03 de octubre de 2021
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Cuando celebramos la Santa Cena lo hacemos en memoria de Cristo.[1] Él así lo hizo antes de ser crucificado. Solo una persona llena del Espíritu Santo puede tener tanta paz y llamar a comer a su círculo de amigos íntimos sabiendo que, acto seguido, será sacrificado. Para morir en paz necesitamos saber a dónde vamos (dicha que tenemos quienes creemos en Jesús, pues sabemos que la salvación no es por obras, sino por gracia) y que a nuestros hijos les irá bien. Con eso podemos morir en paz.
Pero mientras tanto, para que haya avivamiento, debemos anunciar a Jesús hasta que Él venga.[2] El avivamiento ocurre cuando algo se hace repetitivamente, no solo una vez al mes (no hay satisfacción más grande que lograr que muchas personas se acerquen a Cristo a través del avivamiento que provocamos). De manera que al tomar la Cena del Señor debemos hacerlo en memoria de Él, anunciarlo hasta que venga y examinarnos a nosotros mismos.[3]
Hay tres sucesos que tienen relación con la cruz de Cristo: el perdón de pecados y la salvación (porque los llevó en Su cuerpo),[4] la sanidad de nuestras enfermedades (porque por Su llaga fuimos curados)[5] y la bendición y prosperidad (porque se hizo pobre para que nosotros fuésemos prósperos).[6] Jesús fue sacrificado por esas tres situaciones y esta es una verdad que debemos tener presente como individuos y como iglesia. Por lo tanto, no permitas que personas te contaminen con percepciones incorrectas de verdades bíblicas.
Jesús cargó con nuestras enfermedades y nuestros pecados[7] por medio de la cruz. Él no pecó, pero llevó nuestros pecados. No era pecador, pero salvó a los pecadores. No se enfermó, pero se llevó nuestras enfermedades. No fue pobre, pero se llevó nuestra pobreza… Todo ocurrió en la cruz. Él pagó ese precio.[8]
El Padre deseó salvarnos, Jesús pagó el precio de nuestra salvación y el Espíritu Santo nos hizo nacer de nuevo. El Padre desea sanarnos, Jesús pagó el precio y el Espíritu Santo te trae la sanidad. Así es como opera la trinidad. El Espíritu Santo es el vehículo que nos trae todas las bendiciones que Jesús pagó en la cruz y está entre nosotros[9] para salvarnos, sanarnos y prosperarnos.
[1] 1 Corintios 11:23-25: Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan; y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí. Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí.
[2] 1 Corintios 11:26: Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga.
[3] 1 Corintios 11:27-31: De manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor. Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa. Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí. Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen. Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados.
[4] 1 Pedro 2:24-25: [Cristo] quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados. Porque vosotros erais como ovejas descarriadas, pero ahora habéis vuelto al Pastor y Obispo de vuestras almas.
[5] Isaías 53:3-5: Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.
[6] 2 Corintios 8:9: Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos.
[7] Isaías 53:6: Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.
[8] Hechos 10:37-38: Vosotros sabéis lo que se divulgó por toda Judea, comenzando desde Galilea, después del bautismo que predicó Juan: cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.
[9] Hechos 10:44-45: Mientras aún hablaba Pedro estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el discurso. Y los fieles de la circuncisión que habían venido con Pedro se quedaron atónitos de que también sobre los gentiles se derramase el don del Espíritu Santo.
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