24 de enero de 2009
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Útil y servicial
En Lucas 17:7-10 leemos: ¿Quién de vosotros, teniendo un siervo que ara o apacienta ganado, al volver él del campo, luego le dice: Pasa, siéntate a la mesa? ¿No le dice más bien: Prepárame la cena, cíñete, y sírveme hasta que haya comido y bebido; y después de esto, come y bebe tú? ¿Acaso da gracias al siervo porque hizo lo que se le había mandado? Pienso que no. Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid: Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos.
Las personas serviciales son extraordinarias. Recuerda que hay niveles de obediencia y utilidad. Quien no hace lo que se le ordena, no llega ni a inútil. Aquél que hace lo que se le ordena ya logra ser inútil, aunque útil es sólo la persona que hace más de lo que se le pide. Ser útil no es fácil pero tampoco es imposible. Debemos tomarnos el tiempo de pensar y agregar un valor extra a todo cuanto hacemos. Antes de entregar el reporte que te pidieron, agrega elementos que lo complementen y lo hagan extraordinario. Si ya cocinaste la cena para tu familia, toma un momento para añadirle ese toque que la hará especial. Todos queremos ser útiles y estar rodeados de personas igual de eficientes. Aprende a bendecir tu trabajo y a tu familia con actitudes de utilidad y servicio.
Formas de dar lo extraordinario
Existen dos maneras de hacerlo. Una es voluntariamente y otra es por obligación. Tú escoges la forma de ceñirte, pero Dios no permitirá que desperdicies tu potencial y des menos de lo que puedes.
Juan 21:18 nos dice: De cierto, de cierto te digo: Cuando eras más joven, te ceñías, e ibas a donde querías; mas cuando ya seas viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y te llevará a donde no quieras.
Pedro era un apóstol servicial, tanto que Jesús le entregó las llaves del Reino. Aún así, en este pasaje le dijo que enviaría a alguien que lo ceñiría. No importa la edad que tengas, todos somos jóvenes en el Señor, pero debes volver a ser niño y decir: “Padre me ceñiré”. Muchas veces tenemos claro a dónde ir, sabemos qué es lo correcto y aún así no lo hacemos. Dios tiene métodos y procesos que te llevarán a la excelencia aunque no quieras. El Espíritu Santo tomará y ceñirá tu vida para llevarte donde debes estar. Dios no ha terminado contigo, aunque trabajes para Su gloria y seas un servidor entregado, iniciarás procesos para ser útil y dar más fruto.
Procesos para dar fruto
En Juan 15: 1-2 leemos: Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto.
Jesús identifica al Padre como labrador y a nosotros como las ramas que deben dar la cosecha. A veces los procesos de Dios no nos agradan. Pero la Palabra dice que darás más frutos si eres sometido a un proceso de limpieza. Haz el propósito de ser una persona que de muchos frutos al Señor, donde sea que estés. Busca ser el empleado indispensable, admirado y apreciado por tu jefe.
La poda es un principio de agricultura que parece radical y doloroso pero es muy efectivo. Soy agrónomo y he visto su eficacia. Cuando estaba recién graduado, trabajé en una finca de café y el dueño me presentó como el nuevo ingeniero. Sentía una gran presión porque ser “el nuevo jefe” era difícil, además debía demostrar las ventajas de haberme contratado. No tenía experiencia pero afronté la responsabilidad.
Cierto día entré a la finca y vi muchos cafetales cortados. Pensé que los trabajadores se habían sublevado contra mí e intentaban arrasar la finca. Entonces visiblemente afectado pregunté qué había pasado, y uno de los trabajadores, muy tranquilo me respondió: “hicimos la resepa para que reverdezcan”. Me sentí aliviado y a la vez avergonzado de mi ignorancia, pero di gracias porque estaba aprendiendo sobre procesos de producción. De la misma forma Dios toma la tijera para podar nuestra vida y hacerla productiva. Es doloroso pero necesario. Nunca pensemos que Él lo hace por maldad o abuso de fuerza, tampoco creamos que nos ha dejado en manos del diablo para que nos atormente. Cuando nos enfrentemos a una tribulación, demos gracias por el proceso de limpieza y procuremos que sea efectivo para producir más frutos en nuestra vida. Dios quita para dar algo mejor. No te acomodes a lo que das ahora, piensa que aún puedes dar más. El Señor te limpiará y cortará cosas que te impidan retoñar. Tu vida será nueva y útil.
No desmayes
En 2da. Corintios 4:16-17 el Señor nos dice: Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria.
Como humanos, nuestras fuerzas tienen un límite. Desfallecemos y nos debilitamos. En esos momentos el Señor nos dice: “No te preocupes, yo te ayudaré, aunque te duela”.
Todo tiene que ver con la producción de hijos gloriosos. El Señor te somete a tribulación para poder darte algo trascendente que renovará tus fuerzas. De esta forma, obrarás con el peso de Su gloria y serás una persona sorprendente. Recuerda que glorioso significa excelente y de calidad.
Marcos 11:12- 13 nos habla sobre la higuera: Al día siguiente, cuando salieron de Bethania, tuvo hambre. Y viendo de lejos una higuera que tenía hojas, fue a ver si tal vez hallaba en ella algo; pero cuando llegó a ella, nada halló sino hojas, pues no era tiempo de higos Entonces Jesús le dijo a la higuera: Nunca jamás, coma nadie fruto de ti. Y lo oyeron sus discípulos.
No dar fruto es una maldición. La higuera tal vez hubiera podido justificarse y decirle: “Señor, no es tiempo, según tus ciclos yo debo dar fruto en marzo y abril”. Pero es evidente que Jesús buscaba un esfuerzo extra. Esperaba que la higuera se ciñera y diera frutos, aunque no fuera tiempo. No te justifiques para evitar dar todo lo que tienes dentro. Aunque trabajes de ocho de la mañana a cinco de la tarde, haz lo que te pidan sin excusas. Cuando te soliciten algo que no te corresponde, entrégalo con satisfacción. Que tu deseo de servir se anticipe incluso a los requerimientos de aquellos a quienes sirves.
Nos disgusta la presión. Sin embargo es una forma de edificarnos. Las personas que te exigen te aman y quieren ver lo mejor de ti. Un higo que no es sometido al fuego no se puede comer. Es amargo e irrita la boca. Pero luego de ser procesado con el calor, se convierte en un fruto dulce y delicioso. Pide al Señor pasar por el proceso necesario para convertirte en ese fruto del que todos quieran comer. Para ser útil debes someterte al proceso de purificación que extraiga lo mejor de tu interior.
Heridas que dan salud
Proverbios 27:6 dice: Fieles son las heridas del que ama; Pero importunos los besos del que aborrece.
Si tienes un tumor, debes someterte a una cirugía para extirparlo. Ese procedimiento médico es doloroso pero te sanará y te ayudará a ser una persona productiva. Hay instrumentos que Dios utiliza que también pueden causarte dolor. Las tribulaciones no son agradables. Muchas veces debemos extirpar situaciones que nos gustan pero que impiden nuestro bienestar y crecimiento espiritual. Si llevas una vida de infidelidad, el Señor te obligará a cortar con ese pecado. Igual será con cualquier vicio que tengas. No reniegues o pienses que con estas palabras queremos hacerte daño. Cuando sientas el dolor de dejar lo malo y hacer lo bueno, piensa que Dios está contigo y como árbol podado y sometido a un proceso de limpieza, un día muchos se sentarán bajo la sombra que darás.
Hace catorce años recibí al Señor y mi vida nunca fue la misma. Si te entregas al Dios, tal vez el proceso dolerá pero ten la certeza que darás frutos gloriosos.
Seguramente hay cosas que te niegas a dejar y lugares a donde no quieres ir. Pero si levantas tus manos para que Él te ciña y te sometes a Sus procesos, recibirás Su unción y serás fruto agradable a sus ojos. Reconcíliate con el Padre Celestial y entrégale tu vida para que saque lo mejor de ti y te haga una persona de provecho.
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