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Los regalos que traje para Dios

05 de septiembre de 2009

Tiempo de lectura: 4 minutos

 

Cosechar es una realización poderosa y es motivo de celebración. Soy agrónomo y conozco ese proceso.  He sembrado tomates, pepinos, güisquiles, café y camarón, así que puedo dar testimonio de lo gratificante que es obtener frutos de la siembra. Te invito a que siembres algo, aunque sea en el jardín de tu casa y comprendas lo que significa ver crecer la semilla y recibir fruto de ella. Prepárate porque algo maravilloso viene para quienes siembran y cosechan en el mundo espiritual y material.

La generosidad es un lenguaje

Hay muchas formas y medios para expresarnos. Existen lenguajes escritos, orales, gestuales, numéricos, incluso códigos de color y símbolos. Dar también es una forma efectiva de comunicación. Compartir lo que tienes,  transmite mensajes y provoca reacciones que se notan de inmediato. Un regalo habla tanto para el que da como para quien lo recibe. Cuando te obsequian algo, suceden varias cosas. Primero sientes curiosidad por saber qué es y luego de descubrirlo reaccionas con agrado o decepción según sea el caso. Me ha sucedido muchas veces.

Algunas han sido un poco incómodas porque el regalo no es lo que esperaba, otras, han sido de total satisfacción.  Una vez recibí una licuadora de baterías de un discípulo que me llamó desde Miami para contarme que me tenía un regalo, eso me desconcertó pero igual se lo agradecí.  Luego, ese mismo discípulo me regaló unos lindos tenis que recibí con alegría.  Hace un par de noches desperté por la llamada de otra oveja que me ofreció regalarme la computadora que le pedí al Señor. Dentro de poco tiempo celebraremos nuestro aniversario de bodas y estoy preparando un regalo especial para que mi esposa recuerde que la amo muchísimo.

Justamente para nuestra boda aprendimos sobre el lenguaje de los regalos.  Cuando estábamos clasificando aquellos que cambiaríamos porque se habían repetido, notamos un cojín que nos había regalado la señora que ayudaba a mi familia en la casa. Me conmovió notar que había gastado más del 40% de su salario mensual en el regalo.  No importaba el valor en sí, cuanto lo que se esforzó en agradarnos.  Esos regalos nos marcan y provocan agradecimiento.

Génesis 32:13-15  dice: Y durmió allí aquella noche, y tomó de lo que le vino a la mano un presente para su hermano Esaú: doscientas cabras y veinte machos cabríos, doscientas ovejas y veinte carneros, treinta camellas paridas con sus crías, cuarenta vacas y diez novillos, veinte asnas y diez borricos.

Los presentes también tienen la capacidad de resolver conflictos porque la generosidad ablanda el corazón.  Jacob y Esaú estaban en pleito por al primogenitura. Entonces Jacob pensó en calmar la ira de su hermano obsequiándole generosamente.  Si cuantificamos el monto del regalo, notamos que era un presente muy valioso. De hecho una camella ahora tiene el valor de un furgón y cada cabra equivale al costo de un pick up de doble cabina.

Los regalos también tienen la capacidad de abrir o cerrar puertas. De cada quien  depende la reacción que desea provocar con sus obsequios. La iglesia y el altar del Señor son lugares para dar y recibir bendiciones. Dios habla ese lenguaje y quiere que lo comprendas. Él sabe que a las palabras se lleva el viento, por eso te atrajo a través del regalo más grande que fue la sangre de Jesús. Esa es la forma de demostrarte cuánto te ama.  El lenguaje de dar y recibir activa la gratitud del Señor tanto como la nuestra. Cada vez que levantes tu mano para ofrendarle, déjala arriba porque el Espíritu Santo te retribuirá con Sus dones y regalos.  Háblale a Dios con ese lenguaje de gratitud que tanto le agrada.

Ofrenda generosa

En 1ra. de Crónicas 21:24 leemos: Entonces el rey David dijo a Ornán: No, sino que efectivamente la compraré por su justo precio; porque no tomaré para Jehová lo que es tuyo, ni sacrificaré holocausto que nada me cueste.

David dijo que ofrendaría con esfuerzo porque anhelaba provocar a Dios con su regalo generoso. Imítalo y ofrenda con alegría porque el Señor dice que es más bienaventurado el que da que el que recibe. Cuando nos casamos, mi esposa le entregó todo lo que había ahorrado con mucho esfuerzo y su ofrenda fue multiplicada. De la misma forma hacemos ahora nuestras promesas de fe por la construcción de Su ciudad porque sabemos que Dios hace un pacto con cada uno y nuestro regalo quedará grabado en Su memoria. Cada vez que ofrendas verás el gesto de satisfacción en el rostro del Señor. No lo dudes, Él no dejará vacía ninguna mano generosa.

La ofrenda memorial

En el Salmo 20:1-3 leemos: Jehová te oiga en el día de conflicto; El nombre del Dios de Jacob te defienda. Te envíe ayuda desde el santuario, Y desde Sion te sostenga. Haga memoria de todas tus ofrendas, y acepte tu holocausto.

Dios tiene un libro de memorias donde guarda el recuerdo de las ofrendas que ha recibido. Actualmente vivimos una época de conflicto y guerra, nuestros países sufren hambre y violencia, hay dolor en las familias, así que es el momento para ofrendar y obtener la protección que Él da como escudo sobrenatural. El dinero también es escudo, pero tu protección debe ser la que el Señor te ofrece con Su mano poderosa al recordar tu holocausto ante Su altar.

Salmo 21: 2 dice: Le has concedido el deseo de su corazón, y no le negaste la petición de sus labios.

Provoca la gratitud de tu Padre celestial aunque tus bolsillos queden vacíos y tu mente humana no se explique cómo te sustentarás.

El impulso de dar

Mateo 26:13 recuerda: De cierto os digo que dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, también se contará lo que ésta ha hecho, para memoria de ella.

Dios dijo esto sobre la mujer que siguió su impulso y le dio todo cuanto tenía. Él no olvidó ese regalo como tampoco olvidará el tuyo.  Recuerda que cosechas lo que siembras y nadie quiere recibir lo que le sobra a otro. Todos anhelamos recibir fruto abundante que debe surgir de la siembra generosa.  Debes provocar Su provisión, tanto como lo hizo David con su tesoro personal, o como sucedió con Salomón y su descendencia. El Señor estaba tan agradecido con la morada edificada por ellos que permitió que fuera recordada como “el templo de Salomón”.  Otro buen ejemplo es aquel centurión romano que pedía salud para su siervo y fue escuchado porque había construido una sinagoga que fue agradable delante de Dios.

Escribe una historia de gratitud que el Señor pueda recordar. Seguramente nuestros nombres quedarán grabados en Su memoria como el pueblo que edificó ciudad de Dios en Guatemala y que ha hecho todo cuanto puede para proclamar Su palabra a toda la Tierra. Él tiene un regalo para cada nación y ciudad, te dice: “llena mi casa porque Yo llenaré la tuya”. Solamente necesita que le demuestres con tu generosidad cuánto deseas recibir Sus dones. Déjate llevar por el impulso de tu fe. Levanta tus manos y entrégale todo lo  posees porque  Nuestro Padre es Rey de justicia que te sustentará y defenderá en medio del conflicto.

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