23 de mayo de 2023
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Existen bambús de diferentes especies, sin embargo, hay uno en especial que se siembra, pero no brota sino cinco o siete años después. Cuando sale el primer retoño puede llegar a crecer un metro por semana. Es una planta que enseña sobre tener paciencia. No dejes de sembrar, regar y compartir la Palabra de Dios porque a su tiempo dará fruto. Durante esos años de espera, la semilla crece en sus raíces porque Dios trabaja en ellas. Las raíces son las encargadas del anclaje, la absorción del agua y el almacenamiento de nutrientes. Además, entre más profundas sean, mayor estabilidad brindarán. El crecimiento firme y fuerte de un árbol depende de la sanidad de sus raíces. Tu crecimiento será acelerado.
Cuando uno prueba el fruto sabe qué tan sana estaba la raíz. Con la raíz de amargura nos damos cuenta hasta que alguien prueba nuestro fruto.[1] La Biblia dice: “Por los frutos los conoceréis”. El fruto se nutre por la calidad de agua que le echemos a la raíz, por lo tanto, expongamos la raíz delante de Dios para que arranque de ella todo orgullo, altanería, prepotencia… El Señor cambiará nuestro fruto, por eso se tarda trabajando en las raíces; porque si el fundamento está mal, crecen frutos que contaminan, no que bendicen.
Las claves de nuestro crecimiento —la generosidad,[2] el ayuno[3] y la oración[4]— deben ser trabajadas en secreto para que el fruto sea sano. El fruto es público, la raíz es secreta. Por eso, nada de lo que Dios trabaja en secreto se queda oculto. Si buscamos la forma de aparentar un fruto público sin haber cuidado la raíz, ese fruto no está bendecido por el Señor.[5] Él nos lleva a lo secreto para trabajar en nuestro corazón y que crezca un fruto permanente.
Los apóstoles fueron perseguidos porque creían en Jesús y predicaban el Evangelio, pero se tenían que ocultar. En el cuarto donde se escondían había 120 personas,[6] pero llegó el Espíritu Santo y hubo un estruendo que hizo que las personas llegaran a esa casa: lo que estaba secreto dejó de estarlo.[7] Lo que pasó en una habitación impactó a una ciudad. El Espíritu Santo descendió; y cuando era el tiempo de que saliera el brote de ese bambú, en un solo día fueron bautizados tres mil.[8] Lo que Dios ha estado trabajando en secreto traerá fruto a Su tiempo. Las Escrituras nos invitan a no cansarnos de hacer el bien porque a su tiempo vamos a cosechar.
[1] Hebreos 12:15: Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados.
[2] Mateo 6:3-4: Mas cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.
[3] Mateo 6:17-18: Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, para no mostrar a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.
[4] Mateo 6:6: Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.
[5] Mateo 6:1 (RVC): Cuidado con hacer sus obras de justicia sólo para que la gente los vea. Si lo hacen así, su Padre que está en los cielos no les dará ninguna recompensa.
[6] Hechos 1:13-15: Y entrados, subieron al aposento alto, donde moraban Pedro y Jacobo, Juan, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Jacobo hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas hermano de Jacobo. Todos estos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos. En aquellos días Pedro se levantó en medio de los hermanos (y los reunidos eran como ciento veinte en número).
[7] Hechos 2:1-6 (RVC): Cuando llegó el día de Pentecostés, todos ellos estaban juntos y en el mismo lugar. De repente, un estruendo como de un fuerte viento vino del cielo, y sopló y llenó toda la casa donde se encontraban. Entonces aparecieron unas lenguas como de fuego, que se repartieron y fueron a posarse sobre cada uno de ellos. Todos ellos fueron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu los llevaba a expresarse.
En aquel tiempo vivían en Jerusalén judíos piadosos, que venían de todas las naciones conocidas. Al escucharse aquel estruendo, la multitud se juntó, y se veían confundidos porque los oían hablar en su propia lengua.
[8] Hechos 2:41-42: Fue así como los que recibieron su palabra fueron bautizados, y ese día se añadieron como tres mil personas, las cuales se mantenían fieles a las enseñanzas de los apóstoles y en el mutuo compañerismo, en el partimiento del pan y en las oraciones.
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