07 de diciembre de 2019
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Moisés era un hombre ordinario como nosotros, tenía debilidades y errores, pero a pesar de eso Dios lo usó para liberar a su pueblo. Cuando la mano del Señor se posó sobre él, paso de ser un hombre ordinario a uno extraordinario. Es el poder del Señor reposando sobre nosotros lo que nos ayuda a hacer grandes proezas.
Nos encanta testificar de la fortaleza de Dios una vez hemos visto el milagro ocurrir, pero la verdadera fortaleza la experimentamos en medio de la debilidad.[1] Yo pasé ocho años orando para tener un hijo, clamé al Señor año tras año por un milagro. Los doctores me decían que era imposible. Trate de encontrar una solución sin pedirle ayuda a nadie. Me encontré desesperada por fuerzas y fue en ese momento en donde conocí la fortaleza de Dios. Mientras las lágrimas caen de nuestro rostro, el Señor se prepara para consolarnos y fortalecernos. Dios no está esperando que seamos fuertes, está esperando a que nos rindamos a Él. Su gracia es suficiente para nosotros, no necesitamos nada más.
Habitualmente las fuerzas de Dios se nos dan para que podamos resistir firmes. Esto se debe a que siempre van a existir fuerzas contrarías al propósito que el Señor trazó para nosotros. No importa la temporada que estemos atravesando, Dios y su fuerza es suficiente para sostenernos. Moisés trato de caminar utilizando sus métodos y no logro mucho. Intento salvar a una persona y terminó cometiendo un asesinato. Luego al huir de Egipto, en medio de su peor momento, Dios salió a su encuentro para guiarlo en su propósito. Moisés, después de ser fortalecido pudo regresar a Egipto y liberar a todo un pueblo
La música tiene poder y Moisés declaro que Dios era su cántico. El Señor es nuestra canción en cualquier temporada de la vida. Moisés reconoció que existían situaciones que no podía resolver, pero siempre iba a poder adorar a Dios en cualquier circunstancia. Aunque hoy no tengamos todas las respuestas, podemos alzar nuestras manos y adorarle.
Dios es mi salvación, esta es una de las verdades más importantes que Moisés declaró.
No solo era su fuerza o su cántico, era quien lo salvaba.[2] Jesús murió para darnos salvación, y cambiar nuestra muerte espiritual en vida eterna. Sin importar que tan mala se vea la situación, en Jesús tenemos el poder para traer a la vida todo aquello que estaba muerto. Tenemos un salvador personal que aboga por nosotros en todo momento.
En la vida siempre nos vamos a encontrar con actividades para hacer, pero no debemos olvidar que es en la quietud en donde conocemos realmente quien es el Señor.[3] Fuimos llamados para alzar la voz y reconocer al Dios al que servimos, pero también fuimos llamados a permanecer en silencio delante de su presencia. Tenemos a un Dios que está dispuesto a fortalecernos y salvarnos en medio de cualquier circunstancia adversa. Hoy es un buen día para levantar la mejor canción que salga de nuestro corazón hacia nuestro Padre.
[1]Éxodo 15:1-2: Entonces cantó Moisés y los hijos de Israel este cántico a Jehová, y dijeron: Cantaré yo a Jehová, porque se ha magnificado grandemente; Ha echado en el mar al caballo y al jinete. Jehová es mi fortaleza y mi cántico, Y ha sido mi salvación. Este es mi Dios, y lo alabaré; Dios de mi padre, y lo enalteceré.
[2]Isaías 12:2: He aquí Dios es salvación mía; me aseguraré y no temeré; porque mi fortaleza y mi canción es JAH Jehová, quien ha sido salvación para mí.
[3] Salmos 46:10: Estad quietos, y conoced que yo soy Dios; Seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra.
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