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Fe no sensorial

28 de agosto de 2016

Tiempo de lectura: 8 minutos

Sabemos que a quien cree todo le es posible. Jesús lo dijo al hombre que le pidió expulsara al demonio que atormentaba a su hijo[1]. Notemos que no dijo que a Dios todo le es posible, sino a quien cree, es decir que la fe incrementa nuestra capacidad de hacer algo. La persona que cree, adquiere habilidad para hacer posibles grandes obras. Así que debemos ser como ese padre que le pidió a Jesús ayuda para incrementar su fe y aprender a manejar nuestras emociones en medio de un ambiente de incredulidad. Por lo tanto, es necesario que nos rodeemos de personas que comparten nuestra fe. En la familia, por ejemplo, todos deben creer por el milagro. Fomentemos la fe corporativa que es la sumatoria de la fe de cada individuo. No es posible que la esposa crea por el milagro de un trabajo para el esposo, pero él se deje derrotar. ¿De dónde vienen opiniones tan contrarias? ¡De lo que escuchamos! Si ella lee la Palabra mientras él lee los periódicos, su fe será diferente. Debemos creer cada promesa del Señor para nuestra casa y familia; además, debemos tener ánimo para desarrollar nuestra fe.  Alguien dijo: “No podemos comprender a Dios a través de nuestros sentimientos, solo podemos comprenderlo a través de lo que la Palabra dice de Él”. Pero, muchos nos dejamos llevar por lo que nos sucede; si todo funciona, pensamos que Dios nos escuchó; si algo falla, pensamos que nos ignoró. Si todo va bien, somos bendecidos; si algo va mal, pensamos que Dios nos abandonó. Demostramos lo que yo llamo: “fe sensorial”, creemos a través de nuestros sentidos, justo como le sucedió a Tomás.

Porque aun teniendo al mejor maestro, podríamos aprender poco. Puedes ir a Harvard y graduarte con honores o ser expulsado. El maestro no hace al alumno, quien debe realmente esforzarse por aprovechar las enseñanzas. Si creyeras en todas las promesas del Señor, andarías súper, archi, mega victorioso, pero es más fácil dejarte llevar por lo que ves y escuchas que es contrario a lo que Dios te ha prometido. Operamos en el reino de los hombres, cuando deberíamos operar en el reino de Dios. A Tomás le sucedió porque dijo que creería lo que sus ojos y manos percibieran. Ahora, también luchamos con esa necesidad de pruebas, porque es común que se diga: “Hasta no ver, no creer”. Cuando realmente la misma fe debería movernos a creer en los hechos que narran las Escrituras y a creer por lo cotidiano, lo que lograremos al obedecer al Señor. ¡Debemos creer a todo nivel y para todo!

En el caso de Tomás, Jesús tuvo que darle pruebas para que creyera en Su resurrección, pero es bienaventurado quien cree sin ver[2]. Así que podemos deducir que la fe tiene niveles. Iniciamos nuestra vida cristiana con una fe sensorial. Ese el primer paso, la fe primaria: “Como sucedió, entonces, creo”. Está bien vivir esa etapa, pero debemos superarla. ¿En qué etapa de desarrollo de la fe te encuentras? ¿Eres todavía como un bebé que aprende y cree a través de sus sentidos? Debemos superar la fe sensorial porque las grandes promesas están destinadas a quienes creen sin ver. ¡Nuestra fe debe madurar, evolucionar a una fe no sensorial[3]! Además, no podemos fundamentar nuestra fe en sentimientos, porque Dios nos los dio para relacionarnos, no para creer.

Abraham es un referente cuando hablamos de fe. Sabemos que en él se cumplió una maravillosa promesa de descendencia, porque a pesar de ser anciano, creyó en esperanza contra esperanza y tuvo hijos, incluyendo a Isaac, hijo que nació de Sara, quien era estéril[4] y cuya descendencia formó al pueblo de Israel. En la Escritura, vemos que Dios llama a las cosas que no son como si fuesen. ¡Él tiene fe, porque es el autor y consumador de la fe! Dios es quien nos enseña el proceso de creer: decir antes de ver, nombrar a las cosas antes de que sean realidad. Así que todo reside en lo que decimos, por eso son tan delicadas nuestras conversaciones. Debemos llamar a las cosas mejor de lo que son; debemos hablarle al futuro convencidos de que es bueno, agradable y perfecto. Todo depende del enfoque que tengamos, de cómo interpretemos y percibamos lo que nos sucede.

A veces usamos una fe invertida porque nombramos las cosas peor de lo que son, en vez de llamarlas como deseamos que sean. ¡Declaremos que Guatemala es tierra de justicia y de paz, no de temor y desesperanza! Abraham no fue padre de multitudes de la noche a la mañana; él tuvo que creer durante años para ver cumplida esa promesa. Dios podía conversar con los nietos de Abraham aunque él no tenía hijos. Y es así porque la dimensión de nuestro Señor es diferente, justo esa dimensión que Él quiere traer a nosotros a través de Jesucristo. Él quiere establecer Su reino, pero debemos llamar lo que no es como si ya fuese. Declara que ese negocio ya está hecho, declara que tu hijo ya volvió a casa y que tu matrimonio ya fue restaurado. Aunque te acaben de dar el diagnóstico de enfermedad, declara que ya fuiste sanado. Pero si te duele la cintura y ya piensas que vas a morir de un riñón, ¡no estás alineando tu pensamiento con tu fe! No llames a las cosas que no son malas como si lo fueran. Maneja tu circunstancia con optimismo, no con una actitud de derrota. Amplifica tu fe no tu temor. ¡No te debilites en medio de un proceso, no dejes de creer lo bueno! Si Abraham hubiera recibido su milagro instantáneamente, lo más probable es que no hubiera llegado a ser el padre de la fe, pero creyó y no se debilitó en medio del proceso que duró años. Él no consideró su cuerpo, no fue sensorial, al contrario, su fe era no sensorial porque creyó a pesar de que los años iban en su contra. Cuando empezamos a considerar las circunstancias, la fe se debilita. Debilidad o fortaleza, tú escoges; cuando no creemos nos debilitamos, cuando creemos nos fortalecemos.  ¡Gloria a Dios porque lo que Él dice, se cumple!

Glorifiquemos a Dios cuando recibamos nuestra promesa, aunque falte tiempo para verla cumplida. Dar gracias anticipadamente nos fortalece para obtener lo que Dios ha prometido. No te pierdas la oportunidad para dar gloria a Dios, alabarlo y adorarlo. Da gracias por tu nietos aunque no tengas hijos; da gracias por la casa que tendrás aunque ahorita no tengas para el alquiler. ¡La mejor forma de fortalecer tu fe es glorificar a Dios! Ana no podía tener hijos, pero cuando el sacerdote le dijo que recibiría lo que anhelaba, nunca más estuvo triste, porque antes de embarazarse de un hijo, se embarazó de la Palabra de Dios. Esa actitud de gozo te ayuda a manejar tus emociones, ya que mientras más emocional seas, más altos y bajos experimenta tu fe. Todo jugador profesional aprende a manejar sus emociones para ganar. Cuando vas a tirar un penalti con miedo, ya llevas 90% del tiro perdido. ¡No hay nada peor que vivir con miedo! Hay que hacer las cosas con todo y miedo, porque hay que vivir. El miedo nos visita, por supuesto, hay planes y proyectos que asustan, pero debemos atrevernos y hacerlos.

Cree en tu futuro y acepta el reto de fundamentar tu vida en la fe. No significa pensar que las cosas funcionarán por arte de magia, ya que vivir por fe es un proceso desgastante, ¡pero vale la pena! Si no crees, mírate en mi espejo, si un pastor guatemalteco sin recursos ha podido lograr grandes cosas por la gracia de Dios, ¡tú también puedes! No se trata de ego, sino de atreverse a vivir por fe, confiando en que el Señor te ha dado la instrucción y te guiará a cumplirla. El éxito se logra con las rodillas dobladas delante de Dios, con humildad y fe sin precedentes.

Te animo a que des un pasito más y avances a la fe no sensorial. Cierra tus ojos y oídos a la duda y al temor, créele a Dios, habla las cosas que no son como si fueran. Madura en la fe. Oremos juntos porque salgas de ese valle de duda y camines hacia la montaña de la fe. Si Dios te ha sacado de problemas, no te quedes a la orilla de ese agujero del que te sacó, avanza lo más lejos que puedas de ese lugar donde podrías volver a caer. La clave es tener la misma fe para ascender hacia la montaña. No te quedes volando bajo porque será más fácil y rápido caer; al contrario, si vuelas alto, tendrás más tiempo para maniobrar cuando algo falle. Esa es la estrategia de los pilotos de avión. El conformismo es como volar bajo, elévate, no tengas miedo de buscar nuevas alturas. Habacuc decía: “Haz mis pies como de cierva y en mis alturas hazme andar”.

La batalla de la fe es real, ¡peléala! No seas de doble ánimo, usa ese carácter de luchador para pelar en contra de la decepción y duda. Si no tienes trabajo, confía en que tendrás uno mejor; si la economía se contrae, cree porque tendrás más oportunidades; si tu fe sensorial dice que el área de tu emprendimiento está difícil, ten fe en que saldrás adelante con nuevas ideas. Si Abraham llegó a tener nueve hijos a los cien años, ¿qué hay imposible para Dios?  ¡Nada, porque Él es Padre generoso que da en abundancia!

Dios ha prometido bendecirte y lo hará. Él no cambiará Su Palabra, no importa cuánto quieras debatirle, porque no se presta a conversaciones de incredulidad. Yo soy testimonio de que el Señor puede levantar a las personas que le creen. Para quien no tiene nada, todo es posible, porque si nunca has tenido algo, no puedes poner tu mirada y confianza en lo material. Dios es especialista en sacar a la gente de la nada. Digámosle: “Señor, gracia por Tu Palabra y por el ejemplo de Abraham. Pongo mi fe en Tus manos para que me ayudes a fortalecerla y aplicarla en todo lo que hago. Te pido que haga a un lado lo que veo y te crea. Desde hoy, llamaré las cosas que no son como si fuesen, como Tú lo haces”.


[1] Marcos 9:14-24: Cuando llegó a donde estaban los discípulos, vio una gran multitud alrededor de ellos, y escribas que disputaban con ellos. Y en seguida toda la gente, viéndole, se asombró, y corriendo a él, le saludaron. El les preguntó: ¿Qué disputáis con ellos? Y respondiendo uno de la multitud, dijo: Maestro, traje a ti mi hijo, que tiene un espíritu mudo, el cual, dondequiera que le toma, le sacude; y echa espumarajos, y cruje los dientes, y se va secando; y dije a tus discípulos que lo echasen fuera, y no pudieron. Y respondiendo él, les dijo: ¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar? Traédmelo. Y se lo trajeron; y cuando el espíritu vio a Jesús, sacudió con violencia al muchacho, quien cayendo en tierra se revolcaba, echando espumarajos. Jesús preguntó al padre: ¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto? Y él dijo: Desde niño. Y muchas veces le echa en el fuego y en el agua, para matarle; pero si puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros, y ayúdanos. Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible. E inmediatamente el padre del muchacho clamó y dijo: Creo; ayuda mi incredulidad.

[2] Juan 20:24-29: Pero Tomás, uno de los doce, llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino. Le dijeron, pues, los otros discípulos: Al Señor hemos visto. El les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré. Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros. Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente. Entonces Tomás respondió y le dijo: !!Señor mío, y Dios mío! Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron.

[3] 2 Corintios 5:7 DHH: Ahora no podemos verlo, sino que vivimos sostenidos por la fe.

[4] Romanos 4:17-19: Como está escrito: Te he puesto por padre de muchas gentes delante de Dios, a quien creyó, el cual da vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como si fuesen. El creyó en esperanza contra esperanza, para llegar a ser padre de muchas gentes, conforme a lo que se le había dicho: Así será tu descendencia. Y no se debilitó en la fe al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto, siendo de casi cien años , o la esterilidad de la matriz de Sara.

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