11 de septiembre de 2011
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Ser cristiano implica obedecer al Señor y dar testimonio de vida en cada aspecto, entregando lo mejor de nosotros como miembros de una familia, como profesionales y ciudadanos.
En el libro de Miqueas1 leemos la profecía que anunciaba la venida del Salvador del mundo quien nacería en Belén. Luego, en Lucas 2:1-72 leemos el cumplimiento de la profecía. Lo primero que descubrimos al analizar estas dos citas es que todo está cuidadosamente planeado por Dios. Así que nacer en cierto país no es casualidad sino designio divino, por lo que debes ver que tu país es el lugar donde Dios deseaba que nacieras.
El segundo aspecto importante es descubrir que las leyes humanas también son instrumentos del Señor para cumplir Su voluntad. En tiempos de Jesús, el gobierno emitió un edicto para que todos se empadronaran por lo que José y María, padres terrenales del Señor, se trasladaron a Belén a cumplir el mandato. ¡María tenía nueve meses de embarazo!, así que su situación era bastante incómoda, ya no podía caminar mucho y seguramente pudo excusarse para no obedecer la ley, pero no lo hizo y su obediencia provocó que la profecía sobre el nacimiento de Jesús se cumpliera. Al respetar las leyes abrimos las puertas del cielo para que se cumpla el plan de Dios, así que somete tu voluntad a los mandatos del país donde vives.
Jesús fue ejemplo de santidad, pero también fue ejemplo de ciudadano responsable y respetuoso de la ley. Siendo Hijo de Dios se sujetó a las normas terrenales. Sus actos siempre respaldaron Sus enseñanzas, por lo que debemos imitarlo y confirmar nuestra fe al dar testimonio de vida, respetando el compromiso que tenemos con la tierra donde nacimos.
Muchas veces los fariseos buscaban motivos para condenar a Jesús, pero Él siempre fue sabio y la verdad lo asistía porque nunca pretendió transgredir las leyes humanas. Por eso, al ser cuestionado sobre el pago de los impuestos, respondió que debíamos dar al gobierno, en ese tiempo el Cesar, lo que le pertenecía y también debíamos darle a Dios lo que era Suyo3. En otras palabras, nos recordó que tenemos dos responsabilidades, la primera es con Dios y la segunda con las leyes de nuestro país.
En otra ocasión, los cobradores de impuesto intentaron acorralar a Pedro para demostrar que Jesús no respetaba la ley, pero fracasaron porque Él le ordenó a Pedro que fuera a pescar y ¡pagara los impuestos de ambos con el dinero que encontraría dentro de la boca del pez!4 El Señor suplió de forma sobrenatural para cumplir con una ley natural. De la misma forma sucederá en tu vida si demuestras que respetas las leyes y cumples con tus deberes ciudadanos. Dios está interesado en ver que Sus hijos son responsables y cumplen con sus obligaciones civiles, aún en escasez, así que milagrosamente te proveerá, no lo dudes. Tenemos un deber con nuestro país y debemos cumplirlo, nos guste o no, porque de esa forma demostramos que somos hijos de Dios y le obedecemos.
Jesús demostró que vino a traer salvación y también a darnos ejemplo de obediencia a las leyes. Fue modelo de cómo debe comportarse un hijo de Dios en la tierra donde nació, a la que le debe fidelidad, respeto y compromiso. Si amamos a Dios, amamos al país donde quiso que naciéramos. Paguemos nuestros impuestos, trabajemos duro y honradamente, respetemos cada rincón de nuestra patria porque es un regalo del cielo. Recuerda que todos daremos cuentas de lo que hicimos o dejamos de hacer. Tu conciencia debe estar tranquila si pagas tus impuestos aunque pienses que las personas de la administración pública se roban el dinero o no los invierten en el bien común. Cada quien asume la responsabilidad de sus actos delante de Dios y de la ley terrenal. Asegúrate de no tener deudas en la tierra ni en el cielo.
Un país sale adelante si cada ciudadano cumple con su parte, no solamente el presidente o quien ocupa un cargo público. No dejes de amar a tu país por las malas acciones de otros, al contrario, ver la injusticia te compromete más como hijo de Dios y buen ciudadano. Déjate influenciar por tu fe y tu anhelo de ver bien a tus generaciones. Una nación se construye con el amor y voluntad de cada uno. Aporta tu cuota de responsabilidad civil y social como si fuera el pago del alquiler de la tierra donde vives.
De nosotros depende que se cumpla la ley del cielo sobre la tierra y tenemos la obligación de enseñar a nuestros hijos respeto y amor por nuestro país. Los valores cívicos se aprenden en casa porque se imitan de la actitud de los padres. Ojalá nuestros hijos se conviertan en líderes que trabajen por su país porque aprendieron a amarlo desde pequeños. Enseñar a nuestras futuras generaciones es un buen aporte para el bien de la nación.
Ora e intercede por tu país, dobla tus rodillas para imponer manos sobre la tierra donde naciste o donde te encuentras. Dile al Señor: “Te entrego mi país y te prometo trabajar como ciudadano responsable”. Bendice tu nación, declara que será lugar de paz, amor y fruto de prosperidad porque cada ciudadano cumplirá con sus deberes civiles y morales, según los mandamientos del Señor quien nos pide que cuidemos y aprovechemos el hermoso regalo que nos ha dado.
1 Miqueas 5:1 profetiza: Rodéate ahora de muros, hija de guerreros; nos han sitiado; con vara herirán en la mejilla al juez de Israel. Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad.
2 Lucas 2:1-7 dice sobre cumplimiento de la profecía: Aconteció en aquellos días, que se promulgó un edicto de parte de Augusto César, que todo el mundo fuese empadronado. Este primer censo se hizo siendo Cirenio gobernador de Siria. E iban todos para ser empadronados, cada uno a su ciudad. Y José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por cuanto era de la casa y familia de David; para ser empadronado con María su mujer, desposada con él, la cual estaba encinta. Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento. Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón.
3Mateo 22:15-22 cuenta: Entonces se fueron los fariseos y consultaron cómo sorprenderle en alguna palabra. Y le enviaron los discípulos de ellos con los herodianos, diciendo: Maestro, sabemos que eres amante de la verdad, y que enseñas con verdad el camino de Dios, y que no te cuidas de nadie, porque no miras la apariencia de los hombres. Dinos, pues, qué te parece: ¿Es lícito dar tributo a César, o no? Pero Jesús, conociendo la malicia de ellos, les dijo: ¿Por qué me tentáis, hipócritas? Mostradme la moneda del tributo. Y ellos le presentaron un denario. Entonces les dijo: ¿De quién es esta imagen, y la inscripción? Le dijeron: De César. Y les dijo: Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios. Oyendo esto, se maravillaron, y dejándole, se fueron.
4 Mateo 17:24-26: Cuando llegaron a Capernaum, vinieron a Pedro los que cobraban las dos dracmas, y le dijeron: ¿Vuestro Maestro no paga las dos dracmas? El dijo: Sí. Y al entrar él en casa, Jesús le habló primero, diciendo: ¿Qué te parece, Simón? Los reyes de la tierra, ¿de quiénes cobran los tributos o los impuestos? ¿De sus hijos, o de los extraños? Pedro le respondió: De los extraños. Jesús le dijo: Luego los hijos están exentos. Sin embargo, para no ofenderles, ve al mar, y echa el anzuelo, y el primer pez que saques, tómalo, y al abrirle la boca, hallarás un estatero; tómalo, y dáselo por mí y por ti.
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