13 de diciembre de 2018
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Las bienaventuranzas de Jesús hablan de los pobres en espíritu, de los que lloran, de los mansos, de la consolación y de un nuevo reino.[1] Le estaba hablando a un pueblo esclavo de los romanos que debía sanar su corazón porque llegaría el tiempo de ser libres, pero de nada serviría esa libertad si tenían el corazón esclavo de la amargura. Él no busca que aguantes el sufrimiento, sino que cuides tu corazón.
Para nosotros el mundo está patas arriba con sus prioridades y enfoque egoísta, y para el mundo nosotros, los cristianos, estamos patas arriba con nuestra fe en honrar a Dios y sembrar para cosechar en todas las áreas de la vida, servir a los demás y predicar el Evangelio. Debemos estar seguros en nuestra identidad, de quiénes somos y cuál es nuestra posición en lo que Dios nos ha mandado hacer. Pablo hablaba de azotes y no son metáforas, fueron reales, pero también decía que le dolía más lo que les sucedía a las iglesias que lo que le sucedía a él. Le dolía la gente, se preocupaba por el corazón de las personas, como Jesús. No se jactaba, sino que hablaba desde su debilidad.[2]
Otra actitud de contracultura era superar el dolor con dolor. Cuando alguien se lastima la nariz, se la enderezan sin darle mayor aviso porque le dolerá, pero lo sanará. Los romanos podían obligar a los judíos a llevarles su carga, pero Jesús les decía la llevaran el doble de millas que les obligaban.[3] Cuando tenemos la humildad para ceder y dar más de lo que nos piden, nuestro corazón comienza a sanar porque se deja llevar más por lo positivo que por lo negativo.
Si te pegan en una mejilla podrías sentir ira, pero poniendo la otra sanarás tu corazón. Una mejilla herida se cura con algún ungüento, pero un corazón amargado puede arruinarte la vida, así que necesita el bálsamo del Espíritu Santo. Dios sabrá defendernos, Él sabe hacer bien su papel de Padre. Yo he aprendido a perdonar porque si dañan mi corazón dañarían mi pastorado. Ora por quienes te maldicen, porque Dios hará justicia. Cuando algo o alguien quiera hacerte mal, no tomes la justicia en tus manos, mejor domínate para dejar al Señor hacer su parte.[4] La Palabra dice que Dios hace salir el sol sobre buenos y malos. En eso debemos imitarlo, en la correcta actitud para bendecir incluso a quienes nos maldicen. No hagas lo malo con la buena bendición que el Señor te ha dado.[5] Hay recompensas que podemos ganar con nuestra actitud correcta.
Algunos ya ni saludan a quienes se cambian de congregación, pero ser cristiano no se trata de congregaciones sino de compartir el amor de Dios. Perfecto no es quien vive sin errores o sin mancha, sino aquel que igual bendice al bueno y al malo, que ora por quien lo persigue, que bendice a quien lo maldice. No creas que los que hacen maldades eran malos desde niños, no, algo tuvo que pasarles, fueron afectados, son víctimas de algo y no saben cómo descargarlo. Necesitan a Jesús. La injusticia contamina el corazón de las personas que no saben cómo manejar el dolor de acuerdo con la contracultura que Jesús nos enseñó.
No permitas que lo injusto de la vida te convierta en un villano, sé tu propio superhéroe. Pon tu corazón en manos de Dios para que te consuele y fortalezca. Que el chisme de alguien no te hiera y llene de rencor, porque de que tengas el corazón sano depende que bendigas a otros. Pon tu corazón, pensamientos y emociones delante del Señor para que Él lo conserve saludable, porque de Él mana la vida.
[1] Mateo 5:3-12: Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación. Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.
[2] 2 Corintios 11:23-30: ¿Son ministros de Cristo? (Como si estuviera loco hablo.) Yo más; en trabajos más abundante; en azotes sin número; en cárceles más; en peligros de muerte muchas veces. De los judíos cinco veces he recibido cuarenta azotes menos uno. Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he estado como náufrago en alta mar en caminos muchas veces; en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos; en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez; y además de otras cosas, lo que sobre mí se agolpa cada día, la preocupación por todas las iglesias. ¿Quién enferma, y yo no enfermo? ¿A quién se le hace tropezar, y yo no me indigno? Si es necesario gloriarse, me gloriaré en lo que es de mi debilidad.
[3] Mateo 5:39-41: Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra; y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa; y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos.
[4] Romanos 12:14-21: Bendecid a los que os persiguen; bendecid, y no maldigáis. Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran. Unánimes entre vosotros; no altivos, sino asociándoos con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión. No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres. Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres. No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza. No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal.
[5] Mateo 5:43-46: Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos?
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