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¡La misión es posible!

28 de abril de 2017

Tiempo de lectura: 5 minutos

Jonatán, hijo del rey Saúl, protagonizó una de las proezas militares más impresionantes de la Escritura, cuando acompañado solo por su escudero, decidió enfrentar a todo el ejército filisteo. Se relata que tenían que subir hasta la cumbre de un monte, debían enfrentar, pelear y vencer a todo el ejército enemigo[1]. Esta sería una misión imposible, pero Dios es experto en los imposibles, hace curable, pagable y posible lo que no es. Esta historia se parece a nuestra vida, ya que hay retos y sueños que parecen imposibles, pero, con nuestro Señor, la misión es posible. A pesar de tu pasado y de tus problemas, tu sueño, tu llamado, tu ministerio, tu misión son posibles. Lo imposible es solo una opinión, nunca un hecho. Las personas que nunca han entrado a una tierra prometida, que nunca han matado a un gigante, te dirán que es imposible, pero sabemos que para quien cree todo es posible.  La palabra imposible no debe incluirse en el vocabulario de ningún hijo del Rey y Señor del universo. Las promesas que Dios te ha dado son posibles en el nombre de Jesús. Revisemos cuatro principios que te ayudarán.

Israel estaba en guerra contra los filisteos, a pesar de ello, Saúl y los sacerdotes estaban descansando. Creo que Jonatán, cansado de ver la pasividad de los líderes, decidió hacer algo. Su primera característica es la iniciativa. Hoy en día, la apatía, la pasividad, la pereza son una plaga, sobre todo por las cosas espirituales. A Jonatán nadie lo motivó para que fuera a pelear, tuvo iniciativa. La misión es posible, pero debemos tener iniciativa. Fallarás el 100% de disparos que no intentes. Para meter un gol hay que patear la pelota; para cosechar hay que sembrar; para obtener hay que pedir y esforzarse. La misión es posible, pero debemos iniciar, dar el primer paso. Muchos no se atreven a comenzar algo nuevo, a dar un paso hacia lo desconocido, no se sienten capaces, pero Dios ya te dio la unción, el potencial y la capacidad para vencer y conquistar.

Jonatán tenía que pasar entre dos rocas. Boses que significa roca espinosa y Sene que significa roca resbalosa. Cada vez que Jonatán ponía su mano para escalar la roca espinosa, había una dosis de dolor, de sacrificio. La primera roca representa el sacrificio para llegar a la cumbre. Hay que pagar un precio, la misión es posible, pero no es fácil ni gratis. No hay ascensor, hay que escalar y te aseguro que valdrá la pena hacerlo. Los sueños de Dios son gratis, pero el proceso de lograrlos se vende por separado. Todo lo que vale la pena demanda esfuerzo, sacrificio y trabajo. Hay que estar dispuestos a esforzarnos por lo que queremos, de lo contrario, lo que queremos se convierte en el sacrificio. A pesar de la prueba y el dolor, no te rindas, no renuncies a ese sueño, no abortes las promesas de Dios, sigue adelante. Nunca encontrarás Sus promesas en rebaja, hay que pagar el precio por alcanzarlas. Todo lo que crece experimenta una dosis de dolor, así que evadir el dolor es evadir el crecimiento. Si no está doliendo, no estás creciendo. Si no te gusta pasar pruebas y dificultades, enfrentar retos y desafíos, mejor cambia de rumbo. Alcanzar las promesas del Señor requiere hombres y mujeres que tomen la toalla, pero no para tirarla, sino para secarse el sudor y las lágrimas, porque no se van a rendir. No es fácil, pero valdrá la pena. La fe no hace que las cosas sean fáciles, provoca que sean posibles. Muchos ven la gloria, pero hay que ver la historia, porque detrás de una persona exitosa hay sacrificio y esfuerzo.

La segunda roca, Sebe, era resbalosa y ponía a Jonatán en riesgo de caer. La misión es posible, pero hay que dar pasos de fe, hay que correr riesgos. Debemos atrevernos a dejar nuestra comodidad y lanzarnos hacia lo desconocido. Todo en la vida tiene una dosis de riesgo. Empezar un negocio, casarse, estudiar una carrera, es arriesgado. El peor riesgo es no correr riesgos; debemos ser audaces para asumir retos. Los barcos están seguros en el puerto, pero no fueron hechos para estar atracados. Debes levantar el ancla y avanzar. Los grandes capitanes no se forman en tierra sino en alta mar. la fe de Jonatán por ganar era más grande que su temor a morir. La fe no es ausencia de temor, sino la capacidad de superarlo, de avanzar a pesar de todo. Jonatán se arriesgó y Dios le dio una victoria. Cuando te atreves a hacer lo que nadie quiere, Dios te da lo que todos quieren alcanzar. El conformismo te dirá: “NO subas, es mucho trabajo”. El temor te dirá: “No subas, es muy peligroso”. Dios te dice: “¡Avanza, Yo te daré la victoria!”

Rodéate de quienes te motiven, quienes te acompañen y se arriesguen contigo[2]. Ten cuidado de a quién le cuentas tus sueños. Las personas que piensan que algo es imposible no deberían estorbar a quienes lo estamos intentando. Jonatán tuvo iniciativa, pasó por los peñascos, uno espinoso y otro resbaloso. Era una montaña muy empinada, escarpada. No necesitas un ejército para hacer posible tu misión, pero sí necesitas determinación. La iniciativa es la fuerza para empezar, y la determinación es la fuerza para continuar. Es importante empezar, pero más importante es continuar con esa familia, ese matrimonio, ese ministerio, ese proyecto. Jonatán estaba dispuesto a todo. La misión es posible, aunque no es para cobardes, demanda valor porque rendirse no es una opción.

Cuando yo enfrenté una terrible crisis de salud y creía por un milagro de sanidad, Dios me dijo: “Hay dos clases de milagros; puedo librarte del horno de fuego, darte sanidad sobrenatural, pero hay una segunda clase de milagro, tan poderoso como sanarte y es acompañarte en el proceso, en el horno de fuego. Muchas veces te libraré, pero otras veces te voy a acompañar”. Somos vulnerables y le pedimos al Señor que se manifieste, que nos ayude, que nos acompañe, que, a pesar de todo, en ese momento de prueba, esté con nosotros, que nos sostenga, que Su Palabra, Sus promesas se cumplan en nosotros. Dios no te ha abandonado, Él está contigo, te sostiene, te guarda las espaldas, no es fácil, pero vale la pena porque los sueños que Él ha puesto en ti se cumplirán. Su gracia, Su amor te abrazará, Su Espíritu te consolará, te levantará; solo Él llega donde nadie más puede, sana y restaura como nadie puede lograrlo. ¡Recíbelo, acéptalo!


[1] 1 Samuel 14:1-6: Aconteció un día, que Jonatán hijo de Saúl dijo a su criado que le traía las armas: Ven y pasemos a la guarnición de los filisteos, que está de aquel lado. Y no lo hizo saber a su padre. Y Saúl se hallaba al extremo de Gabaa, debajo de un granado que hay en Migrón, y la gente que estaba con él era como seiscientos hombres. Y Ahías hijo de Ahitob, hermano de Icabod, hijo de Finees, hijo de Elí, sacerdote de Jehová en Silo, llevaba el efod; y no sabía el pueblo que Jonatán se hubiese ido. Y entre los desfiladeros por donde Jonatán procuraba pasar a la guarnición de los filisteos, había un peñasco agudo de un lado, y otro del otro lado; el uno se llamaba Boses, y el otro Sene. Uno de los peñascos estaba situado al norte, hacia Micmas, y el otro al sur, hacia Gabaa. Dijo, pues, Jonatán a su paje de armas: Ven, pasemos a la guarnición de estos incircuncisos; quizá haga algo Jehová por nosotros, pues no es difícil para Jehová salvar con muchos o con pocos.

[2] 1 Samuel 14:7: Y su paje de armas le respondió: Haz todo lo que tienes en tu corazón; ve, pues aquí estoy contigo a tu voluntad.

1 Samuel 14:13: Y subió Jonatán trepando con sus manos y sus pies, y tras él su paje de armas; y a los que caían delante de Jonatán, su paje de armas que iba tras él los mataba.

 

 

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