03 de julio de 2010
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La fe es más preciosa que el oro, lo dice el apóstol Pedro y tiene toda la razón. Cada uno ha recibido una medida de fe y de ti depende cómo la utilices. Los eventos suceden o dejan de suceder según lo que tú creas. Sanarás o te morirás por esa enfermedad, todo depende de la confianza que tengas en el Señor.
Hay fe para un momento específico y también la hay para procesos largos. Jesús sanó al leproso en el instante que lo tocó y también al ciego a quien le dijo: “conforme tu fe te sea hecho”. La mujer con flujo de sangre quedó curada al tocar Su manto y el centurión romano que sabía de autoridad, no sólo recibió el milagro de sanidad para su siervo sino que también tuvo el honor de ser halagado por Jesús que le dijo: “ni aún en Israel he hallado tanta fe”. A una mujer sirofenicia llena de fe le dijo: “que se haga con tu hija como tú quieras” y la niña sanó.
A veces queremos aplicar la misma fe para lo inmediato y para afrontar procesos pero no es posible. La fe para casarnos y para mantenernos unidos a nuestro cónyuge toda la vida no es la misma. Así como hay una fe para inscribirse en la universidad y otra diferente para lograr terminar la carrera y graduarnos. Lo mismo para comprar una casa, la confianza que nos hace pagar el enganche no es la misma que nos mantendrá durante el tiempo necesario para terminar de pagarla. Yo tuve fe para iniciar el ministerio, pero de usar otra fe más profunda para mantenerme en la obra y luchar a pesar de las dificultades. Claro que la duda me visita pero no le doy la bienvenida ni le sirvo el café, al contrario, la saco fuera rápidamente porque en mi casa y en mi familia creemos en el Señor y Sus promesas. Yo me casé con Sonia porque la amo pero logré hacerlo porque tuve fe para creer que saldríamos adelante en nuestra vida.
Créele a Dios por milagros que se obtienen en un instante pero también te fe para ser capaz de mantenerlos y no perder lo que te dio. Cuando Jesús llamó a Pedro a caminar hasta Él sobre las aguas, empezó a hundirse porque su fe era de un momento, no para todo el proceso. Nuestro Señor le decía a las personas que sanaba:” vete y no peques más” porque es importante que después de obtener el milagro cambiaran su estilo de vida y se convirtieran en personas de fe, capaces de mantener el milagro que habían recibido. Una vez que Dios te ha bendecido, no puedes pecar porque algo peor puede venir, así que todos debemos caminando en santidad. Demuestra que tienes carácter y fe para ver cumplidas Sus promesas y mantenerlas vivas.
Esperanza contra todo obstáculo
Romanos 4:17-21 habla de la fe de Abraham: (como está escrito: Te he puesto por padre de muchas gentes) delante de Dios, a quien creyó, el cual da vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como si fuesen. El creyó en esperanza contra esperanza, para llegar a ser padre de muchas gentes, conforme a lo que se le había dicho: Así será tu descendencia. Y no se debilitó en la fe al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto (siendo de casi cien años), o la esterilidad de la matriz de Sara. Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido.
Dios habla de las cosas como si ya “fueron” aunque tú aún no las veas. Así le sucedió a Abraham, un hombre de fe. Presta atención a los verbos de este pasaje: “llegar a ser padre” está escrito en futuro y “se le había dicho” está en pasado. Dios le mandó tener un hijo para hacer una nación grande. Nadie podía creerlo porque Abraham ya tenía noventa y tantos años. El reto no era ganar una guerra o conquistar una ciudad, quizá lograr algo así era mucho más fácil, pero lo que el Señor le mandaba hacer era algo naturalmente imposible. Sin embargo, Abraham, un anciano impotente creyó que podía engendrar en Sara que era estéril. ¡Eso es tener fe para un proceso! Y de esa confianza nació Isaac y con él, todo el pueblo de Israel que ahora está disperso por el mundo. Yo me gozo tanto de este milagro que incluso imagino a Sara escuchando la promesa de Dios y viendo pícara a su esposo, entusiasmada con la idea de concebir un hijo a pesar de su edad porque dijo: “de nuevo tendré placer con mi señor”. Ellos son mis héroes, con razón Dios llama a Abraham “mi amigo”.
La fe de Abraham no se debilitó nunca, por el contrario, se fortaleció incluso al pensar que si lograba procrear, seguramente no tendría las fuerzas para ver crecer a su hijo y educarlo. Creyó en su esperanza contra todas las demás esperanzas que no daban crédito a lo que decía. Nadie, ni su propio cuerpo estaba listo para ver el milagro, sin embargo fue fiel y creyó. De igual manera debes comportarte, tu fe debe ser inquebrantable, incluso cuando otras personas, las circunstancias y hasta tu propia carne te digan: “es imposible”.
Convertirse en un hombre de fe que va más allá de los instantes milagrosos, requiere afrontar un proceso difícil donde incluso estaremos solos, sin nada más que nuestra esperanza que luchará contra todo otra esperanza adversa. Todo con tal de ser merecedores de ver realizado el sueño de Dios en nuestra vida. No te desilusiones o amargues si estás solo y piensas que no tienes apoyo de nadie. Yo pasé por lo mismo, nadie me apoyó, luché contra toda esperanza extraña y salí vencedor, fuerte, con un nuevo carácter, listo para ser un hombre de fe que es capaz de ver las maravillas del Señor. No te conformes con tener “momentos de fe” y enfrenta el proceso para convertirte en un “hombre de fe” fortalecido, listo para recibir y mantener las bendiciones.
Los problemas deben fortalecernos no debilitarnos. Demuestra que estás hecho de la materia prima que Dios ha creado y afronta los obstáculos con fe porque todo depende de ti y de la confianza que tengas en aquel que todo lo puede. No te dejes vencer por el primer problema, lucha para levantar tu empresa, obtener tu título universitario y lograr tus sueños. Cuando vemos los partidos del mundial de fútbol, podemos ver lo que sucede cuando el pánico se apodera de la voluntad. Muchos equipos no saben manejar la presión de un empate o de un marcador desfavorable, pierden la cabeza y con ello, la posibilidad de avanzar hacia la meta que es ganar la copa del mundo. Abraham se enfocó en lo que debía hacer, no contaba con medicamentos que le dieran vigor, solo tenía fe en el Señor.
Otras versiones del versículo 19 de Romanos 4 nos ofrecen diferentes formas de ver esta fe maravillosa:
La Biblia de las Américas dice: y sin debilitarse en la fe, contempló su propio cuerpo que ya estaba como muerto puesto que tenía como cien años.
No tengas miedo de contemplar las circunstancias, así como Abraham contempló su propio cuerpo y no dejó de creer. Si vas al médico y el resultado de un examen dice que tienes un tumor canceroso, di con fe: “no importa, por Su herida fui curado, le creeré a Dios”. Contempla la crisis sin debilitarte. Si te llaman a la oficina del jefe y existe una alta probabilidad de que te despidan por la crisis económica, dale la cara al problema y di: “no importa, cuando Dios cierra una puerta, siempre abre otra, saldré adelante”.
La Biblia en la versión Lenguaje Sencillo dice en el mismo verso 19: Y sabía que pronto moriría.
Sin embargo, Abraham no se dejó atemorizar porque sabía que la nación que el Señor había prometido continuaría con su hijo, no con él.
La Biblia Dios habla hoy lo dice así: Y la fe de Abraham no e debilitó aunque ya tenía casi cien años de edad y se daba cuenta que tanto él como Sara estaban casi muertos y que estaban demasiado viejos para tener hijos.
Abraham se daba cuenta del problema que significaba tener un hijo a esa edad, pero pensó en las posibilidades, no en las dificultades. Tú también debes hablar soluciones y no ahogarte en los problemas. Échale leña al fuego de la fe no al fuego de la desesperación. Hay personas que vienen a contarme varias veces el mismo problema y nunca proponen soluciones. Esa actitud no es de mucha ayuda y debilita incluso a quienes tienen el ánimo para salir adelante. No te dejes manipular por otras esperanzas contrarias a la tuya, créele al Señor y contempla el problema para afrontarlo.
Otra versión de la Biblia dice: No se enflaqueció en fe. Y otra más asegura: Y porque su fe era robusta no se preocupó.
Imitemos todos a Abraham, seamos hombres y mujeres con una fe robusta, sana y dispuesta a enfrentar los procesos difíciles que nos ayudarán a crecer y ver muchos milagros.
Lo que ya fue y será revelado
Apocalipsis 13:8 no dice: Y la adoraron todos los moradores de la tierra cuyos nombres no estaban escritos en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo.
Aquí se habla del Cordero inmolado desde el principio, cuando todos sabemos que sucedió siglos después. Dios habla en pasado cuando se refiere a nuestro futuro porque todo lo ha hecho y solamente falta que nos sea revelado. Ha Abraham le dijo:”t e he puesto por padre” porque ya lo había hecho aunque faltaba que él se esforzara y confiara para llegar a ser lo que Dios aseguraba. Incluso le cambió de nombre de Abram que significaba: “padre enaltecido, honrado” porque no podía ser un padre exaltado si no tenía hijos. Entonces le nombró Abraham que significa padre de “muchedumbre de gentes”, ya que de esta forma sí se cumpliría lo prometido. Debes creer y hacer lo que Dios ya ha obrado.
Isaías 53:4-5 asegura: Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de
Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.
El profeta Isaías habla en pasado como si ya todo estaba hecho pero se refería a lo que iba a suceder siglos después cuando naciera Jesucristo. La Palabra dice que “por Su llaga fuimos curados”, no dice “seremos curados” porque nuestro Señor ya nos dio la sanidad con Su sacrificio. Hay que esforzarse en la fe para ver hoy lo que ya sucedió en el pasado. Creeré que soy sano cuando vea ese resultado del examen médico que me dice que estoy enfermo. El plan perfecto de Dios en tu vida ya fue ejecutado y será revelado cuando creas. Nuestro Señor primero ejecuta y luego revela si eres capaz de escucharle. La fe es un misterio maravilloso.
Antes que este templo fuera terminado, yo ya había predicado acá, de la misma forma que ya prediqué en el nuevo templo que estamos construyendo. Es como si experimentara un “dejavú”, es decir, un momento que ya viví en el pasado. Algo así sucede con Dios que nos habla hoy de lo que ya hizo pero aún no hemos visto. Nos hace viajar en el tiempo para que luchemos por lo que ya nos ha concedido y debemos ver realizado por fe. Primero te prospera y luego te lo revela si le crees. Esa es la fe que obra en aquellos que confían en Su gracia. Agradécele todo lo que ya hizo en tu vida y dile que te esforzarás por verlo revelado, tal como Él lo desea.
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