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¿Hasta cuándo?

30 de marzo de 2013

Tiempo de lectura: 5 minutos

 

Nuestro Padre tiene reservadas abundantes bendiciones para nosotros, aunque en este momento no sean palpables porque estamos enfrentando algún momento difícil. Precisamente porque muchas veces las situaciones se ven poco alentadoras, es importante aprender a vivir los procesos de fe y cuidar las promesas que Él nos ha dado, para que se vean cumplidas y no perder nuestra bendición porque nos dejamos vencer por nuestras emociones y ansiedades.

Por supuesto que en los momentos de prueba, mientras el milagro se cumple, los sentimientos como angustia y afán pueden limitarnos y provocar que  perdamos la fe, por eso, debemos aprender a ministrarlos y dominarlos. No es pecado sentir tristeza, somos humanos y es normal que nos aflijamos frente a los problemas, incluso Jesús sintió tristeza ante la dolorosa prueba que debió enfrentar, sin embargo, se sujetó a la sabia voluntad de Dios para que el proceso se cumpliera y el milagro de salvación sucediera1. Frente al dolor, Él nos enseñó la actitud correcta.

Cuando mi esposa estaba embarazada de nuestra segunda hija, pasábamos por una situación económica difícil y yo me angustiaba porque no veía la forma de costear los gastos del nacimiento. En medio de mi preocupación, el Señor me dio una promesa de provisión sobrenatural, pero yo me desesperaba porque el tiempo pasaba y no se veía claro. Sin embargo, Dios me ayudó a que mi ánimo cambiara, mi fe se fortaleció y me alegré por lo que vendría. Ese mismo día que declaré que no habría escasez en el nacimiento de mi hija, alguien se acercó a mí y me entregó un cheque ¡justo con la cantidad que Dios me había prometido! Entonces comprendí que sin saberlo, con mi angustia, yo estaba limitando mi bendición. Esa fue una gran lección que me ayudó a enfrentar los procesos difíciles con fe y buen ánimo, porque es como decirle al Señor: “Estoy listo, mi fe es fuerte y me alegro porque sé que pronto recibiré lo que me has prometido”. Los momentos de espera de un milagro son difíciles, pero no debes sentirte mal por la angustia que experimentas, aunque sí debes procurar el dominio de tus emociones para guardar tu ánimo y permitir que tu fe en el Señor sea visible. Cuando nos abandonamos a Su voluntad de bien, los milagros ocurren.

En el Salmo 13 leemos que David estaba afligido y le preguntó al Señor hasta cuándo sucedería el milagro que esperaba. Se sentía abandonado por Dios, por lo que necesitaba ser renovado. Entonces, leemos que inmediatamente reaccionó y alabó al Señor, seguro de que Su misericordia lo sostendría en medio de la tribulación2. Cuando te sientas triste por lo que estás enfrentando debes hacer lo que él hizo, clamar al Señor y confiar en que Su misericordia renovará tu entendimiento y fortalecerá tu fe en medio de la aflicción. Entonces, verás cómo cambia tu tristeza en gozo. Dios te da tranquilidad para enfrentar los procesos, si lo buscas, convencido de que para Él no hay nada imposible y que te sostendrá porque te ama. En la tribulación es el mejor momento para adorar a tu Padre Celestial.

Todos queremos que los procesos difíciles sean cortos, y para que así sea debemos buscar al Señor constantemente. Las pruebas nos perfeccionan ya que somos mejores al salir victoriosos de una dificultad, porque nuestro carácter es formado y nuestra fe se fortalece para prepararnos a recibir aún mayores milagros. Pero debemos pedir a Dios sin dudar, sin doble ánimo, convencidos de que nos dará lo que anhelamos3. Al evidenciar que tu fe no falta incluso en las peores circunstancias, demuestras que estás listo para que el proceso termine porque ya te has formado. Por el contrario, si el Señor ve que tus sentimientos negativos son más fuertes que tu fe, sabrá que aún no estás listo para recibir lo que desea darte, ya que no ve en ti la responsabilidad suficiente para cuidar y administrar esa bendición. Nuestro Padre espera darte todo, pero si tú te acercas para reclamarle y hacer berrinche, alargas el proceso de espera hasta que tu fe sea capaz de dominar tus emociones. El ánimo está ligado al tiempo de espera, si es el correcto, el período será corto, así que gózate, tu ánimo debe ser de alegría en el Señor y verás milagros en tu vida.

Renuévate día a día. Si nos acercamos a Dios en todo momento, nuestra fe se fortalecerá para enfrentar la tribulación4. Pero si te renuevas solamente los domingos, desperdiciarás siete días y retrasarás la bendición, por el contrario, si alabas al Señor todos los días, si constantemente le demuestras que te abandonas a Su misericordia, Él verá que estás listo para recibir lo que esperas.

Dios ya nos ha resuelto la eternidad, nos ha regalado la vida y el perdón, así que resolver nuestro futuro inmediato es mucho más fácil. Lo difícil era vencer a la muerte ¡y lo hizo!, así que lo demás es posible y sencillo para Él.

Si analizamos de nuevo la experiencia de David, comprobamos que su proceso llegó a feliz término, ya que en el Salmo 13 dice que el Señor cambió su lamento en gozo, pero luego, en el Salmo 30 afirma que ¡lo ha cambiado en baile!, por lo que podía alabarlo para siempre5, es decir que pudo levantarse cantar y bailar, ¡tal como tú puedes hacerlo ahora! Permite que el gozo y la alegría del Señor cambien tu vida para que te ayude a dominar tus sentimientos negativos. Entrégale tu vida y dale gracias porque resolvió tu eternidad y tiene cuidado de tu futuro. Renueva diariamente tu ánimo, pide con fe, sin dudar, deja atrás la tristeza, canta y baila delante de tu Padre quien te dará nuevas fuerzas para enfrentar cualquier proceso difícil y alcanzar al bendición que te ha prometido. ¡Dale gracias por Su amor y misericordia!

 

Versículos de referencia

 

1 Mateo 26: 38-39 relata: Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo. Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú.

2 Salmo 13: 1-6 dice: ¿Hasta cuándo, Jehová? ¿Me olvidarás para siempre??    ¿Hasta cuándo esconderás tu rostro de mí? ¿Hasta cuándo pondré consejos en mi alma,?Con tristezas en mi corazón cada día??¿Hasta cuándo será enaltecido mi enemigo sobre mí? Mira, respóndeme, oh Jehová Dios mío;?Alumbra mis ojos, para que no duerma de muerte; Para que no diga mi enemigo: Lo vencí.?Mis enemigos se alegrarían, si yo resbalara. Mas yo en tu misericordia he confiado;?Mi corazón se alegrará en tu salvación. Cantaré a Jehová,?Porque me ha hecho bien.

3 Santiago 1:2-8 exclama: Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna. Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor. El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos.

4 2 Corintios 4:16-18 enseña: Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.

5 Salmo 30: 11-12 afirma: Has cambiado mi lamento en baile;?Desataste mi cilicio, y me ceñiste de alegría. Por tanto, a ti cantaré, gloria mía, y no estaré callado.?Jehová Dios mío, te alabaré para siempre.

 

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