01 de diciembre de 2016
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Hay momentos en nuestra vida cuando el tiempo literalmente se detiene para que decidamos entre hacer lo bueno o lo malo; son segundos los que tomamos para decidir si agradamos a Jesús o no. Tenemos un llamado importante: que todo lo que hagamos agrade a Jesús.
Cuando buscamos consagrarnos al Señor, nos damos cuenta de que nuestra mente y cuerpo nos traicionan. Pablo decía que deseaba hacer el bien, pero le costaba[1]. A veces, queremos hacer lo bueno y terminamos haciendo lo malo[2], pero Dios quiere que todos estemos dispuestos para agradarlo. Decirlo en la iglesia es fácil, aunque afuera, nuestro corazón es probado, por eso. Pablo era humano y veía la dificultad de dominarse. Seríamos mentirosos si decimos que es fácil hacer el bien en todo. Fallamos, queremos consagrarnos, portarnos bien, honrar a nuestros padres, respetar a la pareja, pero a veces caemos en tentación. Y al cometer el error, nos frustramos.
Somos débiles, pero Dios no quiere que nos resignemos, nos dice que Su gracia es suficiente[3]. Cuando decides hacer que todo agrade a Jesús, verás que el poder de Dios comienza a manifestarse en ti. En medio de tu debilidad, reconoce que lo necesitas. Cuando enfrentamos situaciones que nos incomodan, estamos como ese mannequin challenge, nos quedamos paralizados entre dos opciones.
Una decisión nos puede llevar a la vida o a la muerte, no hay ambigüedad. Cuando veas una puerta donde entra mucha gente, aléjate, porque donde todos van, seguro hay más tentación. La puerta estrecha es más difícil, pero seguro es una mejor decisión[4]. ¿Recuerdas la historia de José que fue seducido por la esposa de Potifar? ¡Salió corriendo desnudo antes de caer en la tentación, aunque poco le faltó! Seguro fueron cinco segundos para decidir entre la vida o la muerte. Es mejor que digan: “Aquí corrió que aquí murió”. Más vale que se burlen al vernos salir triunfantes de la tentación del pecado. Tus decisiones te llevarán a la muerte o a la vida. ¡Escoge la vida como José, no la muerte como la mujer de Lot, quien volteó a ver y se convirtió en estatua de sal!
Cuando el Espíritu Santo habita en ti, ya no es fácil y cómodo pecar, porque te inquieta a hacer el bien. Tenemos acceso a todo, pero no todo conviene[5]. Me sucedió en ese tiempo cuando le entregué mi vida al Señor. Una noche, cuando iba a una fiesta, me quedé pensando qué pasaría si Jesús llegara en ese momento y escogí quedarme afuera de la parranda. El Espíritu Santo obstaculizó mi pecado. También tuve que decidir entre la tentación de ver canales prohibidos en la tv y Jesús. El control de la tv, literalmente controlaba mi voluntad, pero logré liberarme. ¿Qué decidirás en esos segundos? Hay dos caminos, el bien y el mal. ¿En qué momento nos dimos permiso de agradar al mundo, de agradar a unos amigos más que a Jesús? Seamos radicalmente buenos sin temor. Que tu “amplitud” no te arrebate tu santidad. Los radicales en el bien agradan a Jesús. ¿Con quién quedas bien, con tus amigos o con Jesús, tu Señor y Salvador? Agrademos a Jesús con todo lo hacemos[6]. ¿Qué es todo? ¿Jugar fútbol es hacer algo? ¡Pues hazlo como para Jesús! Conságrate para sacar una sonrisa en Sus labios. ¿Qué te ha hecho Jesús de malo para que no lo agrades?
El Espíritu de Dios habita en cada uno, así que andar en la carne no agrada a nuestro Señor, pero andar en el Espíritu, sí lo agrada[7]. Eso no significa ser “espiritualoides”, hablar en lenguas todo el tiempo, sino que significa actuar correctamente. Predicar con el ejemplo es importante. La gente verá lo que dices, verá qué decides y notará que no eres de los que solo hablan. Mi hija de 9 años lo vivió en el colegio. Cuando le dieron la oportunidad de escoger una canción para compartir, buscó Amazing Grace, de Betel Kids. Todos los amigos se comenzaron a burlar. Pero ella fue valiente y no retrocedió. Entonces, la maestra dijo: “Los que se burlaron escucharán toda la canción”. ¡Ella realizada porque obtuvo la victoria! Cuando agradas a Jesús obtienes la victoria porque Él no te dejará avergonzado.
¿Qué controla tu vida? ¿Qué provoca que no agrades a tu Señor? Hoy, todo eso será erradicado de tu vida y de tu corazón. No te quedes quieto frente a la tentación. Piensa en las cosas que no han agradado a Jesús. El Espíritu Santo te hablará para que las descubras y decidas renunciar a ellas. Comprometámonos a agradar a Jesús, renunciemos a las cosas que no lo hacen sonreír. Pidámosle que coloque en nosotros Su Espíritu para que nos fortalezca, transforme y libere. ¡Declara que todo lo que hagas será para agradar a Jesús!
[1] Romanos 7:18: Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo.
[2] Romanos 7:19-24: Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí. Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí. Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros. ¡¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?
[3] 2 Corintios 12:9: Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.
[4] Mateo 7:13-14: Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.
[5] 1 Corintios 6:12: Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, mas yo no me dejaré dominar de ninguna.
[6] Colosenses 3:17 TLA Y todo lo que hagan o digan, háganlo como verdaderos seguidores del Señor Jesucristo, y denle gracias a Dios el Padre por lo que Cristo ha hecho por ustedes.
[7] Romanos 8:7-9: Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios. Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él.
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