02 de diciembre de 2016
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Los cristianos vivimos como en una burbuja, encerrados en nuestro ambiente de seguridad. Los hijos de Dios estamos llamados a ser la sal, la luz del mundo, amar y entregarnos, sin embargo, parece que nuestra tendencia es aislarnos. ¿Cómo amar si hay barreras? ¿Cómo abrazar a alguien si estamos dentro de una burbuja que no se puede romper? Es difícil compartir bendición, amar y ser amado cuando nos encerramos. Si no salimos de ese encierro, quién brillará, quién llevará las buenas noticias a los demás. Sí es incómodo, sí es difícil, pero es necesario.
Cuando me agregaron al grupo de excompañeros del colegio, comenzaron dándome la bienvenida, luego me dijeron algunas bromas sobre mi vocación de pastor cristiano, después enviaron fotos de su familia, memes, chistes, pero poco a poco las imágenes fueron subiendo de tono, hasta que se dedicaron a enviar algunas fotos de chicas, cada vez con menos ropa, y me decían: “Mira, Chepe, las ‘evas’ de hoy”. Y confieso que cometí un error, ¡me salí del grupo! Ahora me arrepiento porque regresé a mi burbuja segura cuando debí borrar las imágenes, manejar mejor los comentarios y mantenerme en ese grupo donde seguramente hubiera podido ayudar a muchos amigos, porque solo hay una forma de combatir las tinieblas y es brillando en la oscuridad. Hace poco, fuimos al concierto de un famoso cantante que se convirtió al cristianismo. Había mucha gente conocida, todo iba bien, hasta que pusieron licor en la mesa y nos sentimos incómodos. Claro que no íbamos a tomar, pero las personas comenzaron a bromear y sin darte cuenta, estás en medio de una situación poco agradable, pero necesaria, si realmente estamos decididos a hacer lo que nos corresponde como cristianos. Si no nos arriesgamos a romper las burbujas, a buscar a las personas, tenemos los días contados como discípulos de Jesús. No somos una Iglesia perfecta, pero Jesús nos va perfeccionando. Claro que no digo que vayas a fiestas y tomes licor, guárdate, pero ve y busca a las personas que necesitan del Señor. ¿Hace cuánto no vas a las reuniones de tu familia porque te molestan y te enoja que se burlen? Jesús era amable, agradable a las personas. Debemos ser amables, es decir, ser personas fáciles de amar, como nuestro Maestro. Él tenía algo tan bueno que hasta a los pecadores les gustaba estar con Él.
Sabemos que el amor todo lo puede, todo lo espera y todo lo soporta, pero a veces, nos ha faltado tolerancia. Hoy vamos a romper burbujas, paradigmas. Deja de ser el intocable, el inaccesible, el cerrado, el alejado, el que condena, el que excluye. Las iglesias debemos ser centros de oportunidades y de bienvenidas. Regresemos al campo de acción, donde abrazamos, amamos y damos la vida por nuestros amigos. ¿Dónde está el amor para romper barreras? La gente ya no permite que nos acerquemos porque rápido les caemos con la invitación evangelística, cuando lo primero es demostrar que somos verdaderos amigos.
Jesús es nuestro Maestro y amándonos, nos enseñó a amar[1]. Además, nos da al Espíritu Santo para que nos guíe. Tomemos la decisión de hacer un rompimiento, que nuestras esferas sean penetrables, sean esferas de amor, Palabra de Dios y poder. Es lo que la gente necesita, lo que les atrae. ¡No te rindas de amar! Si no queremos que nos rechacen, no rechacemos. Fui pastor de niños durante muchos años. Para hablarles sobre el pecado y el perdón, usaba dos trozos de carbón, uno pequeño y uno grande. Los mostraba y les decía que a veces creemos que nuestros pecados son grandes o que son pequeños, pero lo que realmente importa no es el tamaño sino el color, porque siempre es negro, y Jesús siempre nos da el perdón. Así que por gracia debemos dar esa misericordia y amor que recibimos. ¿A qué hora nos convertimos en personas perfectas? Nos molesta ser rechazados cuando seguimos a un hombre que fue rechazado. Nuestra arma más poderosa es el amor. Dejemos que Jesús sea quien nos toque y rompa esa burbuja.
Cuando Pedro ya predicaba en las ciudades, dice la Palabra que cierta vez tuvo un éxtasis, vio a diversos animales y Dios le dijo que comiera, pero él se negó porque aseguró que nunca había comido cosa inmunda. En esa visión, Dios le hablaba de llevar la salvación a los gentiles y parece que él no quería[2]. Tengamos cuidado de sentirnos tan privilegiados y escogidos que nos aislemos de los demás. Las personas que no han recibido al Señor son a quienes debemos buscar y amar. Nada de llamarlos pecadores o de alguna otra forma peyorativa. ¿Quieres ver el ministerio explotar en avivamiento? ¡Deja que Jesús rompa tu burbuja! Jesús ya derramó Su sangre por cada uno de nuestros amigos, así que amemos a todos.
Nuestro Señor es innovador. Cuando pensamos que hemos visto el más hermoso amanecer, Él nos sorprende con otro aún mejor, con una aurora boreal o un impresionante celaje con pinceladas tornasol. Dios hace todo nuevo, renueva, crea, abre caminos en medio de desiertos y ríos en la soledad[3]. Con mi esposa pienso, cómo será la vida sin Jesús, ¡qué soledad! Debemos ser innovadores en nuestras relaciones. Lo más atractivo que tienes es el amor de Dios y la unción del Espíritu Santo. Busquemos las ideas más creativas para amar a las personas. Necesitamos ser una iglesia innovadora que rompa las burbujas para amar. El mundo aún no lo han visto todo, no han visto nuestra mejor versión. A partir de hoy, los que creen que ya han visto todo, verán más aún en nosotros. El amor es el arma más destructiva para las tinieblas. Ya no más separación. Seremos líderes más cercanos. Mira los ojos de los niños, de los jóvenes, ámalos, enséñalos a amar. Vamos a salir a romper burbujas; pide al Señor que rompa tu burbuja de condenación y de aislamiento. Cuando nuestro Señor pone Su mano en tu corazón se rompen paradigmas y te llena de amor para que lo compartas. Declaramos que nuestro corazón vuelve a ser como el de los niños que creen que todo lo pueden. Jesús rompió el velo, nos dio perdón, rompió una burbuja para que el amor de Dios nos alcanzara, y ahora nosotros también debemos hacerlo. ¡Qué lindo es amar!
[1] 1 Juan 4:19: Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero.
[2] Hechos 10:9-15: Al día siguiente, mientras ellos iban por el camino y se acercaban a la ciudad, Pedro subió a la azotea para orar, cerca de la hora sexta. Y tuvo gran hambre, y quiso comer; pero mientras le preparaban algo, le sobrevino un éxtasis; y vio el cielo abierto, y que descendía algo semejante a un gran lienzo, que atado de las cuatro puntas era bajado a la tierra; en el cual había de todos los cuadrúpedos terrestres y reptiles y aves del cielo. Y le vino una voz: Levántate, Pedro, mata y come. Entonces Pedro dijo: Señor, no; porque ninguna cosa común o inmunda he comido jamás. Volvió la voz a él la segunda vez: Lo que Dios limpió, no lo llames tú común.
[3] Isaías 43:19: He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Otra vez abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad.
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