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Inmunes al poder del diablo

Inmunes al poder del diablo

15 de octubre de 2017

Tiempo de lectura: 6 minutos

Se avecina una gloria a tu vida que hará parecer irrelevantes tus aflicciones actuales. Hoy quiero hablar acerca de una poderosa herencia que tenemos en Dios.[1]

Sadrac, Mesac y Abed-nego eran trabajadores de Nabucodonosor en el gobierno de Babilonia y servidores de Dios (nótese la diferencia entre un rol y otro). Fueron asignados a una provincia y permanecieron fieles, impecables, justos, honrados y honestos. Un día, Nabucodonosor empezó a creerse Dios y los quiso someter, pero no sabía que con esto estaba cometiendo el error más grande de su vida[2], pues al hacerlo se estaba metiendo con Jehová, un Dios vivo.

Por otra parte, existen dos tipos de herencia: una es la que un hijo tiene por el simple hecho de ser descendiente de su padre, y la otra la que un hijo se gana por servirle. Por defecto, tienes una herencia por ser hijo de Dios, pero si además le sirves, también tendrás la herencia de un hijo servidor. En pocas palabras, serás portador de una herencia doble: la del hijo y la del siervo. No muchos hijos sirven a sus padres, pero estoy seguro que quienes lo hacen son considerados doblemente. Está claro que a algunos hijos les importa la obra de sus padres, a otros no; y a estos tres hombres (Sadrac, Mesac y Abed-nego) les importaba la obra de Dios pues aunque trabajaban para Nabucodonosor, servían al Dios de Israel y esto era suficiente para que ellos se sintieran libres de cualquier tipo de opresión, intimidación o extorsión.[3]

Mucha gente siente temor por la marca de la bestia en el Apocalipsis y pareciera que no han leído que los hijos de Dios también estamos marcados por Él, y quien lleva Su marca jamás tendrá la marca de la bestia. El desastre apocalíptico no es para los hijos del Señor, no somos hijos de ira ni de la noche, sino del día[4]. Nadie puede fabricar un arma que sea capaz de destruirte.[5] [6] Las Escrituras lo dicen claro: no hay nada en el universo capaz de destruir a aquellos que confían en Dios. Esa es la confianza que quiero que tengas en Él. Dios está tan vivo como lo estuvo cuando lanzaron al horno de fuego a Sadrac, Mesac y Abed-nego. En Él estarás seguro porque te ama y quien conspire contra ti estará conspirando en Su contra. A quien te maldiga, Él lo maldecirá; y a quien te bendiga, Él lo bendecirá. No somos portadores de maldición y por eso debemos bendecir hasta al que nos maldice; de lo demás se encargará Dios.

Al diablo le salió el tiro por la culata con Sadrac, Mesac y Abed-nego,[7] asimismo, ningún arma forjada contra ti prosperará y esa es una promesa de Dios para quienes le sirven. La constancia y la persistencia en una creencia es lo que trae los mejores resultados, y si sirves al Señor, las bendiciones vendrán sobre ti y te alcanzarán.[8] Busca primero el reino y todo lo demás será añadido (ten madurez para dejar de buscar la añadidura y deja que sea Dios quien añada). Todo llegará en su tiempo, serás bendito por Dios y más aún: quien se levante contra ti, huirá[9]. En toda prueba Él te esperará para caminar contigo[10] y convertir en un paseo lo que algunos querían convertir en un martirio. Nosotros somos propiedad de Dios[11] y no hay nadie que no cuide su propiedad cuando le ha costado tanto, y a Dios, que tú seas Su propiedad, le costó la sangre de Su hijo Jesucristo. Por tanto, lo mismo que se diseñó para tu destrucción servirá para tu promoción.[12] El diablo ya perdió el partido contra ti y no puede hacer nada para repetirlo porque ya se jugó en la cruz del calvario[13]. Las únicas herramientas que le quedan en tu contra son las palabras que puedas llegar a creer como verdades cuando en realidad no lo son.

La Biblia no dice que llegaremos a ser más que victoriosos en aquél que nos amó (o sea, no está escrito en futuro), sino que ya somos más que victoriosos (habla en tiempo presente). El diablo ya fue derrotado. Él no está cubierto en la sangre del cordero, en cambio tú sí lo estás; su nombre no está escrito en el cielo, el tuyo sí. Él es un perdedor y tú eres más que vencedor.


[1] Romanos 8:16-17: El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.

[2] Daniel 3:14-18: Ahora, pues, ¿estáis dispuestos para que al oír el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música, os postréis y adoréis la estatua que he hecho? Porque si no la adorareis, en la misma hora seréis echados en medio de un horno de fuego ardiendo; ¿y qué dios será aquel que os libre de mis manos? Sadrac, Mesac y Abed-nego respondieron al rey Nabucodonosor, diciendo: No es necesario que te respondamos sobre este asunto. He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado.

[3] Isaías 54:14-15: Con justicia serás adornada; estarás lejos de opresión, porque no temerás, y de temor, porque no se acercará a ti. Si alguno conspirare contra ti, lo hará sin mí; el que contra ti conspirare, delante de ti caerá.

[4] 1 Tesalonicenses 5:5: Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas.

[5] Isaías 54-16-17: He aquí que yo hice al herrero que sopla las ascuas en el fuego, y que saca la herramienta para su obra; y yo he creado al destruidor para destruir. Ninguna arma forjada contra ti prosperará, y condenarás toda lengua que se levante contra ti en juicio. Esta es la herencia de los siervos de Jehová, y su salvación de mí vendrá, dijo Jehová.

[6] Isaías 54:17 TLA: Sin embargo, nadie ha hecho un arma capaz de destruirte.

[7] Daniel 3:19:22: Entonces Nabucodonosor se llenó de ira, y se demudó el aspecto de su rostro contra Sadrac, Mesac y Abed-nego, y ordenó que el horno se calentase siete veces más de lo acostumbrado. Y mandó a hombres muy vigorosos que tenía en su ejército, que atasen a Sadrac, Mesac y Abed-nego, para echarlos en el horno de fuego ardiendo. Entonces estos varones fueron atados con sus mantos, sus calzas, sus turbantes y sus vestidos, y fueron echados dentro del horno de fuego ardiendo. Y como la orden del rey era apremiante, y lo habían calentado mucho, la llama del fuego mató a aquellos que habían alzado a Sadrac, Mesac y Abed-nego.

[8] Deuteronomio 28:1-6: Acontecerá que si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, para guardar y poner por obra todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy, también Jehová tu Dios te exaltará sobre todas las naciones de la tierra. Y vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán, si oyeres la voz de Jehová tu Dios. Bendito serás tú en la ciudad, y bendito tú en el campo. Bendito el fruto de tu vientre, el fruto de tu tierra, el fruto de tus bestias, la cría de tus vacas y los rebaños de tus ovejas. Benditas serán tu canasta y tu artesa de amasar. Bendito serás en tu entrar, y bendito en tu salir.

[9] Deuteronomio 28:7: Jehová derrotará a tus enemigos que se levantaren contra ti; por un camino saldrán contra ti, y por siete caminos huirán de delante de ti.

[10] Daniel 3: 23-25: Y estos tres varones, Sadrac, Mesac y Abed-nego, cayeron atados dentro del horno de fuego ardiendo. Entonces el rey Nabucodonosor se espantó, y se levantó apresuradamente y dijo a los de su consejo: ¿No echaron a tres varones atados dentro del fuego? Ellos respondieron al rey: Es verdad, oh rey. Y él dijo: He aquí yo veo cuatro varones sueltos, que se pasean en medio del fuego sin sufrir ningún daño; y el aspecto del cuarto es semejante a hijo de los dioses.

[11] Isaías 43:1-2: Ahora, así dice Jehová, Creador tuyo, oh Jacob, y Formador tuyo, oh Israel: No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú. Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti.

[12] Daniel 3:26-30: Entonces Nabucodonosor se acercó a la puerta del horno de fuego ardiendo, y dijo: Sadrac, Mesac y Abed-nego, siervos del Dios Altísimo, salid y venid. Entonces Sadrac, Mesac y Abed-nego salieron de en medio del fuego. Y se juntaron los sátrapas, los gobernadores, los capitanes y los consejeros del rey, para mirar a estos varones, cómo el fuego no había tenido poder alguno sobre sus cuerpos, ni aun el cabello de sus cabezas se había quemado; sus ropas estaban intactas, y ni siquiera olor de fuego tenían. Entonces Nabucodonosor dijo: Bendito sea el Dios de ellos, de Sadrac, Mesac y Abed-nego, que envió su ángel y libró a sus siervos que confiaron en él, y que no cumplieron el edicto del rey, y entregaron sus cuerpos antes que servir y adorar a otro dios que su Dios. Por lo tanto, decreto que todo pueblo, nación o lengua que dijere blasfemia contra el Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego, sea descuartizado, y su casa convertida en muladar; por cuanto no hay dios que pueda librar como éste. Entonces el rey engrandeció a Sadrac, Mesac y Abed-nego en la provincia de Babilonia.

[13] Colosenses 2:13:14: Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz.

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