosas que no son como si fuesen porque son las que permanecerán para siempre.[6]
[1] Hebreos 11:1: Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.
[2] Jeremías 29:11 (NTV): Pues yo sé los planes que tengo para ustedes—dice el Señor—. Son planes para lo bueno y no para lo malo, para darles un futuro y una esperanza.
[3] Habacuc 2:2-3 (NTV): Subiré a mi torre de vigilancia y montaré guardia. Allí esperaré hasta ver qué dice el Señor y cómo responderá a mi queja. Entonces el Señor me dijo: «Escribe mi respuesta con claridad en tablas, para que un corredor pueda llevar a otros el mensaje sin error.
[4] Isaías 46:9-10 (NTV): Recuerden las cosas que hice en el pasado. ¡Pues solo yo soy Dios! Yo soy Dios, y no hay otro como yo. Solo yo puedo predecir el futuro antes que suceda. Todos mis planes se cumplirán porque yo hago todo lo que deseo.
[5] Efesios 1:15-18: Por esta causa también yo, habiendo oído de vuestra fe en el Señor Jesús, y de vuestro amor para con todos los santos, no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones, para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos.
[6] 2 Corintios 4:17-18 (NTV): Pues nuestras dificultades actuales son pequeñas y no durarán mucho tiempo. Sin embargo, ¡nos producen una gloria que durará para siempre y que es de mucho más peso que las dificultades! Así que no miramos las dificultades que ahora vemos; en cambio, fijamos nuestra vista en cosas que no pueden verse. Pues las cosas que ahora podemos ver pronto se habrán ido, pero las cosas que no podemos ver permanecerán para siempre.
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