04 de junio de 2016
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El amor de Dios es tan grande que debido a la caída del ser humano, lo levantó con lo más preciado que tiene, Su Hijo amado[1]. Es importante que el amor expresado tenga respuesta y se enlace, debemos amar y ser amados. Cuando uno ama y sabe amar, necesita estar dispuesto para aprender a ser amado. La declaración de amor hecha por el Padre y ejecutada por Su Hijo necesita una respuesta, por eso lo amamos, porque Él nos amó primero[2]. Respecto al amor de Dios, primero tenemos la revelación, luego lo correspondemos, para finalmente gloriarnos en ese amor que se manifiesta con bendición en nuestra vida y debemos compartir.
Dios es amor[3] y cuando se activa en nosotros Su amor, buscamos que nuestros dones sirvan para amar a los demás. Prepárate porque te van a mover de lugar, te van a reubicar para servir donde aproveches mejor tus dones. Dios activa tus dones de forma sorprendente, porque cuando menos lo pienses, te asignarán una tarea que crees imposible. Me sucedió cuando me dijeron: “Te toca predicar”. Yo era joven en la escuela dominical. Yo estaba muy nervioso, no encontraba la cita que había recordado que mi mamá me compartía. Me presentan como predicador y yo estaba petrificado, pero prácticamente me empujaron y no había más que predicar. Entonces, recordé la frase de mi madre y la dije: “¿A dónde estabas tú cuando Dios formó el universo?” ¡En ese momento, sentí que se encendió un fuego en mí! Y al día de hoy, no me ha faltado Palabra para compartir. No sé cuál es tu experiencia, pero Aquel que estuvo conmigo en ese lugar tan pequeño y humilde, está contigo para hacer que Su amor se derrame sobre ti y tus dones se manifiesten. No recuerdo qué prediqué ese día, solo recuerdo que fue locura entre la gente y yo sentía que mi garganta ardía. Me dijeron: “Estuvo muy bien, solo que la próxima vez, no necesitas gritar tanto”.
¡Actívate en el amor de Dios y mantén tu conexión con Él! Sin importar cuál es tu asignación, siempre encuentra tiempo para tu relación con Aquel que te ha amado. El que permanece en el amor, permanece en Dios, y Dios en él. El amor se perfecciona para que tengamos confianza[4] y actuemos. Además, hace que el temor desaparezca[5]. Es importante lo que hacemos, pero también cómo lo hacemos, siempre con amor, humildad y sinceridad. Como Él es, somos nosotros, así que cuando tú caminas, es Cristo caminando, cuando hablas, es Él hablando.
Si el Señor te hace una declaración de amor, acéptala, recíbela y créela, así será verdad, esa verdad que te hará libre. Cuando un esposo le dice a su mujer que la ama, ella cree, y esa fe la libera de dudas y celos. Nuestro amor debe ser firme, no debe cambiar según las circunstancia de la vida, como el amor de Dios que es invariable. En el ministerio hay distractores, pero debemos creer que no se trata de la ropa, de lo material, sino del amor de Dios que debemos reflejar y compartir. No hay nada más extraordinario que funcionar en una vida libre del temor, con fe en el amor del Señor.
Jesús es el amor del Padre y recibió la aprobación del Padre, por lo que pudo enfrentarse al enemigo. Le dijo: “Vete, tus palabras no tienen eco en mí, porque soy el amado del Padre.” A partir de allí, comenzó Su ministerio, se convirtió en una fuente de agua viva. Lo primero que Jesús hizo fue transformar el agua en vino, Él es la fuente de Dios para ti, quien te libera de toda opresión.
Cuando te ataca la tristeza, la ansiedad, la soledad y la amargura[6], solo Dios puede liberarte. Dios quiere que sepas que Su amor te protege de toda opresión. Debemos ir más allá de nuestras fallas porque nos alejan del amor de Dios, al pensarnos indignos.
Dios te dice: “Eres mi amado”. Y tu amor hacia Él se fortalece cuando comprendes Su gran amor hacia ti que activa toda bendición. El principio de tu salud se ha activado y el fin de tus enfermedades ha llegado. Recibe salud en el nombre de Jesús. El principio de tu paz se ha activado y ha llegado el fin de la tormenta. El principio de tu libertad se ha activado y ha llegado el fin de la escasez en tu vida. Hay puertas de tesoros que se abren. El principio de una vida abundante y victoriosa ha llegado a ti a través del amor de Dios. ¡Ama a tu prójimo, haz la obra del amor de Dios!
[1] Juan 3:16 asegura: Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
[2] Romanos 5:8 dice: Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.
1 Juan 4:19 asegura: Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero.
[3] 1 Juan 4:16 enseña: Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él.
[4] 1 Juan 4:17 enseña: En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio; pues como él es, así somos nosotros en este mundo.
[5] 1 Juan 4:18 asegura: En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor.
[6] Salmo 31:9-10: Ten misericordia de mí, oh Jehová, porque estoy en angustia; se han consumido de tristeza mis ojos, mi alma también y mi cuerpo. Porque mi vida se va gastando de dolor, y mis años de suspirar; Se agotan mis fuerzas a causa de mi iniquidad, y mis huesos se han consumido.
Salmo 119:28: Se deshace mi alma de ansiedad; susténtame según tu palabra.
Salmo 25:15-16: Mis ojos están siempre hacia Jehová, porque él sacará mis pies de la red. Mírame, y ten misericordia de mí, porque estoy solo y afligido.
Salmo 73:21: Se llenó de amargura mi alma, y en mi corazón sentía punzadas.
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