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La verdad de los que duermen

La verdad de los que duermen

24 de agosto de 2014

Tiempo de lectura: 4 minutos

La muerte es un tema difícil, especialmente cuando enfrentamos el duelo por la pérdida de alguien querido. Cuando la Biblia habla de los que durmieron en Cristo, explica que la tristeza es natural, pero que la única tristeza real sería que el ser amado muera sin aceptar a Cristo en su corazón. Por eso debemos compartir de la Palabra del Señor con todos. Hay muertes sorpresivas, por lo tanto hay que estar preparados.

La Biblia también dice que debemos alentarnos los unos a los otros recordándonos que si creemos en Cristo, nos reuniremos nuevamente en el cielo para estar siempre con Él[1]. Así que supera la tristeza porque verás de nuevo a tus seres queridos, aunque algunos se adelanten. Incluso Jesús se adelantó para prepararnos una morada en el cielo.

Sabemos que hay un tiempo para todo; un tiempo para nacer y otro para morir, incluso un tiempo para abrazar y otro para dejar de abrazar[2]. Eso nos indica que debemos pedirle a Dios que nos dé sabiduría para aprovechar al máximo nuestra vida. Hay personas que visitan más a sus padres en el panteón que cuando están vivos. Eso no es sabio. Los cristianos no celebramos el día de los muertos porque celebramos la vida, eso sí es sabiduría, porque le damos valor a lo que realmente lo tiene. Cuando nacemos somos huérfanos en potencia, al igual que cuando nos casamos somos viudos y viudas en potencia, pues algún día, nuestros padres y nuestra pareja morirán. Por ello, luchemos por ser felices en vida, luchemos por vivir en armonía con nuestra familia, luchemos por nuestro matrimonio, por nuestra pareja. Bendigamos y disfrutemos de nuestra relaciones. Hay tiempo para  el primer beso, para la luna de miel, para procrear hijos y educarlos, así como habrá tiempo para la despedida. Nosotros no somos de esta vida, somos de la vida eterna que disfrutaremos junto al Señor y a nuestros seres queridos que lo reconocieron con Salvador. Hay esperanza no solo en lo porvenir en el cielo sino también en la tierra, porque Dios te prestó a una familia durante un tiempo, pero llegará el día de partir a Su presencia. Cuando alguien muere, lloramos, pero esa persona está disfrutando de la compañía del Redentor.

¿Qué sucede con el ser que muere? Sabemos que tenemos cuerpo[3] y espíritu que le da vida[4]. Cuando morimos, enterramos el cuerpo, no a la persona[5], quien está en la presencia del Señor. Además, quedan los recuerdos, aunque lo importante no son esos recuerdos, sino que realmente te extrañen. Todos recuerdan a Hitler, pero nadie lo extraña, porque ese sentimiento de un espacio vacío solamente se percibe cuando la conducta de la persona ha motivado cariño. Vive construyendo recuerdos entrañables con tus seres queridos, cólmalos de afecto para que realmente valga la pena vivir. Si no lo estás haciendo, hay que hacer ajustes en la vida, en el matrimonio, en la relación de padres e hijos.

Tengamos en cuenta que vivimos y morimos una sola vez[6]. Los cristianos creemos en la vida futura luego de morir, pero no en la reencarnación para otra vida en la tierra. En la Biblia no hay reencarnación, ya que se habla de resurrección[7]. Por eso, debemos vivir conscientes de que el tiempo para sembrar el bien es ahora, ya que no sabemos en qué momento seremos llamados a la vida eterna.

También debemos tomar en cuenta que hay cuerpo celestial y cuerpo terrenal, y la gloria de uno y de otro es diferente. Si quieres disfrutar de un cuerpo celestial, inmortal e incorruptible, primero tienes que sembrar el cuerpo terrenal como semilla que renacerá en la resurrección. Nuestro cuerpo resucitado no tendrá cicatrices, ya que el único cuerpo que conserva las marcas de la muerte es el de nuestro Señor Jesús,[8] para que cada vez que nos acerquemos a orar, recordemos que Él, como Redentor, ya pagó el precio por nuestra resurrección.

Nuestro Padre te ama y quiere darte al Espíritu Santo, el Consolador, para que te reconforte si has perdido a un ser querido.  Que las huellas de ese dolor no te impidan apreciar tu vida y darle el valor que Dios le ha dado con el sacrificio de Su Hijo. Agradece Su amor y entrega, porque la vida eterna es una hermosa promesa que nos anima a continuar por el camino que Él nos ha trazado. ¡Ánimo, La vida eterna es Jesucristo!

Versículos de Referencia:

 

[1] 1 Tesalonicenses 4:13-18 dice: Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él. Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras.

[2] Eclesiastés 3:1-8 explica: Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado; tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar; tiempo de llorar, y tiempo de reír; tiempo de endechar, y tiempo de bailar; tiempo de esparcir piedras, y tiempo de juntar piedras; tiempo de abrazar, y tiempo de abstenerse de abrazar; tiempo de buscar, y tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo de desechar; tiempo de romper, y tiempo de coser; tiempo de callar, y tiempo de hablar; tiempo de amar, y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra, y tiempo de paz.

[3] 2 Pedro 1:13 explica: Pues tengo por justo, en tanto que estoy en este cuerpo, el despertaros con amonestación.

[4] Santiago 2:26: Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta.

 

[5] Génesis 3:19 recuerda: Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás.

[6] Hebreos 9:27 dice: Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio,

[7] 1 Corintios 15:35 comparte: Pero dirá alguno: ¿Cómo resucitarán los muertos? ¿Con qué cuerpo vendrán?

[8] Juan 20:25 dice: Le dijeron, pues, los otros discípulos: Al Señor hemos visto. El les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré.

 

 

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