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Lo importante es la familia

27 de mayo de 2013

Tiempo de lectura: 4 minutos

 

La relación con los miembros de la familia: padres, hijos, hermanos, nos marcan desde que nacemos. La forma como aprendemos a interactuar con nuestra familia luego se reproduce en futuras relaciones, incluso con la nueva familia que formaremos al casarnos. Cuando nacen nuestros hijos, muchas veces decimos que no queremos ser un espejo de algunas situaciones que vivimos en el hogar donde crecimos, pensamos: “No cometeré los mismos errores, seré un mejor padre para mis hijos”. Eso es bueno y debemos tener muy claro lo que deseamos mejorar para apoyarlos y ofrecerles un buen ambiente familiar. Para tener algo que darles, primero debemos formarnos y mejorar.

Nadie puede escoger a su familia. Nacimos en el hogar donde el Señor nos puso, por lo que tenemos que aprender a compartir, a convivir y a llevarnos bien, porque estar juntos, vivir bajo el mismo techo no necesariamente significa estar conectados. Tener conexión significa lograr la integración de quienes conforman un grupo que busca alcanzar objetivos en común. Es en familia como se aprende a perdonar, a tener dominio, a compartir y a socializar. Sin embargo, hay cosas que nos alejan, que nos separan, por lo que vale la pena identificarlas y trabajar en ellas.

Para los padres como para los hijos, debe haber cosas importantes en común. Busquen desarrollar juntos alguna actividad o interés que les guste y los una. A veces, los hijos enfrentan momentos difíciles que ignoramos porque se aíslan, así que debemos estar atentos, con los ojos y oídos bien puestos en nuestros hijos. Por ejemplo, las redes sociales son el medio ideal que los jóvenes y las jovencitas se expresen, ya que a través de estas publican todo cuanto les sucede. Si una amiga le regala una bufanda a tu hija, ella se la pondrá y se tomará varias fotos que subirá de inmediato a una red para compartir su experiencia. Si ella se acerca a ti y te pregunta cómo se ve con su nueva bufanda, lo mejor será que le pongas atención y le digas que se ve como una bella princesa, ya que es mejor que lo escuche de ti que de un joven que podría escribirle: “¡Quién fuera bufanda para rodear tu cuello!” Imagina si ella te encuentra ocupado, o más aún, al acercarse tú la regañas porque ha gastado en algo tan superficial como una bufanda, ella se alejará de ti y le pondrá más atención a los comentarios de otros. ¡Así que conéctate con tus hijos!, antes que alguien más lo haga. Tus hijos necesitan apoyo y afirmación. Jesús siempre estuvo conectado con Su Padre. Él decía: “Mi Padre y Yo somos uno solo, Él en mí y Yo en Él”. Nosotros debemos conectarnos con nuestra familia y por supuesto, también con Dios.

¿Qué cosas nos desconectan de nuestra familia? Hay muchas. Por ejemplo, el control remoto de la TV tiene el poder de absorber a un ser humano por completo y no debemos permitir que esto nos aleje del contacto con nuestros seres queridos. Está bien que te guste ver tu programa favorito por la televisión, pero ¿qué tal si además buscas uno que puedan compartir en familia? El celular es otro aparato que nos aísla y que debemos aprender a administrar. Aleja el celular y la televisión de tus tiempos de comunicación familiar, y cuando quieran hablarte, interrumpe de inmediato tu interacción con cualquiera de estos aparatos que no deben robarte la atención de lo importante. Cuando interrumpes lo que haces para poner atención a tus seres queridos, el mensaje que envías es: “Eres más importante que cualquier otra cosa que haga”. Aprendamos a hacer a un lado los distractores.

También hay otros distractores que no son físicos como la burla, la comparación, la indiferencia y la ironía que crean distanciamiento y resentimiento. Nuestros hijos necesitan ejemplo y guía para formarse y para aprender a conectarse con quienes les rodean. Otros intrusos en la relación familiar son las promesas sin cumplir, la falta de afecto, la corrección vengativa, la falta de honra y la desobediencia. Padres e hijos debemos poner atención y alejarnos de las actitudes que abren un abismo entre nosotros.

La conexión entre Jesús y María era tan fuerte que trajo beneficio a otros, como vemos en las bodas de Caná, cuando nuestro Señor escuchó a Su madre y obedeció su petición. La conexión, la integración nos permiten superar cualquier adversidad, al contrario, cuando nos alejamos de nuestros seres amados, no solo sufrimos sino que además las adversidades se sienten aún más difíciles de superar. En la Biblia también leemos que María guardaba todo en su corazón, reflexionaba acerca de lo que le sucedía a su hijo y lo apoyaba. ¿Hace cuánto que no meditas en lo que sucede con tus hijos? Es importante que estés allí cuando ellos te necesitan. Tú debes ser su sustento en todo momento.

La relación que tengas con tu familia determina la bendición que reciban. Para que todos tengan éxito debe haber honra entre cada miembro del hogar1. Dios dice que debemos conectarnos con nuestros padres, honrarlos, relacionarnos con ellos, de esto depende nuestra bendición. Aunque tus padres sean personas difíciles, el Señor trata con el corazón de todos si le pides que intervenga y te ayude a mejorar tu relación con ellos, porque Él desea bendecirte. Dios desea que el corazón de los hijos vuelva hacia el de los padres y el de los padres hacia el de los hijos porque es determinante para vivir bien y en paz2. Dios no bendice cuando hay división, entonces, debemos integrarnos y amarnos. El hogar es como el taller donde aprendemos a relacionarnos con los demás.

Demos gracias a Dios por nuestros padres y por nuestros hijos. Aprende a descubrir y amar a tu familia. Vuelve tu corazón hacia ellos porque la bendición está lista para ustedes. Acércate a tu Padre Celestial, ábrele tu corazón para que te renueve y te ayude a conectarte con las personas que amas.

Versículos de referencia

1 Deuteronomio 5:16 dice:  Honra a tu padre y a tu madre, como Jehová tu Dios te ha mandado, para que sean prolongados tus días, y para que te vaya bien sobre la tierra que Jehová tu Dios te da.

2 Malaquías 4:5-6 explica: He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible. El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición.

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