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Es tiempo de llevar fruto

Es tiempo de llevar fruto

27 de abril de 2018

Tiempo de lectura: 4 minutos

Fuiste elegido por Dios para llevar fruto, así que eres capaz de lograrlo[1]. En el caso de Abraham, Dios le decía: “Tranquilo, tendrás un hijo, ya lo prometí y así será”. Pero fueron 25 años de espera. A veces nos sucede, cuesta creer porque el tiempo pasa y no vemos nada. Entonces, intentamos aferrarnos a esa promesa, pero es difícil.

Mis hijos Darisse y Tiago me han enseñado a ser paciente, aunque ello, como niños, no lo son. ¿No es irónico? Cuando les ofrezco algo, debo estar consciente de que me lo pedirán una y otra vez hasta que cumpla lo que he ofrecido. Cuando les digo: “Iremos a comer helado”, ellos me lo recuerdan a cada instante. Así que debo explicarles que cumpliré mi promesa cuando sea el momento. Nosotros sabemos el proceso, pero ellos no. Ellos quisieran que uno tuviera una varita mágica para darles lo prometido, porque no soportan esperar a que llegue la hora en la que podemos ir, trasladarnos, llegar al lugar, buscar parqueo, etc. Lo mismo sucede con nosotros, debemos aprender a confiar en los tiempos del Señor.

Y qué pasa si en el camino a comprar el helado, el niño se porta mal. Suele suceder que le decimos: “Pórtate bien o ya no vamos”. Claro que Dios es mejor padre que nosotros y jamás nos condicionaría, porque si ya lo prometió, lo cumplirá, pero muchas veces, durante ese tiempo de espera, somos probados para que formemos nuestro carácter.

Cuando investigué, me enteré de que la higuera es un árbol que tiene dos temporadas de fruto: junio y septiembre. Una de las señales de temporada es que tiene hojas. Las hojas nuevas se llaman fruto temprano, y las hojas a punto de caerse se llaman fruto tardío. A veces, queremos aparentar un fruto que todavía no tenemos, lo que es engañoso, como la higuera que Jesús vio y de la que buscó fruto[2]. Por lo que debemos ser pacientes y no caer en engaños por desesperados.

Cuando nos vamos a comprometer para casarnos, los novios tienen un anillo guardado que ofrecen a su amada en el tiempo justo. Así somos, antes de dar fruto, estamos escondidos, pero llegará el momento cuando todos te verán y dirán: “Wow, miren esa joya tan hermosa”. Mientras tanto, no te desesperes y no aparentes lo que aún no puedes dar. Tu tiempo viene. Tal como sucedió con José. Dios le habló, le dio talento, pero no dio fruto de inmediato. Fue un proceso largo. De hijo predilecto pasó a esclavo y preso, malinterpretado, pero Él creyó que la promesa de Dios se cumpliría y esperó el tiempo correcto para ser promovido.

Dios tiene lista la promesa del fruto para tu vida. Tranquilo, Él sabe los tiempos, no tarda[3]. No está preparando tu fruto, está preparándote a ti para recibirlo. Muchas veces, confiamos en un Dios proveedor y sanador, pero nos cuesta confiar en un Dios soberano que tiene el control de los tiempos.

Durante unos meses, mi esposa estuvo muy enferma, pero ya está sana para la gloria de Dios. Fue difícil porque siempre estuvimos convencidos de su sanidad, aunque sentíamos que no llegaba. Sabemos que Dios puede obrar el milagro en el tiempo que quiera, pero a veces nos cuesta confiar en Su sabiduría. Nuestra desesperación nubla nuestra fe. Nos preguntamos: “Acaso no es poderoso para hacerlo en un abrir y cerrar de ojos?” Sí, pero también es soberano y sabe cuál es el momento correcto para que suceda. Él no tarda, somos nosotros los que nos desesperamos.

Estás a punto de vivir el tiempo de llevar mucho fruto. Esta será tu mejor temporada para dar fruto que permanece. A veces nos sentimos estancados. Pensamos “Por qué no hay modo que mi grupo crezca”, “Por qué no recibo mi sanidad”, “Por qué no sucede la restauración”. Pero te aseguro que terminará ese tiempo en el que Dios está limpiando, quitando todo lo que obstaculiza el inicio de la temporada de más fruto[4].

Abraham confió, pero tuvo que aprender paciencia, carácter y fortalecerse. Tuvo que esperar ese tiempo para llevar fruto. José tuvo ese sueño, pero tuvo que guardarlo en su corazón y enfrentar el proceso. Llegó el día que su semilla dio fruto y de ser un preso encarcelado injustamente, se convirtió en el consejero del rey. Los israelitas tuvieron que caminar por el desierto, y en ese tiempo, el Señor preparó a la generación que lucharía por obtener su promesa.  Nada te robará lo que Dios ya prometió para tu vida.

David tuvo que prepararse para ser rey. En una ciudad llamada Gat, incluso fue necesario que fingiera estar loco para que no lo mataran. Luego se escondió en una cueva con otros hombres rechazados, pero cuando fue el tiempo correcto, salieron como valientes a luchar. Entonces, David alcanzó su promesa.

Tal vez hasta ahora no ha sido el tiempo para dar fruto, tal vez estabas en el anonimato, pero te digo que la buena temporada ya llegó. Donde quiere que estés, darás fruto porque tus raíces están firmes en el Señor[5]. Este tiempo de prueba ha sido para fortalecer tu fe. Si has estado escondido, es porque eres muy valioso, eres para una ocasión especial. Dios ha visto tu esfuerzo, tus lágrimas, tu desierto, pero ahora es tu tiempo para llevar fruto que permanece.


Demos gracias a Dios porque nos ha formado y fortalecido para nuestra temporada de mejores frutos en Su nombre.

[1] Juan 15:16: No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé.

[2] Marcos 11:12-14: Al día siguiente, cuando salieron de Betania, tuvo hambre. Y viendo de lejos una higuera que tenía hojas, fue a ver si tal vez hallaba en ella algo; pero cuando llegó a ella, nada halló sino hojas, pues no era tiempo de higos. Entonces Jesús dijo a la higuera: Nunca jamás coma nadie fruto de ti. Y lo oyeron sus discípulos.

[3] 2 Pedro 3:9: El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.

[4] Juan 15:2: Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto.

[5] Jeremías 17:7 NTV: Pero benditos son los que confían en el Señor y han hecho que el Señor sea su esperanza y confianza.

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