25 de abril de 2021
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El justo vive por su fe.[1] La fe nos permite vivir en humildad y entender nuestra dependencia de Dios. Aquel cuya alma no es recta se enorgullece porque piensa que todo lo que tiene proviene de su talento y habilidades, pero quien tiene fe mantiene un corazón humilde, sabiendo que todo cuanto tiene le ha sido dado por nuestro Padre.
No hay manera de ser salvo por obra, sino por fe. Pero además de ser salvos, también somos justificados por ella y debemos sentirnos orgullosos de vivirla. Es la única manera en que podemos alcanzar nuestros logros de vida. Durante muchos años, en Puerto Rico, estigmatizaron a las personas de nuestra iglesia —según ellos nos ofendían— diciéndonos: “Ustedes son los de la súper fe”. Y si hace unos quince años esas palabras tenían la intención de denigrarnos, hoy más bien es parte de lo que nos enorgullece.
La iglesia a se ha construido por fe. Casa de Dios es un claro ejemplo de ello. No importa el estigma que la gente te quiera poner, enorgullécete de vivir por fe.
La fe implica compromiso y fidelidad con Dios. Ahora bien, ¿por qué hay personas que no se comprometen con Él? Porque para llegar al compromiso primero hay que tener confianza y esta muchas veces la perdemos cuando sentimos que vida “nos falla” de alguna manera. Por eso, para restaurar la confianza primero debemos perdonarnos a nosotros mismos, dado que al perderla lo primero que hacemos es reprocharnos por haberla entregado a alguien que no la merecía. La confianza se recupera durante el proceso de perdonarte a ti mismo antes de perdonar a lo que te falló.
La confianza es importante porque, naturalmente, cuando confiamos en alguien lo atraemos hacia nosotros, pero en la Biblia podemos visualizar esta idea con mayor amplitud: en el Antiguo Testamento la fe no funciona para atraer bendiciones, sino para llevarnos a ellas. Y en el Nuevo Testamento funciona para llevarnos por medio de Jesús a Dios, alguien con quien lo tendremos absolutamente todo.
Por eso la fe no se debería emplear para atraer cosas, sino para llevarnos a ellas. La idea no era cambiar la situación en Egipto, sino llevar al pueblo de Israel hacia la Tierra Prometida. La fe no es para sentarse a esperar a que las cosas sucedan, sino para caminar hacia todo lo que Dios nos prometió. La confianza no se trata de atraer bendiciones, sino para ser valientes e ir por ellas.[2]
El mundo quiere definir nuestra vida porque la batalla ideológica de estos tiempos no se trata de decir la verdad, sino de hacer sentir mal al otro por no creer en lo que uno cree. Si el mundo logra definir quién es Dios también logrará definir quién eres tú. Y si logra definir quién eres tú, también te robará la base de tu fe porque esta no viene por lo que hacemos, sino por quienes somos.
Nuestra visión se vuelve nublada en medio de la tormenta a tal punto que muchas veces no sabremos discernir si es el Señor quien acude a nuestro rescate, pero el justo por su fe sabrá que es Él[3] y vivirá. No hace falta que termine la pandemia para que Dios te prospere, tampoco hace falta que otras personas definan quién eres. Que sea tu fe la que defina tu vida para que te atrevas a caminar hacia todo lo que el Señor ha prometido.
[1] Habacuc 2:1-4: Sobre mi guarda estaré, y sobre la fortaleza afirmaré el pie, y velaré para ver lo que se me dirá, y qué he de responder tocante a mi queja. Y Jehová me respondió, y dijo: Escribe la visión, y declárala en tablas, para que corra el que leyere en ella. Aunque la visión tardará aún por un tiempo, mas se apresura hacia el fin, y no mentirá; aunque tardare, espéralo, porque sin duda vendrá, no tardará. He aquí que aquel cuya alma no es recta, se enorgullece; mas el justo por su fe vivirá.
[2] Josué 1:6-8: Esfuérzate y sé valiente; porque tú repartirás a este pueblo por heredad la tierra de la cual juré a sus padres que la daría a ellos. Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas. Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.
[3] Mateo 14:22-33: En seguida Jesús hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir delante de él a la otra ribera, entre tanto que él despedía a la multitud. Despedida la multitud, subió al monte a orar aparte; y cuando llegó la noche, estaba allí solo. Y ya la barca estaba en medio del mar, azotada por las olas; porque el viento era contrario. Mas a la cuarta vigilia de la noche, Jesús vino a ellos andando sobre el mar. Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, diciendo: ¡Un fantasma! Y dieron voces de miedo. Pero en seguida Jesús les habló, diciendo: ¡Tened ánimo; yo soy, no temáis! Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús. Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame! Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: !!Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste? Y cuando ellos subieron en la barca, se calmó el viento. Entonces los que estaban en la barca vinieron y le adoraron, diciendo: Verdaderamente eres Hijo de Dios.
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