22 de julio de 2009
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La conducta de cada persona tiene poder para definir el futuro de su familia en las generaciones venideras. Somos responsables de lo que hacemos y dejamos de hacer. Nuestros actos definen lo que obtenemos en la vida, entonces debe regirse por principios, valores y pensamientos de bien. La herencia es poderosa e inevitable, o sea que, sin importar tu edad o estado civil, eres capaz de construirla para tus descendientes. La Biblia habla de muchas herencias, algunas buenas y otras no tanto. Es algo inevitable que debemos cultivar o romper.
Hace tiempo tuve que orar por un niño que padecía una enfermedad hereditaria. Hay muchos padecimientos que se heredan. La diabetes, obesidad, afecciones cardíacas y algunos tipos de cáncer son ejemplos tangibles. Las adicciones como el alcoholismo y la tendencia a ser fumador también lo son. Aunque deseamos que nuestros hijos sean como nosotros, es seguro que nadie quiere heredarles enfermedades ni desgracias. Sin embargo, muy pocos pelean, luchan y se esfuerzan por romper con esas maldiciones.
Esfuérzate por construir un futuro prometedor para tus hijos. Aunque seas soltero y aún no pienses casarte, desde ahora puedes definir e iniciar la herencia que deseas legar a tus futuras generaciones. Dios desea bendecir a tu familia durante toda su historia y años venideros. Puso su mirada en ti, te escogió para marcar un futuro diferente para tu descendencia, quiere lavarte con su sangre, transformarte y romper cualquier cadena de maldición porque ve en ti alguien que le ama y obedece.
Romper cadenas de maldición
En Exódo 20, 1-17 leemos: Y habló Dios todas estas palabras, diciendo: Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre. No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos. No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano. Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas. Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó. Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da. No matarás. No cometerás adulterio. No hurtarás. No hablarás contra tu prójimo falso testimonio. No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo.
La Palabra es clara, el Señor busca obediencia. Los 10 mandamientos son directos y transparentes, no hay nada que discutir, así los hizo para que comprendamos lo que espera de nosotros. Cumplirlos tal vez es difícil pero no imposible, además, nos trae bendición y asegura Su respuesta en nuestras vidas. Hacerlos nuestra guía es una evidencia de fe y el primer paso para construir una promesa que alcance a toda nuestra familia.
Personalmente me sucedió, tuve que romper con ciertas prácticas que me enseñaron y que limitaban la bendición que podía recibir y heredar a mis descendientes. Anhelaba encontrar al Señor y por ridículo que suene, terminé buscándolo hasta en las pirámides de Egipto. Pero Él dice que no debemos hacernos imágenes con nada porque Su ley nos alcanzará hasta la tercera y cuarta generación. Si crees en imágenes, estás garantizando un legado de maldición. El futuro que heredemos depende de nuestras prácticas y actitudes. Me enseñaron y aprendí idolatría pero descubrí esta Palabra y rectifiqué para evitarle tragedias a mi generación venidera. No quiero que mis hijos me reclamen su desdicha por mis antiguas costumbres. Dios amarró la maldición a la idolatría porque es una falta muy grave. Él no es malo, no quiere destruirte pero nos advierte, así como lo hizo con el pueblo que intentaba adorar un becerro de oro. Recuerda que Él no habita en una imagen sino en tu corazón y anhela darte una herencia de bendición.
Yo tuve que romper con alcoholismo, hechicería, adivinación y enfermedades cardíacas. Me propuse descubrir lo que heredaría de mi familia y romper con toda maldición. Hacerlo es bueno pero no suficiente, porque para heredar un futuro de bendición debes construir con tus actos y Dios nos dice cómo hacerlo.
Obediencia que multiplica bendición
Génesis 22: 9-18 dice: Y cuando llegaron al lugar que Dios le había dicho, edificó allí Abraham un altar, y compuso la leña, y ató a Isaac su hijo, y lo puso en el altar sobre la leña. Y extendió Abraham su mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo. Entonces el ángel de Jehová le dio voces desde el cielo, y dijo: Abraham, Abraham. Y él respondió: Heme aquí.Y dijo: No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; porque ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único.Entonces alzó Abraham sus ojos y miró, y he aquí a sus espaldas un carnero trabado en un zarzal por sus cuernos; y fue Abraham y tomó el carnero, y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo.Y llamó Abraham el nombre de aquel lugar, Jehová proveerá. Por tanto se dice hoy: En el monte de Jehová será provisto. Y llamó el ángel de Jehová a Abraham por segunda vez desde el cielo, y dijo: Por mí mismo he jurado, dice Jehová, que por cuanto has hecho esto, y no me has rehusado tu hijo, tu único hijo; de cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar; y tu descendencia poseerá las puertas de sus enemigos. En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz.
Abraham actuó de esta forma porque Jehová se lo pidió. Isaac, su hijo amado, era el resultado de un proceso de fe de muchos años. Imagina que Dios te pida sacrificarle a tu querido hijo, por el cual has luchado durante tanto tiempo. Seguramente intentarías que te acepte el mejor cordero a cambio, pero si Dios insiste, deberías dárselo aunque no quieras.
Entonces, cuando Abraham iba a degollar a Isaac, el ángel lo detuvo. Su obediencia fue probada y sirvió de base para una herencia de bendición. Nota que el hijo fue sacrificado aunque al final no fue necesario matarlo. Dios provee bendición y multiplica una descendencia vencedora si le damos lo más valioso que tenemos y demostramos que tiene el primer lugar en nuestro corazón. Ser obediente a Sus designios asegura grandes promesas para tu familia durante muchos años.
La generación bendecida
Génesis 26:12-25 relata: Y sembró Isaac en aquella tierra, y cosechó aquel año ciento por uno; y le bendijo Jehová. El varón se enriqueció, y fue prosperado, y se engrandeció hasta hacerse muy poderoso. Y tuvo hato de ovejas, y hato de vacas, y mucha labranza; y los filisteos le tuvieron envidia. Y todos los pozos que habían abierto los criados de Abraham su padre en sus días, los filisteos los habían cegado y llenado de tierra. Entonces dijo Abimelec a Isaac: Apártate de nosotros, porque mucho más poderoso que nosotros te has hecho. E Isaac se fue de allí, y acampó en el valle de Gerar, y habitó allí. Y volvió a abrir Isaac los pozos de agua que habían abierto en los días de Abraham su padre, y que los filisteos habían cegado después de la muerte de Abraham; y los llamó por los nombres que su padre los había llamado. Pero cuando los siervos de Isaac cavaron en el valle, y hallaron allí un pozo de aguas vivas, los pastores de Gerar riñeron con los pastores de Isaac, diciendo: El agua es nuestra. Por eso llamó el nombre del pozo Esek, porque habían altercado con él. Y abrieron otro pozo, y también riñeron sobre él; y llamó su nombre Sitna. Y se apartó de allí, y abrió otro pozo, y no riñeron sobre él; y llamó su nombre Rehobot, y dijo: Porque ahora Jehová nos ha prosperado, y fructificaremos en la tierra. Y de allí subió a Beerseba. Y se le apareció Jehová aquella noche, y le dijo: Yo soy el Dios de Abraham tu padre; no temas, porque yo estoy contigo, y te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia por amor de Abraham mi siervo. Y edificó allí un altar, e invocó el nombre de Jehová, y plantó allí su tienda; y abrieron allí los siervos de Isaac un pozo.
Entonces llegó el tiempo de ver la promesa. Al principio le fue mal, pero luego Jehová lo bendijo con gran prosperidad. Dios declaró una palabra sobre las generaciones de Abraham y la cumplió porque le dio la victoria a Isaac sobre sus enemigos. Esta fue la maravillosa herencia de un padre obediente y dispuesto a sacrificar lo que más amaba.
Tener una práctica contraria a los mandamientos nos maldice hasta la tercera y cuarta generación. Cumplir los mandamientos nos libra de la maldición, pero puedes ir más allá y provocar a Dios con tu obediencia. Es posible sacar de Su boca las palabras que tengan el poder de asegurar un futuro para tus hijos. Entonces, cuando los veas luchar por alcanzar sus promesas, sabrás que vencerán porque tú les has heredado bien.
La voluntad del Señor es bendecir por generaciones y para lograrlo necesita hombres obedientes que nunca le nieguen lo que pida. Evita que tus hijos tengan que romper cadenas de alcoholismo, enfermedad y brujería, no hagas que se avergüencen de tu conducta, no les heredes pobreza, desdicha y deudas. Lucha para que tengan un futuro próspero que te permita morir tranquilo, con la certeza de que Dios los tiene en sus manos y que nada les faltará. Tu conducta, obediencia y fidelidad son generadoras de esa bendición. Ellos agradecerán que permanezcas en Sus caminos y rompas las cadenas del pecado. La bendición de un Isaac necesita la obediencia de un Abraham.
Herencia de santidad
Todos daríamos la vida por nuestros hijos y eso es lo que Dios anhela. Él desea borrar cualquier pecado, darte la vida eterna y establecer su reino en cada hogar. Asegúrales un futuro lleno del Señor. Yo lo decidí cuando dejé de lado las prácticas que había aprendido, renuncié al alcohol, rompí con maldiciones generacionales y empecé a provocar a Dios con mi buena conducta.
En febrero acompañé al pastor Cash a una actividad en la ciudad de Quetzaltenango en el interior de país. Acababa de llevar a mi hija a sacar su visa americana y encontré el pasaporte en mi saco. Cuando el predicador nos pidió que oráramos por nuestros hijos, saqué el pasaporte y pedí al Señor que los tomara como servidores. Luego se acercó un hombre, tomó el pasaporte de mi hija y me dijo: “Dios dice que te bendecirá y que bendecirá a tus hijos porque ellos le servirán fielmente.” Estoy seguro que cumplirá Su palabra porque me ha visto como un padre que le ama y obedece.
Pídele al Señor que gobierne tu casa, rompa toda atadura de maldición y escriba el nombre de tu familia en el libro de la vida. Entrégate a Él y empieza una nueva historia llena de promesas. Tú y tus generaciones venideras tendrán un futuro de bendición porque ese es el destino de aquellos que le obedecen.
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