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Lenguajes que generan cambios

Lenguajes que generan cambios

22 de agosto de 2021

Tiempo de lectura: 5 minutos

¿Cómo hace un jugador de fútbol para patear la pelota y que llegue exactamente a donde está su compañero al otro lado del campo? Usa la vista: los ojos ven, el cerebro interpreta y el cuerpo ejecuta automáticamente lo que el cerebro interpretó con la vista.

Inicio con este ejemplo porque Jesús nos invita a ver las aves del cielo: no trabajan, no guardan en graneros nada; y sin embargo, Dios las alimenta.[1] El afán se puede sentir hasta en nuestro cuerpo.[2] Si ponemos nuestra mirada en lo que no queremos que nos pase en la vida, probablemente nos pasará; pero si por el contrario miramos hacia lo que deseamos que pase, eso es lo que pasará. Es cuestión de buscar primeramente el reino de Dios.[3]

El reino de Dios no opera como el reino de los humanos. Nuestra educación —casi desde la cuna hasta que iniciamos en la vida laboral— es una educación del reino de este mundo, pero ir a la iglesia nos ayuda a reaprender. El reino de Dios tiene su propio vocabulario y debemos hablar de acuerdo con la “Real Academia de la Fe”: hablar fe es hablar el lenguaje que Dios habla.

Al Señor le podemos hablar en chino, en portugués, en español, en francés o en alemán; pero si no le hablamos en fe, no nos daremos a entender. No se tiene una conversación con Dios basada en el afán, sino en la fe. El afán no viene de los problemas, sino de las palabras. Esto quiere decir que diciendo es como terminamos afanados. ¿Qué tal un cambio de vocabulario? En vez de decir: “Hoy tuve un día muy malo”, mejor di: “Hoy no tuve un día tan bueno como ayer”. Habrá quienes digan que eso es negar la realidad, pero no: es traer a la Tierra la realidad que Dios creó en lugares celestiales.

David estuvo en una cueva rodeado por cuatrocientos endeudados, afligidos y amargados.[4] Él pudo haberse contaminado por todo lo que esas personas le hablaron, pero al final fue su conversación la que convirtió a esos hombres en bendecidos, prósperos y libres. Y es que con nuestra conversación podemos cambiar atmósferas enteras. Para hablar de lo mal que jugamos el partido y no recordar que al menos rescatamos el empate, mejor ni hablar. Hay cristianos nacidos de nuevo con peor actitud que la que tenían antes de conocer a Jesús, porque, aun siendo cristianos, se siguen rodeando de personas que corrompen su pensamiento con una simple conversación.

David no negaba las situaciones difíciles, él se preparaba mental y emocionalmente —y en fe— para cuando llegaran.[5] Pongamos especial atención a los verbos ver, observar, contemplar y hablar. Si quieres cambiar la temporada, ten en cuenta que David solía cambiarlas con sus palabras. Los cristianos censuramos mucho las “malas palabras”, pero ¿cuándo censuraremos las palabras que traen mal a nuestra vida de tanto hablarlas y confesarlas? Aprende hablarte a ti mismo palabras de fe.[6] [7] Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas nos librará Jehová. Si no aprendemos a hablar según la “Real Academia de la Fe”, nuestra temporada seguirá igual.

Gedeón pasó de la duda y la confusión a preguntar cómo lo podría lograr; pasó de culpar a Dios a confiar en Él; y el Señor le dio la respuesta.[8] Su actitud selló su cambio de temporada. Sabía que ofrendar es un acto de adoración al Padre[9] del mismo modo que nosotros ofrendamos, diezmamos y hacemos promesas de fe porque sabemos que el que da la milla extra también recibe extra. No podemos esperar recibir algo diferente si hacemos lo mismo que todos hacen.


[1] Mateo 6:25-26: Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?

[2] Mateo 6:27-30: ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe?

[3] Mateo 6:31-33: No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.

[4] 1 Samuel 22:1-2: Yéndose luego David de allí, huyó a la cueva de Adulam; y cuando sus hermanos y toda la casa de su padre lo supieron, vinieron allí a él. Y se juntaron con él todos los afligidos, y todo el que estaba endeudado, y todos los que se hallaban en amargura de espíritu, y fue hecho jefe de ellos; y tuvo consigo como cuatrocientos hombres.

[5] Salmos 27:1-4: Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme? Cuando se juntaron contra mí los malignos, mis angustiadores y mis enemigos, para comer mis carnes, ellos tropezaron y cayeron. Aunque un ejército acampe contra mí, no temerá mi corazón; aunque contra mí se levante guerra, yo estaré confiado. Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré; que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo.

[6] Salmos 42:5: ¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío.

[7] Salmos 27:10: Aunque mi padre y mi madre me dejaran, con todo, Jehová me recogerá.

[8] Jueces 6:13-17: Y Gedeón le respondió: Ah, señor mío, si Jehová está con nosotros, ¿por qué nos ha sobrevenido todo esto? ¿Y dónde están todas sus maravillas, que nuestros padres nos han contado, diciendo: ¿No nos sacó Jehová de Egipto? Y ahora Jehová nos ha desamparado, y nos ha entregado en mano de los madianitas. Y mirándole Jehová, le dijo: Ve con esta tu fuerza, y salvarás a Israel de la mano de los madianitas. ¿No te envío yo? Entonces le respondió: Ah, señor mío, ¿con qué salvaré yo a Israel? He aquí que mi familia es pobre en Manasés, y yo el menor en la casa de mi padre. Jehová le dijo: Ciertamente yo estaré contigo, y derrotarás a los madianitas como a un solo hombre. Y él respondió: Yo te ruego que si he hallado gracia delante de ti, me des señal de que tú has hablado conmigo.

[9] Jueces 6:18: Te ruego que no te vayas de aquí hasta que vuelva a ti, y saque mi ofrenda y la ponga delante de ti. Y él respondió: Yo esperaré hasta que vuelvas.

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