09 de abril de 2016
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Cuando Jesús le pidió a los discípulos que pasaran al otro lado del lago en una barca, ellos obedecieron, pero se desató una terrible tormenta que los asustó. Jesús dormía muy tranquilo. Seguramente estaba agotado por las extenuantes horas de enseñanza. Entonces, lo despertaron y Él calmó la tempestad[1]. Algo similar podríamos decir que sucede en la actualidad, en el mundo. Es como si navegáramos en un barco que parece hundirse por las amenazas externas. Nuestra familia, empresa o iglesia pueden ser esa barca que se hunde por aquello que intenta invadir y ahogar a quienes estamos dentro. Por eso, necesitamos levantar un equipo de personas convencidas de que lo de afuera no debe entrar y dañar lo que está adentro. Buscamos hombres y mujeres dispuestos a resistir. Estamos integrando una resistencia organizada.
Jesús nos pide que no nos conformemos con los pensamientos y las costumbres que el tiempo actual intenta imponernos, sino que renovemos nuestro pensamiento para hacer la buena y perfecta voluntad del Padre[2]. ¿Qué es conformarse? Tomar la forma de algo. El mundo quiere que cedamos, pero como un cubo de hielo dentro de un vaso, debemos resistir. No permitamos que lo externo nos invada y derrita nuestra pasión por obedecer las enseñanzas de nuestro Señor. Si creemos en la Palabra de Dios, sabemos que la historia de la iglesia se va complicando. Hay persecución para quienes creemos en Jesús, pero no olvidemos que seguimos al líder de una resistencia, alguien que dividió la historia en un antes y un después, quien pagó con Su vida por creer en lo correcto y obedecer a Su Padre. ¿Estamos dispuestos a vivir y morir por nuestra fe?
Mucha gente dice conocer a Dios, pero lo niegan con sus acciones, son de doble ánimo, débiles para vivir conforme a su fe[3].¿Qué hacemos? Es sencillo, o nos levantamos y salimos para vivir correctamente o nos hundimos. En el mundo actual, nos están inundando las olas del internet y de los programas de televisión en donde la familia moderna es ajena los valores que enseña la Palabra de Dios. Por supuesto que no buscamos atacar o condenar, pero sabemos que hay situaciones que van conforme al diseño de Dios, hay conductas correctas e incorrectas, según lo que nuestro Padre nos enseña. Y debemos ser congruentes con el estilo de vida que Él nos muestra. Los cristianos seguimos a un hombre que nos dijo que nos negáramos a nosotros mismos y tomáramos nuestra cruz. En otras palabras, nos dijo que defendiéramos nuestros valores. Jesús quiere hombres y mujeres listos a morir por la buena causa, por defender sus principios. ¡No le voy a dejar mi casa al enemigo, me resisto a que el internet eduque a mis hijos! También pareciera que el mundo quiere feminizar al hombre, quieren que el varón cazador deje de esforzarse, que desista de conquistar lo que le pertenece, que la mujer ya no pueda admirar las habilidades masculinas del varón. Pero los hombres fuimos llamados a salir a cazar, a conquistar. No digo que es malo ayudar en el hogar, porque al ser una familia, todos debemos colaborar, pero también debemos comprender y asumir nuestros roles. Por supuesto que un hombre puede ayudar a su esposa, lo que no significa ceder su liderazgo, su posición como cobertura, como fortaleza de su hogar y de sus hijos.
Hace poco, estaba en el aeropuerto de Madrid, esperando un vuelo, y conversé con una señora sentada a mi lado. Le pregunté qué pensaba acerca de las luchas por la igualdad de género. Lo que me respondió, me erizó la piel: “Dígale a los hombres que cada vez los necesitamos menos. Las mujeres ya hacemos el trabajo duro, dirigimos países, tenemos a nuestros hijos y podemos resolverlo todo solas”. ¡Wow! Si lo analizamos, tiene razón, de hecho, la Unión Europea es liderada por una mujer. Cada vez más, las mujeres están demostrando que son poderosas, lo que es maravilloso, así que los hombres no podemos disminuir porque perderíamos nuestra identidad, según el diseño divino. Por supuesto que no hay problema con que la mujer destaque, y no se trata de una competencia; es genial que todos desarrollemos nuestro potencial, pero el varón no debe perder su esencia, su naturaleza. Cada quien, hombres y mujeres, pueden realizarse en el campo que deseen, y es deseo del Señor que los varones retomen su papel y sus responsabilidades, que no decaigan en su llamado como conquistadores esforzados y valientes. Mujer, necesitamos a tu esposo y a tus hijos para transformar esta nación y que prevalezca la Palabra del Señor. Hombre, necesitamos que asumas tu papel como centinela, que no duermas si es necesario para velar porque tu familia duerma tranquila, que no comas si es necesario para que ellos coman, ese es tu llamado. Unámonos a esta resistencia.
Nuestra victoria está compuesta por cuatro elementos: poder, salvación, reino y autoridad[4]. Nuestras barcas, nuestras casas han perdido la autoridad de Cristo, se han alejado de Su reino y es necesario retomar el poder, el camino correcto de la salvación. Te aseguro que el avivamiento llegará a través de las cabezas del hogar, a través de la puerta principal, a través de los varones. ¡Los hombres queremos victoria! En las empresas, en los matrimonios queremos vencer. Nada de casarse pensando: “Si no funciona, nos divorciamos”. No está permitido pensar así porque solo los débiles asumen la derrota antes de luchar. Si eres un hombre de verdad, si estás dispuesto a demostrar tu valor, a resistir toda tentación, enfrentarás a los enemigos y tu esposa será tu compañera hasta que la muerte los separe, tal como debe ser. ¡Eso es lo que dice la Palabra de Dios!
El Señor no busca hombres perfectos, sino dispuestos. El reino de Dios sufre violencia y solo los violentos lo arrebatan[5]. Varón, ¿Qué estás dispuesto a hacer por tus hijos? Dobla tu rodillas, no derrotado, sino en oración e intercesión para proclamar la victoria frente a nuestro Señor. Postrémonos delante de Él, quien da gracia a los humildes. Purifiquemos nuestro corazón, humillémonos en Su presencia y nos exaltará. Consagremos nuestra vida, nuestras fuerzas y sueños al llamado del Señor.
Si estás dispuesto a unirte a esta resistencia, entrégale tu vida a Jesús y prepárate para la renovación, restauración y bendición que viene. Hemos intentado sacar con un pequeño vaso el agua que está inundando nuestra barca y que nos está hundiendo, pero debemos acabar con esa débil estrategia. No podemos vivir siendo reactivos, debemos ser proactivos. Digamos a quienes nos han venido a atacar: “Escúchennos bien, saldremos a pelear, restauraremos los valores que nuestro Padre nos ha enseñado, rescataremos la honorabilidad y la pondremos de moda en nuestra nación”. ¡De esta generación saldrán los mejores varones para la guerra, en nombre del Señor!
[1] Marcos 4:37 dice: Pero se levantó una gran tempestad de viento, y echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba. Y él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal; y le despertaron, y le dijeron: Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos?
[2] Romanos 12:2 pide: No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.
[3] Tito 1:16 asegura: Profesan conocer a Dios, pero con los hechos lo niegan, siendo abominables y rebeldes, reprobados en cuanto a toda buena obra.
[4] Apocalipsis 12:10-11 proclama: Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche. Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte.
[5] Mateo 11:12 asegura: Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan.
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