09 de abril de 2017
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Dios nos ama, de eso no tenemos ninguna duda, es más, por eso, Jesús se entregó al sacrificio de la muerte. Pero sabemos que el enemigo quiere dañarnos con resentimiento hacia el Señor[1]. De ahí que veamos a Marta, hermana de Lázaro, diciéndole a Jesús que “el que ama está enfermo”. Esa es como una indirecta para llamar la atención de quien podía hacer el milagro de sanarlo, sin embargo, Jesús no llegó inmediatamente a su encuentro. A veces, pensamos que Dios no nos ama porque enfrentamos dificultades, pero no podemos sacar esa conclusión, porque no hay asociación entre lo malo que nos puede suceder y el amor de Dios. Por experiencia puedo decirte que es posible enfrentar terribles dificultades, pero continuar gozando de los mejores momentos del amor de Dios.
Cuando Jesús finalmente llegó a casa de sus amigos, Lázaro ya había muerto y Marta le dijo que si Él hubiese estado allí, su hermano no hubiera fallecido. Claro que ella se lamentaba, pero si tenía fe, debía saber que lo mejor estaba por llegar, porque Jesús era capaz de hacer el milagro más grande. Nada de pensar en “si hubiese”. No nos estanquemos en el pasado, ¡superémoslo! Deja de culpar a tus padres o a las circunstancias por lo que has vivido. Que nada te impida ver las maravillas que Dios tienes para tu futuro. Siempre tenemos dos tipos de información, la que nos ofrece el mundo sobre la realidad y la que nos habla del amor de Dios. Marta sabía mucho, tenía la evidente información de su hermano muerto y de que Jesús no estuvo allí para sanarlo, pero también tenía la información sobre lo que Él podía hacer. Ella escogió decidir con base en la información positiva, sacó la conclusión correcta, por eso, Lázaro resucitó[2]. En tu situación, sabes que estás enfermo, pero también sabes que por la herida de Jesús has sido curado; sabes que tu empresa no va muy bien, pero también sabes que Dios proveerá conforme a Sus riquezas en gloria; sabes que tu familia tiene dificultades, pero también sabes que en Cristo Jesús son benditas todas las familias de la tierra. ¿Qué parte del conocimiento usarás para tu vida? Cuando usas solo la información negativa, puedes concluir mal, así que debemos guiarnos por la información positiva, la que nos trae bendición.
En el caso de la mujer con flujo de sangre, sabemos que ella había padecido durante doce años. Todo ese tiempo se había dejado llevar por la información negativa, incluso había agotado todos sus recursos, sin embargo, cuando escuchó sobre Jesús, su percepción cambió, tuvo nueva información que le dio esperanza, creyó por su milagro y lo obtuvo[3]. Tenía tanta fe, que le bastaba con tocarlo para sanar. Ahora, algunos la llamarían ridícula o ingenua, como llaman a quienes se acercan a pedir su milagro al Señor, pero ella no se desanimó. Sabemos que muchos no comprenden nuestra fe en Jesús. Recuerdo que una persona me dijo que los convertidos se habían acercado a Dios porque estaban en la miseria y vivían como animales, pero alguien preparado y con entendimiento no lo haría. Claro que no es así. ¿Cuál es la diferencia entre el borracho que se queda tirado en la calle y los bebedores que se emborrachan con el mejor licor en lugares de lujo? No hay diferencia, porque ambos destruyen su vida y sus relaciones. Algunos creen que porque son más finos son menos pecadores, pero no es así. Yo me iba a ir al infierno con todo y mi buena educación. Cuando le entregué mi vida al Señor, no estaba pasando por una crisis económica o enfrentando algún vicio. Simplemente abrí los ojos al amor y gracia del Señor y mi vida cambió. Todos somos pecadores, lavados con la misma sangre de nuestro Señor, así que seamos firmes y confiemos en Su amor. Seamos como esta mujer que hizo de la información sobre Jesús el detonante para su milagro y también seamos ese detonante para otros, porque para eso fuimos creados, para bendecir. Escuchemos y compartamos palabras de bendición, de ánimo. Di a quienes necesitan esperanza: “Dios te guardará, guardará a tu familia y tu economía”. Cuando escuchamos buenas palabras, las actitudes cambian. Llevemos esperanza y fe a los demás.
Otro ejemplo de escoger entre la información positiva y negativa es el hijo pródigo, quien malgastó su bendición[4]. Dios quiere bendecirte y prosperarte, pero no para que lo gastes en pecado, sino en cosas edificantes que beneficien a tu familia. Mal gastar siempre trae terribles consecuencias, sin importar cuánto te bendiga el Señor. Así que ten cuidado. Este joven llegó al extremo de desear la comida de los animales que para su cultura eran inmundos. Pero se acordó de su padre, volvió en sí, reflexionó y tomó acción. El joven tenía información sobre lo malo que había hecho. Si hubiera actuado con base en esa información, hubiera muerto, pero tomó la otra información, la de la bondad de su padre, y eso fue lo que lo salvó. Usó ese conocimiento sobre el amor para levantarse y pedir perdón.
Mientras el hijo mal gastaba todo, estoy seguro de que el padre preparaba su regreso. Seguro fue donde un sastre, un zapatero y un joyero para que le hicieran lo mejor. Sé que esa fuerza espiritual del amor del padre sostuvo al hijo que estaba lejos. Seguro que esas acciones por fe provocaron que el hijo pensara en él y reflexionara. Lo bueno que haces genera algo en otros, aunque no lo veas. Mientras bendices, algo cambia para bien, así que continúa haciéndolo. Si has pecado, te aseguro que te esperan con una fiesta, porque Dios, tu Padre, te ama y te perdona. Actúa siempre fundamentado en esa maravillosa verdad que cambia tu circunstancia. Aunque pienses que Jesús no está en el momento correcto para evitar la catástrofe, no dudes, porque Él llega justo a tiempo para que veas maravillas, soluciones milagrosas, resurrecciones. Dios te ama, te conoce, te espera, te quiere sanar, sacar adelante y bendecir. A todo lo malo, ponle un “pero” porque hay una promesa de Dios que contrarresta esa situación negativa: “Sí, estoy enfermo, pero Jesús ya pagó por mi sanidad”.
Demos gracias al Señor, entreguémosle nuestro corazón, nuestra circunstancia, con la seguridad de que Él realmente está presente y cuida de nosotros, así que todo saldrá bien.
[1] Juan 11:3-4: Enviaron, pues, las hermanas para decir a Jesús: Señor, he aquí el que amas está enfermo. Oyéndolo Jesús, dijo: Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.
[2] Juan 11:20-22: Entonces Marta, cuando oyó que Jesús venía, salió a encontrarle; pero María se quedó en casa. Y Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto. Mas también sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará.
[3] Marcos 5:25-29: Pero una mujer que desde hacía doce años padecía de flujo de sangre, y había sufrido mucho de muchos médicos, y gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor, cuando oyó hablar de Jesús, vino por detrás entre la multitud, y tocó su manto. Porque decía: Si tocare tan solamente su manto, seré salva. Y en seguida la fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote.
[4] Lucas 15:11-18: También dijo: Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes. No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente. Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle. Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos. Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba. Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti.
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