07 de abril de 2015
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¿Te has preguntado alguna vez por qué estás vivo, para qué estás vivo? Algunos dicen que para hacer dinero o para educar a los hijos, pero realmente no estás vivo para eso, claro que son cosas que hacemos en la vida, pero esa no es tu asignación, ya que estás vivo para mucho más. Cuando el Señor me preguntó si sabía para qué estaba vivo, yo le di varias respuestas, pero me dijo: “Estás vivo porque hay muchos que no lo están, hay miles que están muertos, sin vida, sin Mí”. Así que esa es la razón, estamos vivos porque alguien más no lo está y debemos cumplir nuestra asignación suprema que es dar a conocer una nueva vida junto a Jesús. Puedes levantar tu industria, a tu familia, pero sin importar nuestra asignación personal, debemos cumplir la asignación de dar vida a alguien más que está muerto en sus pecados, para que nazca de nuevo y conozca al Señor.
Todos en la Biblia han tenido una asignación individual dentro de la gran asignación global. Abraham tuvo una asignación diferente a la de Moisés. Y a pesar de que Josué fue siervo de Moisés, su asignación también fue diferente, porque su responsabilidad fue conquistar la tierra y repartirla, no liberar de la esclavitud. Así es con todos. Por ejemplo, si eres empresario y ya le entregaste tu vida al Señor, tu empresa también debe cambiar, así que tienes bastante trabajo por hacer, ya que el Reino es para llevarlo a todo lugar. La iglesia es solo un elemento del Reino que es mucho más amplio.
Jesús es el mejor ejemplo de cómo realizar una asignación y realizarse en ella. Es frustrante no realizarse en lo que uno hace, así que encontremos la satisfacción de hacer bien lo que nos asignan. Jesús se preparó treinta años para cumplir Su asignación. Fueron treinta años de preparación para tres de exposición. ¿Para qué te estás preparando? El tiempo pasa y debes avanzar. Una buena preparación puede abrir puertas gigantescas.
Por lo tanto, es importante prepararnos y especialmente, preparar a nuestros hijos para el día de su exposición, ya que no los educamos para nosotros, sino para que sean independientes y felices. Preparas a tu hija para el yerno, para que le vaya bien en su matrimonio y pueda formar una familia. Tú debes orientarlos para saber cuándo son los tiempos correctos, tal como María hizo con Jesús[1]. En la iglesia preparamos a las personas para que les vaya bien en su asignación. En el caso de Jesús, cuidó Su cuerpo y sangre para salvarnos, desde pequeño se preparó para cumplir Su misión. Para darnos una vida espiritual, sacrificó Su vida material. A veces lo olvidamos o lo relativizamos, pero Su sacrificio fue físico. Cargó la cruz, derramó Su sangre, si eso no me dice que cuidar el cuerpo es importante, no me lo dice nada ni nadie. Prográmate para entender que tu cuerpo es del Señor, debes cuidarlo y debe servirte para cumplir con tu asignación.
Jesús sabía con claridad cuál era su asignación, predicaba, oraba y echaba fuera demonios[2]. Además, tenía muy claro que Su misión era darnos vida eterna, salvarnos[3]. Debemos buscar claridad respecto a lo que haremos en la vida. No seas de aquellos que pasan en EPS (eterno primer semestre) toda la vida porque no te decides por la carrera que estudiarás. Tampoco seas de los que inician diferentes negocios y no perseveran en ninguno. Buscar la estabilidad y la certeza es lo mejor. En nuestro caso, como cristianos, debemos tener claro que fuimos llamados para compartir el amor del Padre y dar a conocer a Jesús a todas las personas.
Jesús fue criticado porque se relacionaba con los publicanos y pecadores, pero sabía que venía a ellos, a salvarlos[4]. Por lo tanto, respondía dando a conocer Su asignación, justo para que el corazón de los discípulos no se contaminara. Nuestra iglesia debería tener un rótulo que diga: “Bienvenidos los pecadores”, ¡para ellos estamos!, para todos los que necesitamos que Jesús nos perdone, nos limpie y nos dé una nueva oportunidad. Ve y cumple con tu asignación de predicar las buenas noticias de salvación. La iglesia existe para traer a los pies del Señor a toda criatura.
Cuando la mujer sirofenicia se acercó a Jesús para pedir su milagro, Él le respondió que había venido a las ovejas perdidas de la casa de Israel[5]; en otras palabras, le dijo que Su misión era con los judíos, sin embargo, al ver la fe de ella, Jesús ajustó su asignación, lo que nos benefició a todos, porque sin ser judíos, ahora podemos ser salvos, ya que el Evangelio fue extendido al mundo entero, por lo que adquirimos el derecho a ser hechos hijos de Dios, si le creemos[6]. ¡Hasta los demonios sabían quién era Jesús y para qué había venido[7]! Y ahora, deben tener muy claro que esa asignación se ha transferido a nosotros, los creyentes que tenemos poder para continuar la obra de salvación y bendición.
Sin importar cuánto nos cueste o qué sacrificios debemos hacer, nuestra asignación debe cumplirse, porque Jesús dijo que hallaremos vida en Él y en Su causa, pero nuestra existencia no tendrá sentido si nos desviamos de esa tarea. Nada es más importante que hacer la voluntad de Dios[8]. Cuando recibí a Jesús en mi corazón, mi familia no estaba contenta. Once años después, mi mamá vino a los pies del Señor, aunque no fue fácil. Solo en la pérdida por la causa justa encontramos la vida, así que debemos ser valientes. Dichosos quienes nacieron con padres que los motivaban a servir al Señor, pero si no, tú serás la primera generación que adorará a Jesús como su Señor, y ¡eso es un gran honor que no se quedará sin recompensa! Una vez, un catedrático en la universidad nos dijo: “Les voy a dar la clave del éxito, escojan una tarea y conságrense a ella”. Lo mismo te digo, vive para hacerla realidad tu visión. Tus dones, talentos, configuración y tiempo deben ser para el Señor.
Jesús le dijo a la samaritana que Su comida era hacer la voluntad de Su Padre, porque Él sacaba Sus energías de esa asignación. Claro que fue difícil, le costó hasta la última gota de sangre, pero Su recompensa fue más grande, porque cambió el destino de la humanidad. Cumplió Su objetivo y ve en nosotros el fruto de Su aflicción[9]. Por eso merece nuestra entrega incondicional y debemos sentirnos dichosos al desgastarnos por servirlo. Levanta el ánimo, cumple bien con tus deberes y disfrutarás de tus derechos. Jesús cumplió con Su asignación y fue exaltado a lo sumo[10]. Asegura con fe: “Señor, cumpliré mi asignación y sé que me bendecirás”.
Cuando te quejas de tu esfuerzo como cristiano significa que perdiste de vista el sacrificio de Jesús, quien entregó Su vida por amor y por fe. Él se preparó para morir, por salvarnos,[11] y lo logró. Cuando estés cansado, di: “Señor, gracias por darme el honor de sentir en mi cuerpo que te serví”. A veces no queremos sacrificar dos o tres noches por servir a Dios y desperdiciamos ese tiempo viendo televisión. ¿Vale la pena? ¡Claro que no! Decídete a entregarle tu vida, tiempo y esfuerzo al Señor, ya que es el único que lo merece. Dile: “Jesús, estoy agradecido por Tu sacrificio. Ahora yo me consagro al servicio de Tu Reino y a mi asignación de llevar a otros la salvación que nos has regalado. ¡Gracias, Señor!”
Versículos de Referencia:
[1] Juan 2:3-5 dice: Y faltando el vino, la madre de Jesús le dijo: No tienen vino. Jesús le dijo: ¿Qué tienes conmigo, mujer? Aún no ha venido mi hora. Su madre dijo a los que servían: Haced todo lo que os dijere.
[2] Marcos 1:35-39 dice: Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba. Y le buscó Simón, y los que con él estaban; y hallándole, le dijeron: Todos te buscan. El les dijo: Vamos a los lugares vecinos, para que predique también allí; porque para esto he venido. Y predicaba en las sinagogas de ellos en toda Galilea, y echaba fuera los demonios.
[3] Mateo 18:11 asegura: Porque el Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido.
[4] Marcos 2:16-17 relata: Y los escribas y los fariseos, viéndole comer con los publicanos y con los pecadores, dijeron a los discípulos: ¿Qué es esto, que él come y bebe con los publicanos y pecadores? Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores.
[5] Mateo 15:24 enseña: El respondiendo, dijo: No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel.
[6] Juan 1:11-12 asegura: A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;
[7] Marcos 1:24 explica: diciendo: !!Ah! ¿qué tienes con nosotros, Jesús nazareno? ¿Has venido para destruirnos? Sé quién eres, el Santo de Dios.
[8] Mateo 10:34-39 comparte: No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada. Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; y los enemigos del hombre serán los de su casa. El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará.
[9] Isaías 53:11 dice sobre Jesús: Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos.
[10] Filipenses 2:9-11 asegura: Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.
[11] Juan 19:30 relata: Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu.
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