02 de febrero de 2020
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La mejor forma de conocer a Jesús es a través de las Escrituras y de nuestra relación íntima con Él. En su Palabra nos enseña que podemos pedirle todo a nuestro Padre, nos instruye acerca de la importancia de las ofrendas y nos da el ejemplo de cómo amar a nuestros enemigos. Todas estas enseñanzas reflejan la naturaleza del Señor, aunque no todas sean de nuestro agrado, son esenciales para conocerlo.
Debemos aspirar a seguir el ejemplo de Jesús en su paso por la tierra.[1] Aunque nos sorprenda la conducta que mostro durante toda su vida y queramos imitarlo, debemos reconocer que lo que nos salvó fue su sacrificio en la cruz. Con su ejemplo nos señaló el camino y con su sacrificio nos dio salvación.
Si alguien quería conocer a Jesús como carpintero tenía que ver sus muebles, si quería conocerlo como maestro debía conocer sus enseñanzas. Nicodemo le llamaba maestro pero no lo obedecía.[2] No se puede ser discípulo de Jesús sin aplicar lo que Él nos enseña. El mismo que nos salvó, liberó y sanó es quien quiere ser nuestro maestro.
Jesús quería formar un grupo de personas para que aprendieran más de la Palabra de Dios y de cómo aplicarla en sus vidas, a ellos los llamó discípulos. El Señor enseñó usando el contexto de las personas, por eso sus enseñanzas fueron tan relevantes para el que las escuchaba. La disciplina era fundamental en la vida de los discípulos, debido a que era necesario el orden para poder aprender.[3] La disciplina es lo que los diferenciaba del resto de seguidores de Jesús.
El Señor sabe que tenemos necesidad de buscar comida, bebida y vestido pero nos puso prioridades.[4] Primero se busca el reino de Dios para que todo lo demás venga como añadiduras. Él es empático con nosotros, sabe lo que necesitamos, sus enseñanzas son aplicables en la vida cotidiana y eso las hace relevantes en cualquier época. Lo que Jesús enseña hace funcionar el reino de Dios.[5] La obediencia a sus instrucciones es lo que va a desatar la manifestación de su poder sobre nosotros.
Jesús tenía su academia para formar a sus discípulos, a ellos les enseñaba más que a los demás. Todos podían escuchar sus parábolas[6] pero eran unos cuantos los que tenían la oportunidad de escuchar la explicación de cada una de ellas.[7] Aparte de utilizar las parábolas como método de enseñanza, Jesús también le gustaba enseñar a través de conversaciones y demostraciones de poder. ¿Quién no quisiera un maestro como Él? No solo puede salvarnos, también puede discipularnos a través de sus enseñanzas.
No es lo mismo saber algo que hacerlo funcionar. Si un empresario exitoso nos viene a enseñar acerca de negocios seguramente seguiríamos cada consejo que nos dé. Si un atleta de alto rendimiento nos enseña una rutina de ejercicio es muy probable que sigamos al pie de la letra sus instrucciones. Cuando Jesús, el creador del universo, se acerque a nosotros a enseñarnos a vivir, solo debemos obedecerlo.[8]
El Señor Jesús nunca hizo acepción de personas, para Él todos son igual de valiosas. Esto le ayudó a aprovechar cada oportunidad que tenía para enseñar.[9] En uno de los momentos más gloriosos del ministerio de Jesús, Él aprovechó para escoger a doce personas para enseñarles a realizar lo mismo que Él hacía.[10] ¿Quién le iba a decir que no a alguien que sanaba a los enfermos tan solo con tocarlos? En ese momento Jesús abrió su academia de discípulos para aquellos que querían aplicar en su vida todas sus enseñanzas. Hoy en día sigue abierta esa escuela de discípulos y todos estamos invitados a pertenecer a ella.
[1] 1 Pedro 2:21-25: Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente; quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados. Porque vosotros erais como ovejas descarriadas, pero ahora habéis vuelto al Pastor y Obispo de vuestras almas.
[2] Juan 3:1-7: Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos. Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él. Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu,[a] espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo.
[3] Lucas 11:1: Aconteció que estaba Jesús orando en un lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos.
[4] Mateo 6:31-32: No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas.
[5] Mateo 5:1-3: Viendo la multitud, subió al monte; y sentándose, vinieron a él sus discípulos. Y abriendo su boca les enseñaba, diciendo: Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
[6] Mateo 13:2-3: Y se le juntó mucha gente; y entrando él en la barca, se sentó, y toda la gente estaba en la playa. Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo: He aquí, el sembrador salió a sembrar.
[7] Mateo 13:18: Oíd, pues, vosotros la parábola del sembrador.
[8] Lucas 1:21-22: Y entraron en Capernaum; y los días de reposo,[a] entrando en la sinagoga, enseñaba. Y se admiraban de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.
[9] Marcos 12:41-44: Estando Jesús sentado delante del arca de la ofrenda, miraba cómo el pueblo echaba dinero en el arca; y muchos ricos echaban mucho. Y vino una viuda pobre, y echó dos blancas, o sea un cuadrante. Entonces llamando a sus discípulos, les dijo: De cierto os digo que esta viuda pobre echó más que todos los que han echado en el arca; porque todos han echado de lo que les sobra; pero ésta, de su pobreza echó todo lo que tenía, todo su sustento.
[10] Marcos 3:9-15: Y dijo a sus discípulos que le tuviesen siempre lista la barca, a causa del gentío, para que no le oprimiesen. Porque había sanado a muchos; de manera que por tocarle, cuantos tenían plagas caían sobre él. Y los espíritus inmundos, al verle, se postraban delante de él, y daban voces, diciendo: Tú eres el Hijo de Dios. Mas él les reprendía mucho para que no le descubriesen. Después subió al monte, y llamó a sí a los que él quiso; y vinieron a él. Y estableció a doce, para que estuviesen con él, y para enviarlos a predicar, y que tuviesen autoridad para sanar enfermedades y para echar fuera demonios:
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