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Oye y sé productivo

Oye y sé productivo

04 de mayo de 2019

Tiempo de lectura: 2 minutos

Jesús enseñaba de una manera muy especial, con lenguaje sencillo. Fue un agricultor que sembraba la Palabra (la semilla) en las personas (la tierra). Cada terreno donde se siembra la Palabra es diferente, por eso quiero trataré de explicar los distintos terrenos adonde puede caer la semilla de la Palabra de Dios,[1] para que identifiques en cuál estás y puedas conducirte al correcto.

El primer terreno que menciona la parábola del sembrador queda al lado del camino, fuera del área productiva. Cuando una semilla no cae en un terreno preparado se pierde su máximo potencial. Pasa algo parecido con nosotras cuando estamos ausentes. En Estados Unidos ocurren ataques terroristas y tiroteos en las escuelas, pero lo que me sorprende de esas noticias es cuando entrevistan a los padres y ellos dicen “Yo no sabía que esto iba a pasar, jamás vi nada sospechoso”. Sus hijos tuvieron que haber pasado días preparando esos atentados y ellos, que los conocen mejor que nadie, ni en cuenta. No podemos vivir sin conocer a nuestro esposo, a nuestros hijos y sus amistades, permitir que las cosas pasen a nuestro alrededor sin siquiera darnos cuenta.

El segundo terreno es el endurecido. En él, la semilla cae entre piedras. El corazón de una mujer se endurece cuando se siente rechazada y abandonada.[2] Para ser un buen terreno y escuchar la voz de Dios, y que la semilla que cae en ti produzca, debes recibir la sanidad de tus malas experiencias del pasado a través del perdón.

El tercer terreno es la tierra sin profundidad, por lo que la semilla que cae en ella no echa raíces. Nosotras estamos en ese terreno si no nos involucramos, si no servimos al Señor. Nuestra vida debe tener profundidad, producción, acción, y hay muchas formas de involucrarnos con el servicio a los demás.

El cuarto terreno es el terreno empantanado en donde se ahoga la semilla. Hay dos cosas que ahogan la Palabra en nuestra vida: las preocupaciones y el exceso de ocupaciones. La voz de Dios no tendrá eco en nosotras si nos mantenemos afanadas por todo. Démosle a Dios el lugar que se merece.

Recuerda que no hay problema que no se pueda resolver cuando una Palabra del Señor cae en terreno correcto. No importa en cuál terreno estés ahora, si aceptas a Cristo de corazón Él puede meter en el camino correcto a quien se haya desviado. Recibe su Palabra y su unción y producirás mucha bendición por causa de la Palabra de Dios.


[1] Marcos 4:1-8: Otra vez comenzó Jesús a enseñar junto al mar, y se reunió alrededor de él mucha gente, tanto que entrando en una barca, se sentó en ella en el mar; y toda la gente estaba en tierra junto al mar. Y les enseñaba por parábolas muchas cosas, y les decía en su doctrina: Oíd: He aquí, el sembrador salió a sembrar; y al sembrar, aconteció que una parte cayó junto al camino, y vinieron las aves del cielo y la comieron. Otra parte cayó en pedregales, donde no tenía mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra. Pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. Otra parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron y la ahogaron, y no dio fruto. Pero otra parte cayó en buena tierra, y dio fruto, pues brotó y creció, y produjo a treinta, a sesenta, y a ciento por uno.

[2] Hebreos 3:8: No endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación, en el día de la tentación en el desierto.

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