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De la mano de Dios

De la mano de Dios

11 de febrero de 2018

Tiempo de lectura: 5 minutos

Desde que somos pequeños, nos sentimos más seguros cuando vamos de la mano de alguien. Por ejemplo, nos sentimos protegidos cuando nuestros hermanos mayores o nuestros padres nos conducen de la mano. De igual manera, nos sentimos protegidos cuando vamos de la mano de Dios.

Pero no todas las manos tomarán las nuestras para hacernos sentir así. Habrá manos de enemigos que nos querrán someter, tal como le sucedió más de una vez al pueblo de Israel.[1] Si Dios te llamó a ser próspero, el diablo será capaz de hacer lo que sea para hacerte creer lo contrario, porque él solo vino a engañar, a robar, a matar y a destruir. Nuestra lucha en esta tierra no es contra carne ni sangre sino contra principados y espíritus de maldad.[2]

Recuerdo que hace algún tiempo, navegando por una página web de películas, me apareció un mensaje que decía algo más o menos así: “Su computadora tiene un problema grave, llame al número 1-800… para solucionarlo”. Llamé y al otro lado de la línea me contestó alguien que hablaba inglés con acento hindú. Esta persona me hizo algunas preguntas y me hizo creer que le había hecho un diagnóstico a mi computadora y que para solucionar el problema era urgente que comprara un antivirus que él mismo me vendería, que tenía que facilitarle los datos de mi tarjeta de crédito para efectuar la compra. En ese momento desconfié y colgué de golpe. Inmediatamente después pedí asesoría a un amigo y me hizo ver que todo aquello se trataba de un engaño. Las personas que estaban detrás de aquel mensaje de internet, astutamente, me hicieron creer que mi computadora tenía un problema para que confiara en ellos. Querían engañarme para quedarse con mi dinero. ¡No caigas cuando algunas personas te dicen que necesitas algo que realmente no necesitas!

Lo único que quieren hacer es quedarse con las bendiciones que el Señor te ha dado. Él quiere librarte de ese tipo de engaños y te librará de la mano del enemigo que te aflige y quita la paz, tal como lo hiciera con los israelitas.[3] Si puedes dar testimonio de la mano de Dios actuar en otras personas, declara que esa misma mano permanecerá contigo. Muchas veces lo has visto rescatar a Sus hijos y te aseguro que lo verás una y otra vez.

En más de veinte años de Casa de Dios, hemos visto cómo la mano del Señor ha levantado negocios en quiebra, ha restaurado matrimonios cuando no había esperanza y ha sanado enfermos que la medicina declaraba incurables. Esa es la misma mano que está contigo, pero debes saber que Él también usará tus manos como una extensión de las Suyas para ayudar y salvar a otros.[4] Eso es parte del mandamiento más importante: amar.

Otro punto que debes tomar en cuenta es que, aunque las manos de Dios estén con nosotros, son nuestras propias manos las que deben trabajar y esforzarse por alcanzar un objetivo.[5] Te pondré un ejemplo personal. En la universidad estudié Administración de Empresas y saqué una especialidad en emprendimiento. Hace años, cuando me gradué, tuve una idea que siempre creí la más genial del mundo, y consistía en organizar un campeonato interescolar de fútbol cinco dirigido a distintos colegios. Mi idea no se limitaba a hacer un torneo, sino a organizar una liga de campeones, lanzar álbumes de calcomanías… Tan ilusionado estaba con esa idea, que… ¿qué crees que pasó? Nada. No pasó absolutamente nada porque mis manos se ilusionaron, pero no se esforzaron, simplemente no trabajaron para lograrlo. Muchas veces nos quedamos estancados en ese punto: en una simple ilusión.

Nos ilusiona que las cosas cambien para bien, que nuestra situación familiar o financiera cambie para bien, que nuestro país cambie para bien, claro, pero ¿estamos dispuestos a salir de esa ilusión y a trabajar por ello? ¿Nuestras manos se esforzarán para lograrlo? Yo sí creo que cosas buenas podrían llegar a pasar en nuestra vida, en nuestra familia y en nuestro país, pero solo si nos esforzamos por lograrlo.

Por último, no olvides que, así como tú extiendes tus manos para ayudar y proteger a otras personas, muchas manos también orarán por ti en nombre Dios,[6] así que no te sientas solo. Además, demuéstrale a quienes te rodean que no están solos y pide a Señor que tome tus manos para ayudarlos y bendecirlos, así como Él te ayuda y bendice.


[1] Jueces 6:1-6: Los hijos de Israel hicieron lo malo ante los ojos de Jehová; y Jehová los entregó en mano de Madián por siete años. Y la mano de Madián prevaleció contra Israel. Y los hijos de Israel, por causa de los madianitas, se hicieron cuevas en los montes, y cavernas, y lugares fortificados. Pues sucedía que cuando Israel había sembrado, subían los madianitas y amalecitas y los hijos del oriente contra ellos; subían y los atacaban. Y acampando contra ellos destruían los frutos de la tierra, hasta llegar a Gaza; y no dejaban qué comer en Israel, ni ovejas, ni bueyes, ni asnos. Porque subían ellos y sus ganados, y venían con sus tiendas en grande multitud como langostas; ellos y sus camellos eran innumerables; así venían a la tierra para devastarla. De este modo empobrecía Israel en gran manera por causa de Madián; y los hijos de Israel clamaron a Jehová.

[2] Efesios 6:12: Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.

[3] Jueces 6-7-9: Y cuando los hijos de Israel clamaron a Jehová, a causa de los madianitas, Jehová envió a los hijos de Israel un varón profeta, el cual les dijo: Así ha dicho Jehová Dios de Israel: Yo os hice salir de Egipto, y os saqué de la casa de servidumbre. Os libré de mano de los egipcios, y de mano de todos los que os afligieron, a los cuales eché de delante de vosotros, y os di su tierra.

[4] Jueces 6:36: Y Gedeón dijo a Dios: Si has de salvar a Israel por mi mano, como has dicho.

[5] Jueces 7:9-11: Aconteció que aquella noche Jehová le dijo: Levántate, y desciende al campamento; porque yo lo he entregado en tus manos. Y si tienes temor de descender, baja tú con Fura tu criado al campamento, y oirás lo que hablan; y entonces tus manos se esforzarán, y descenderás al campamento. Y él descendió con Fura su criado hasta los puestos avanzados de la gente armada que estaba en el campamento.

[6] Jueces 7:16-21: Y repartiendo los trescientos hombres en tres escuadrones, dio a todos ellos trompetas en sus manos, y cántaros vacíos con teas ardiendo dentro de los cántaros. Y les dijo: Miradme a mí, y haced como hago yo; he aquí que cuando yo llegue al extremo del campamento, haréis vosotros como hago yo. Yo tocaré la trompeta, y todos los que estarán conmigo; y vosotros tocaréis entonces las trompetas alrededor de todo el campamento, y diréis: ¡Por Jehová y por Gedeón! Llegaron, pues, Gedeón y los cien hombres que llevaba consigo, al extremo del campamento, al principio de la guardia de la medianoche, cuando acababan de renovar los centinelas; y tocaron las trompetas, y quebraron los cántaros que llevaban en sus manos. Y los tres escuadrones tocaron las trompetas, y quebrando los cántaros tomaron en la mano izquierda las teas, y en la derecha las trompetas con que tocaban, y gritaron: ¡Por la espada de Jehová y de Gedeón! Y se estuvieron firmes cada uno en su puesto en derredor del campamento; entonces todo el ejército echó a correr dando gritos y huyendo.

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