25 de marzo de 2008
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Me quedé admirado de las cosas tan grandes que suceden. Había un ciego que fue sano. Este pasó por tres filtros: el que lo encontró, el médico que lo revisó y yo que me puse a preguntarle hasta cuántos dedos tenía ahí, y hasta me dijo de que color era mi corbata. Entonces, le pregunté al pastor: ¿Qué hiciste para poder hacer todo esto? Y al decírmelo, me recordé de algo que había estado leyendo en un libro y que tiene que ver con el corazón. El pastor me dijo: “Hugo, siempre que tengas en el corazón los motivos correctos para hacer las cosas, las cosas van a pasar. Siempre encuentra en tu corazón las razones correctas para que las cosas se hagan, y las cosas van a pasar”. Y entendí que todos los que estamos aquí tenemos motivos para hacer las cosas; por qué vamos a la iglesia, trabajamos, servimos, etc. Siempre escudriña los motivos en tu corazón de por qué haces las cosas. La fama es un medio, el dinero también. El problema es que para algunos, eso es el fin; pero eso no es importante, sino las razones correctas de por qué lo haces. ¿Por qué buscas a Dios, por qué le sirves?
Los motivos son la fuente de motivación de todo ser humano. Y toda la gente motivada con los motivos correctos, logra grandes cosas. En el momento en que tenemos los motivos correctos, Dios comienza a respaldarte. ¿Cuál fue el motivo de que Jesús viniera a la tierra? ¿Cuál fue la pasión que llevaba dentro para poder hacer tan grande sacrificio que lo mantuvo ahí siempre? Porque de tal manera amó Dios al mundo que estuvo dispuesto a entregar a su unigénito por todos nosotros. Nos amó tanto que estuvo dispuesto a dar todo lo que tenía. La Escritura dice: “Pedis, pero pedis mal, porque pedis para vuestros deleites”. Pedimos mal, con los motivos incorrectos. En una ocasión, había un hombre que era conocido como mago y vio a los discípulos hacer milagros sorprendentes, algo fuera de lo común. Dijo: “Yo quiero esa unción; ¿cuánto quieres que te pague por ella? ¿Es mala la unción? No, es malo para lo que se quiere y cómo se quiere obtener. Aprendí que mis motivos van a definir los motivos de Dios. Cuando Dios puso a gobernar una nación a un hombre, le preguntó: ¿Qué quieres que te dé? Y él pidió sabiduría, tenía los motivos correctos porque quería gobernar bien esa nación.
Mi tarea es mostrarles lo que en el corazón de nuestro pastor hay, porque para poder estar ahí, había que guardar el corazón y siempre tener los motivos correctos para que esto sucediera. Le quería mostrar un libro que habla de las razones que llevaron a Mandela, después de 27 años de estar preso; cuáles fueron sus motivos y cómo entonces se volvió en un gran hombre. Los motivos dicen mucho; por qué lo hace, por qué trabaja, por qué sigue con su esposa después de tanto tiempo, por qué la ama, la valora, la respeta. El día que se pierden los motivos, se pierde la razón de estar aquí. Hay gente que empezó a buscar a Dios porque estaban mal, porque estaba enferma, porque se fue la esposa, pero hay motivaciones mejores que esas. No necesariamente cuando le va mal hay que buscar a Dios. Usted tiene mucho que aportar a su empresa, a sus compañeros de trabajo. Entendí que los grandes personajes de la humanidad siempre mantuvieron los motivos correctos, y entre ellos está Jesús, quien se mantuvo a pesar de la adversidad. Este mensaje es de pura reflexión, pero le voy a garantizar algo. Si revisa sus motivos, ahora que hable con Dios, se dará cuenta de cómo debe presentarse delante de él. Desde hoy, se dará cuenta que cuando le pida, le va a pedir diferente porque sus motivos son diferentes. Los motivos correctos por los cuales es padre y trabaja. Me he topado con parejas que cuando han revisado su relación, se dan cuenta que perdieron las razones principales que los unió. Había tanto romance, pero lo perdieron. Estás donde estás porque tus motivos te llevaron hasta ahí, y has dejado de recibir tanto porque tus motivos cambiaron de acuerdo a tus circunstancias.
Pídale a Dios que le cambie su corazón. He conocido gente que dejó de venir a la iglesia, dejó de servir a Dios, ahora su motivación es el dinero, la riqueza, todo lo demás que es temporal. He conocido parejas que se casaron con la motivación equivocada, y no permanecieron. Pero he visto parejas recuperar sus motivos y ser los más felices de la tierra. Jesús se hizo presente hoy aquí para darte vida eterna, para perdonar tus pecados, y el día que dejes de respirar en la tierra, tu espíritu llegue a Dios. Lo que motivó a Jesús a venir a la tierra es el amor que le tiene a usted y a mí. No existe mayor motivo que el amor. No necesito de un accidente, de una hija que no pueda hablar para poder creer en él, solamente necesito creer que él es nuestro Señor y Salvador, que nos ama y está aquí para darnos vida eterna. Señor Jesús esta mañana reconozco que estás aquí, te pido perdón por mis pecados, creo y confieso que eres mi Señor y Salvador. Quiero ir al cielo, quiero la eternidad. Te entrego mi alma, mi corazón, haz de mí la persona que quieres que sea. Quiero servirte, hoy decido creer en tu sacrificio para recibir vida eterna.
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