11 de septiembre de 2022
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Está claro que la pandemia de COVID-19 trajo mucho afán a nuestra vida y las iglesias también se vieron afectadas. El afán ha sido tan grande que se quedó dentro de nosotros y vivir afanado se ha convertido en un estilo de vida. Sin embargo, debemos oír con fe[1] para recibir al Espíritu Santo que nos da paz, pues el afán solo ahoga y asfixia la Palabra, haciéndola infructuosa.[2]
Que el afán no haga que dejemos de servir a Dios. Todos hemos sentido ganas de abandonar nuestro servicio —a mí también me ha pasado, por muchas razones—, pero debemos saber identificar las excusas que nos trae el afán[3] y no dejar que nos afecten. A veces los cristianos preferimos todo, menos servir. Y sé que nuestro Padre lo entiende porque sabe que nuestro corazón podría estar cargado, pero no olvidemos que, pesar de los momentos duros, la misericordia de Dios siempre ha sido grande.
No permitas que el afán afecte tu servicio como le sucedió a Marta en el Nuevo Testamento.[4] Es cierto que todos tenemos ocupaciones y que en nuestra vida diaria hay situaciones que nos provocan mucho estrés, pero tampoco olvides que Dios recibe palabras violentas de tu parte cada vez que te cuestionas tu servicio;[5] y en cambio, cuando le honras con tu disposición de servirle eres para Él un especial tesoro.[6]
El Señor no busca santos para que le sirvan. ¿Por qué no podemos adquirir un compromiso con el Dios que nos da todo? Si has dejado tu servicio porque te cansaste, entonces descansa y recobra fuerzas para seguir sirviendo. Si fue porque te aburriste, entonces analiza si antes lo hacías por puro entretenimiento y no por amor al Señor. Si fue porque alguien te hirió, entonces perdona como lo hacemos todos los cristianos y sigue sirviendo. Toma el ejemplo de Jesús, quien no vino a que le sirvieran, sino a servir y dar Su vida por amor a las personas. Si estás cargado, intercambia tu carga con la Suya para que se te haga más ligera,[7] pero de ninguna forma te quedes sin servir.
En Casa de Dios hemos sido una iglesia de servicio y lo seguiremos siendo. Si nuestro Señor vino a servir y no a que le sirvieran, ¿qué nos impide a nosotros seguir Su ejemplo? Él entiende que quizá hayas estado afanado y que dejaste de servir por alguna razón, pero el afán no soluciona nada. Nuestro Padre tiene el poder y la voluntad de sanarte por dentro.
[1] Gálatas 3:2-5: Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe? ¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne? ¿Tantas cosas habéis padecido en vano? si es que realmente fue en vano. Aquel, pues, que os suministra el Espíritu, y hace maravillas entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley, o por el oír con fe?
[2] Mateo 13:22-23: El que fue sembrado entre espinos, este es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa. Mas el que fue sembrado en buena tierra, este es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno.
[3] Mateo 6:24-25: Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas. Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?
[4] Lucas 10:38-42: Aconteció que yendo de camino, entró en una aldea; y una mujer llamada Marta le recibió en su casa. Esta tenía una hermana que se llamaba María, la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra. Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres, y acercándose, dijo: Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude. Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. Pero solo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada.
[5] Malaquías 3:13-14: Vuestras palabras contra mí han sido violentas, dice Jehová. Y dijisteis: ¿Qué hemos hablado contra ti? Habéis dicho: Por demás es servir a Dios. ¿Qué aprovecha que guardemos su ley, y que andemos afligidos en presencia de Jehová de los ejércitos?
[6] Malaquías 1:15-18: Decimos, pues, ahora: Bienaventurados son los soberbios, y los que hacen impiedad no solo son prosperados, sino que tentaron a Dios y escaparon. Entonces los que temían a Jehová hablaron cada uno a su compañero; y Jehová escuchó y oyó, y fue escrito libro de memoria delante de él para los que temen a Jehová, y para los que piensan en su nombre. Y serán para mí especial tesoro, ha dicho Jehová de los ejércitos, en el día en que yo actúe; y los perdonaré, como el hombre que perdona a su hijo que le sirve. Entonces os volveréis, y discerniréis la diferencia entre el justo y el malo, entre el que sirve a Dios y el que no le sirve.
[7] Mateo 11:28-30: Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.
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