11 de junio de 2021
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Jesús, cuando resucitó, decidió mostrarse como un jardinero[1] (la versión Reina Valera lo describe como un hortelano) y María lo reconoció como tal. ¿Qué significa para el liderazgo de la iglesia que Jesús se haya presentado como un jardinero? Veamos.
Cuando damos una primera impresión todos queremos mostrar nuestra mejor versión. Sin embargo, ¿por qué Jesús decidió mostrarse como hortelano? ¿Por qué su mejor versión fue la de un jardinero? ¿Por qué no se presentó como rey, emperador, César o pastor? ¿Qué tiene de especial que se haya presentado como un hortelano?
Para empezar, un hortelano es el guardián de un jardín; la persona que lo cuida. Adán, el primer hombre, fue el cuidador de un huerto;[2] y Jesús, el segundo Adán, también apareció como hortelano cuando resucitó. Pero tomemos en cuenta que el primer Adán tomó lo que tenía vida y le dio muerte (es por ello que la humanidad entró en una naturaleza pecaminosa), mientras que el segundo (Jesús), por lo contrario, trajo vida a donde había muerte. Esa es la gran diferencia entre ambos. Jesús redimió con su ejemplo la figura del primer Adán.
En nuestro liderazgo debemos pastorear y cuidar el huerto de Dios. Jesucristo venció la muerte, resucitó al tercer día, salvó lo que se había perdido y dio esperanza donde no la había. La promesa para nuestro futuro está en que el reino de los cielos está por venir y, como nosotros formamos parte activa de ese reino, donde hay muerte podremos traer vida. No hay país que sea un caso perdido si la Iglesia se mantiene firme peleando en sus convicciones y valores hasta ver cumplida esta promesa.
Las manos de Jesús continuaron sucias porque, aun hoy luego de haber resucitado, no ha dejado de trabajar. Para rescatar los casos perdidos debemos seguir trabajando con esfuerzo y para ello debemos estar dispuestos a ensuciarnos las manos. Nunca evadas el trabajo que te corresponde hacer dentro del reino de Dios. En el nuevo Testamento Pedro habla de apacentar la grey de Dios.[3] Debemos hacer un esfuerzo por el bienestar de la Iglesia. Un hortelano que imita a Jesús sabe que debe ser dedicado y trabajar.
Así como un jardinero con sus plantas y un pastor con sus ovejas, debemos tomar lo que parecía un caso perdido y seguir trabajando en ello. Este es el ejemplo que nos dio Jesús.[4] Él no dio por perdida nuestra vida, Su espíritu salió en defensa por nosotros y con Él seremos resucitados.[5] Lo mejor está por venir para el liderazgo. Nosotros somos la Iglesia de Cristo, la esperanza en la Tierra. ¡Que tus manos y tu liderazgo sean el reflejo de las manos sucias y tiernas de Jesús!
[1] Juan 20:1-16: El domingo por la mañana temprano, mientras aún estaba oscuro, María Magdalena llegó a la tumba y vio que habían rodado la piedra de la entrada. Corrió y se encontró con Simón Pedro y con el otro discípulo, a quien Jesús amaba. Les dijo: «¡Sacaron de la tumba el cuerpo del Señor, y no sabemos dónde lo pusieron!». Pedro y el otro discípulo se dirigieron a la tumba. Ambos iban corriendo, pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro y llegó primero a la tumba. Se agachó a mirar adentro y vio los lienzos de lino apoyados ahí, pero no entró. Luego llegó Simón Pedro y entró en la tumba. Él también notó los lienzos de lino allí, pero el lienzo que había cubierto la cabeza de Jesús estaba doblado y colocado aparte de las otras tiras. Entonces el discípulo que había llegado primero a la tumba también entró y vio y creyó, porque hasta ese momento aún no habían entendido las Escrituras que decían que Jesús tenía que resucitar de los muertos. Después cada uno se fue a su casa. María se encontraba llorando fuera de la tumba y, mientras lloraba, se agachó y miró adentro. Vio a dos ángeles vestidos con vestiduras blancas, uno sentado a la cabecera y el otro a los pies, en el lugar donde había estado el cuerpo de Jesús. —Apreciada mujer, ¿por qué lloras?—le preguntaron los ángeles. —Porque se han llevado a mi Señor—contestó ella—, y no sé dónde lo han puesto. Dio la vuelta para irse y vio a alguien que estaba de pie allí. Era Jesús, pero ella no lo reconoció. —Apreciada mujer, ¿por qué lloras?—le preguntó Jesús—. ¿A quién buscas? Ella pensó que era el jardinero y le dijo: —Señor, si usted se lo ha llevado, dígame dónde lo puso, y yo iré a buscarlo. —¡María!—dijo Jesús. Ella giró hacia él y exclamó: —¡Raboní! (que en hebreo significa “Maestro”).
[2] Génesis 2:15: Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase.
[3] 1 Pedro 5:4: Ruego a los ancianos que están entre vosotros, yo anciano también con ellos, y testigo de los padecimientos de Cristo, que soy también participante de la gloria que será revelada: Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey. Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria.
[4] Colosenses 3:12 (NTV): Dado que Dios los eligió para que sean su pueblo santo y amado por él, ustedes tienen que vestirse de tierna compasión, bondad, humildad, gentileza y paciencia.
[5] Colosenses 2:12 (NTV): Pues ustedes fueron sepultados con Cristo cuando se bautizaron. Y con él también fueron resucitados para vivir una vida nueva, debido a que confiaron en el gran poder de Dios, quien levantó a Cristo de los muertos.
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