03 de diciembre de 2016
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El congreso Hechos 29 se llama así porque nuestra historia como discípulos de Jesús continúa. Tenemos la responsabilidad de avanzar en la obra que Jesús inició y relatar lo que acontece, porque la Iglesia somos nosotros y sabemos que el mayor avivamiento está por suceder. Será como en la época de Pablo, quien extendió el Evangelio sin precedentes. De hecho, sabemos que en un tiempo, permaneció en Roma, en una casa alquilada y predicaba sin limitación o impedimento. ¿Te imaginas? Alquilar una casa en Roma es equivalente a alquilar en Nueva York[1]. Te aseguro que el Señor proveerá lo que necesites para compartir Su Palabra y no te faltarán recursos para realizar Su obra.
Desde el inicio de la Iglesia, después que Jesús ascendió al cielo y descendió el Espíritu Santo, los discípulos hemos cambiado dramática e inevitablemente. Por supuesto que ya no somos los pescadores barbudos con túnica, aunque la barba ahora está de moda, pero nuestra apariencia depende de la época, sin embargo, nuestro mensaje es el mismo, tiene la misma vigencia y poder de hace dos mil años. El amor y la salvación no pasan de moda. Cuando recibí a Cristo en mi corazón, llegué a la iglesia con un paquete de cigarros en la bolsa del jeans roto, el pelo largo y la apariencia de un joven de esa época. ¡Gracias a Dios me dejaron entrar! Y cuando le entregué mi vida al Señor, mi apariencia se fue transformando, pero siempre fue un joven a la moda. Mis costumbres sí cambiaron dramáticamente, por supuesto que ya no compré licor ni cigarrillos. Invertía mi dinero en comprar Biblias que regalaba y era “malvado” para buscar almas para el Señor. Al momento de hacer el llamado, casi los amenazaba: “Tienes treinta segundos para decidirte”. Es decir que ¡evangelizaba como podía! Y mi experiencia en el mundo cristiano ha sido variada. He recibido críticas y halagos porque a veces la religiosidad es más fuerte que el amor al prójimo, y eso es justo lo que debemos cambiar ahora. Hubo una época en la que me sentí muy afectado porque veía que los cristianos se preocupaban más por la forma que por compartir el mensaje, parecía que los fariseos habían vuelto y me veía rodeado de cristianos con máscaras. ¡Si no te vestías como dictaba la norma, no eras hijo de Dios!
Ahora, gracias al Señor, estamos viendo cambios y como cristianos comprometidos con nuestra misión de amor, es bueno que hagamos a un lado la rigidez de la forma y aprendamos sobre la ley de la atracción. Cuando alguien te atrae, significa que te captura, llama tu atención significativamente, como cuando conoces a la mujer de tu vida. En mi caso, claro está, me sucedió con Sonia, mi esposa. Al verla creo que hasta hablé en lenguas. La Iglesia debe ser así, debemos atraer y para lograrlo es necesario que nuestra forma sea atrayente para compartir el impactante mensaje de nuestro Señor, esa doctrina que ha trascendido durante siglos[2]. El mensaje es relevante y la apariencia o forma es importante en la medida que atrae, porque tampoco sirve una hermosa apariencia vacía, sin sustancia, sin contenido, así como una persona hermosa es como un cerdo con un anillo en la nariz. Lo que llevas dentro, tu mensaje es lo valioso, aunque la forma de compartirlo debe ser atractiva y tu testimonio consistente para que sea evidente el poder de Aquel a quien representas. El mundo está listo, hay mucha necesidad de interés, cariño y afecto, justo lo que nosotros tenemos para dar, así que la Iglesia crecerá, tu grupo crecerá si la gente ve que eres capaz de mantener una amistad, que te interesas por los demás, que puedes hospedar a alguien que no tiene dónde vivir y brindar apoyo a quienes necesitan. Esa es la atracción real de una Iglesia, porque uno se quiere parecer a alguien por su corazón.
Jesús vendrá por una Iglesia en su mayor esplendor de gloria, sin mancha[3], llena de Palabra, amor, unción y recursos, pero no por sí misma, sino por la gracia de nuestro Salvador. Cuando Jesús venga será por una iglesia sin arruga, es decir, rejuvenecida, con un espíritu joven, renovado, fresco. Y que esto suceda depende de nosotros, así que empecemos a modernizarnos y santificarnos para aplicar la ley de la atracción. Cuando en la iglesia cambiamos el podio de madera por uno transparente, hubo gente que se fue escandalizada. ¿Por qué no es pecado modernizar tu teléfono y televisor, pero sí es pecado actualizar tu imagen para atraer a más personas? ¿Por qué escandalizarte por las luces en un evento de adoración si Dios es el Padre de la luz? Las formas tienen mucha fuerza para atraer o para condenar. Yo no quiero envejecer con la iglesia, quiero mantener mi actitud joven porque las generaciones emergentes son parte vital del cuerpo de Cristo. Por ejemplo, el promedio de edad de los guatemaltecos es 22 años, y según la experiencia de Casa de Dios, 16 años es el promedio de edad para recibir a Jesús. Entonces, ¿en quiénes debemos enfocarnos?
De qué nos sirve mantener ciertas estructuras y convenciones, si la Iglesia trascenderá solamente al atraer a nuestros hijos y a sus hijos. Cuando mi hija estaba pequeña y construimos el primer templo, me preguntó si las butacas tendrían dónde poner la bebida y las palomitas de maíz, en otras palabras, preguntaba si la iglesia sería alegre. Así que avivémonos para propiciar el avivamiento. Una periodista que investigaba el impacto político de la iglesia en Guatemala, al profundizar su experiencia, cambió el tema y habló sobre las múltiples opciones que tienen los guatemaltecos para conocer a Jesús. ¡Genial! En Casa de Dios hemos comprendido estas tendencias y nos interesamos por enfocarnos en los jóvenes. Ahora tenemos Lead que es una opción nueva y fresca; incluso han producido un disco, y ha sido tan bueno que personas especializadas nos han dicho que podría ganar un Grammy. Aplicamos la ley de la atracción que solamente se suma a lo más importante: la unción del Espíritu Santo, la Palabra, los milagros y la atención a las personas.
David se dedicó a su reinado y también anunciaba al Señor. Es posible ser rey y conquistador, siempre con la humildad de reconocer que es Dios quien lo ha hecho. Él le pedía a Dios que no lo desamparara en su afán por compartir su fe con las nuevas generaciones[4]. Clamaba por constante renovación para mantenerse conectado con su pueblo. David quería anunciar al Señor en todo tiempo y a todos. Declaremos que anunciaremos al Señor siempre, sin importar nuestra edad. Anunciemos al Señor desde nuestra juventud y hasta nuestra vejez. Él nos dará frescura para lograrlo.
Compartamos de gracia lo que de gracia hemos recibido, porque Jesús fue quien asumió el castigo que por ley merecíamos y nos dio el perdón, el amor y la verdad[5]. Dios podría decirnos: “Si Yo fui capaz de cambiar de la ley a la gracia y el precio de ese cambio lo pagó Mi Hijo, ¿por qué ustedes se rehúsan al cambio y no se renuevan con tal de alcanzar a más personas”. Si Jesús no hace ese cambio, los gentiles no seríamos salvos. ¡Logramos nuestra salvación gracias a un cambio! Hagamos lo que tengamos que hacer para que la gente crea en Dios. Si nos tenemos que poner de cabeza o pintarnos de verde, pues hagámoslo. Si la gente entiende el lenguaje del rock, ¡háblales a través del rock! Cambiemos nuestro lenguaje si es necesario. Si entienden reggaetón, háblales así, lo importante es que escuchen el mensaje. Las formas sirven para llevar el mensaje. Dios fue al cambio, ¿no lo harás tú?
Los cristianos decidimos cambiar la forma de los templos para que vengan más personas. ¿Sabías que las formas arquitectónicas en el mundo, en gran manera fueron establecidas por los templos? Antes se le llamaba pagano al que comía en el templo, ahora tenemos un coffee shop y librerías para que las personas encuentren comodidad. Necesitas la forma correcta para llevar el Evangelio a diferentes personas. Busca ser relevante en contenido y forma. ¿De qué sirve estar a la moda si no eres templo del Espíritu Santo? ¿De qué sirve ser templo de Espíritu Santo si nadie recibe bendición con ello? Si Dios fue capaz de cambiar de la ley a la gracia para salvarnos, nosotros también podemos cambiar y adaptarnos para llevar esa salvación a toda criatura. Cuando confías más en tus métodos y no te adaptas, pierdes vigencia. Sabemos que lo único seguro es el cambio. Lo único estable es mantenerse en movimiento. Sigue moviéndote, evoluciona, adáptate para que más personas alcancen salvación. Muchos anhelan la unción, pero no la forma porque les asusta que los empujen o los obliguen a sentir algo que no comprenden. Seamos auténticos, agradables y accesibles. Recibamos al Espíritu Santo para que nos renueve, nos libere de convencionalismos y podamos compartir Su Palabra a todas las generaciones.
[1] Hechos 28:30-31: Y Pablo permaneció dos años enteros en una casa alquilada, y recibía a todos los que a él venían, predicando el reino de Dios y enseñando acerca del Señor Jesucristo, abiertamente y sin impedimento.
[2] Hechos 2:42-47: Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones.
[3] Efesios 5:27: A fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha.
[4] Salmos 71:17-18 DHH: Dios mío, tú me has enseñado desde mi juventud, y aún sigo anunciando tus grandes obras. Dios mío, no me abandones aun cuando ya esté yo viejo y canoso, pues aún tengo que hablar de tu gran poder a esta generación y a las futuras.
[5] Juan 1:16-17: De su abundancia todos hemos recibido un don en vez de otro; porque la ley fue dada por medio de Moisés, pero el amor y la verdad se han hecho realidad por medio de Jesucristo.
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Bendiciones | Fe | Iglesia | Oración | Relación con Dios | Unción
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