11 de diciembre de 2011
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Dios es nuestro Creador y desea compartir con nosotros Su sabiduría para que seamos capaces de crear y edificar donde nos involucremos. Porque tener sabiduría no es solamente ser inteligente sino saber qué hacer y cómo aplicar eso que sabemos y conocemos1. Además, la sabiduría no funciona sola ya que la Palabra nos habla de las siete columnas con las que edifica su casa2 , es decir, otros valores como el amor, la prudencia y la diligencia que también deben involucrarse en todo proyecto, pero que toman relevancia a ser utilizados con sabiduría.
Dios quiere aumentar el nivel de gloria en Su casa que eres tú. Él desea darte sabiduría para edificar y llenar tu ambiente con lo bello, lo agradable y bueno ante Sus ojos. Nosotros somos Su tesoro más valioso, lo que más anhela ver en Su casa3. Por eso te dará sabiduría para construir en Su reino y llenarlo con los tesoros más valiosos: Sus hijos amados, toda persona que traigas a Sus pies para ser salva.
La sabiduría de Dios no son datos o conocimiento humano, sino la capacidad de comprender y decidir en cualquier situación4 a través de la revelación del Espíritu Santo. Esta sabiduría se manifiesta de dos formas. La primera es por Su intervención directa como las ocasiones cuando has experimentado que Su poder te abre puertas y pone oportunidades a tus pies de forma inexplicable. La otra forma es a través del entendimiento como la sabiduría que demostró Jesús para administrar el milagro de la multiplicación de los panes y los peces con lo que alimentó a más de cinco mil personas. Si analizamos la Palabra, vemos que Jesús le pidió a Sus discípulos que organizaran a la gente en grupos pequeños y que repartieran la comida. Esa capacidad de analizar y ordenar la situación para beneficiar a otros, solamente puede darla el Señor como manifestación y revelación de Su sabiduría que debe aplicarse en toda circunstancia.
Dios quiere tener un encuentro contigo, quiere darte sabiduría, quiere intervenir poderosamente en tu vida para hacer realidad cada una de tus peticiones. Él desea darte las herramientas para que alcances tu llamado y destino.
Él abrirá los ojos de tu entendimiento, te dará esperanza en Sus promesas y poder para hacer la obra. Todo eso es fruto de la sabiduría que desea compartirte5. De nada sirve la revelación sin fuerza para ponerse a trabajar, de nada sirve el conocimiento dormido que no se practica y proyecta en la realidad de muchos. Y esa capacidad para hacer realidad lo que crees por fe, solamente será posible cuando recibas sabiduría del Señor y avances construyendo tu futuro.
Salomón recibió la sabiduría que pidió para gobernar, y también recibió prudencia y anchura de corazón6. Es decir que fue capaz de comprender todo y tomar buenas decisiones, aprovechar los recursos y maximizar el potencial. Hizo todo esto con la actitud correcta, siempre viendo el panorama completo, no con egoísmo, sino con un corazón amplio, justo, bondadoso. Esto es producto de la sabiduría que Dios le dio y la que desea darte. Ser sabio es tener entendimiento, comprender el proceso de lo que decides y aplicarlo con una actitud generosa, sincera y desinteresada. Ninguna persona sabia es mezquina o egoísta porque comprende que todo es parte del mover de Dios hacia la perfección.
Quizá tú tienes el conocimiento y la experiencia, pero no has alcanzado el máximo de tu potencial porque aún te falta sabiduría. Ahora Dios quiere dártela para que seas esa persona que Él anhela. Verás todo el panorama con claridad para alcanzar el éxito en tu empresa, en tu matrimonio y en tu ministerio.
La oración de David después de pecar fue de agradecimiento porque Dios le hizo ver la verdad con sabiduría. Así que prepárate porque el Señor desea darte el entendimiento y la creatividad que vienen de Su sabiduría. No importa si fallaste, porque al reconocer tu falta, te conviertes en esa persona que busca la justicia y reconoce que solo con la sabiduría de Dios es posible edificar, crecer y prosperar más allá de todo entendimiento.
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