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¿Qué esperas de mí en esto que estoy viviendo?

¿Qué esperas de mí en esto que estoy viviendo?

24 de octubre de 2023

Tiempo de lectura: 6 minutos

Cierre sus ojos por un momento y piense en aquello que es muy relevante para su vida. Visualice el estado ideal que desearía para su situación, aunque en esa circunstancia sea un mal momento. En cada cosa que esté viviendo, por complicada o difícil que sea, hágale una propuesta a Dios y pregunte: ¿qué esperas de mí? Toda propuesta que le hagamos a Dios tiene mucho poder. En la Biblia la gente que propuso algo ante Dios siempre recibió la respuesta.

Aprendamos la lección de vida que nos ofrece Job como hombre perfecto, recto y temeroso de Dios.[1] Job temía que sus hijos blasfemaran contra Dios y ofrecía sacrificios como ofrenda a Dios por cualquier mal comportamiento de ellos. Blasfemar es atribuirle a Dios algo que él no hizo, es culpar a Dios de algo malo que estoy viviendo.

En el cielo hay una escena donde Satanás está hablando con Dios acerca de Job.[2] Enfatiza que hay un cerco de protección que Dios pone alrededor de Job y sus bienes. Llega el día en que Job pierde todo, sus hijos mueren y allí se levanta para postrarse en tierra y adorar. La esposa identifica que Job retiene su integridad y no blasfema el nombre de Dios, la propuesta de Job fue postrarse y adorarlo.[3]

Cuando estés pasando por una crisis, por algo difícil, tus declaraciones son muy importantes. No pierdas la fe, ni la esperanza, porque Dios no ha terminado contigo. Dios quería escribir el capítulo 42 en la vida de Job y de igual manera tiene un capítulo 42 para tu vida.[4]

Recuerda que la mayoría de las cosas que vives tienen un origen espiritual y ya fueron conocidas en el cielo. En la tierra estamos viviendo en medio de una batalla. Dios quiere reedificar y el diablo quiere botar. Dios quiere que sus hijos conozcan la verdad y el diablo los quiere engañar y eso es una batalla.[5] Atiende tu crisis, descifra las cosas del cielo para que se establezcan en la tierra orando y buscando Su Palabra. Cuando atiendes tu vida espiritual de esa manera, lo entiendes y lo resuelves.[6]

En este caso el profeta Eliseo le decía al rey de Israel todas las estrategias de su enemigo el rey de Asiria. El entendimiento espiritual trae protección y soluciones que nosotros también necesitamos. El enemigo actuó para capturar al profeta y envió un gran ejército, eso era lo que la gente veía frente a la casa de Eliseo.

En lo natural el siervo de Eliseo pensó: ¿Y ahora qué haremos? Existen preguntas sin respuesta hasta que atendamos la dimensión espiritual, dejando de ver únicamente lo natural. La respuesta de Dios es: ¡No tengas miedo! Y los ojos le fueron abiertos para ver miles de ángeles guerreros protectores enviados por Dios.

Hay decisiones que tomar, pero hay algo espiritual que tenemos que atender primero. Oremos para que Dios abra nuestros ojos y veamos soluciones ante cualquier crisis que está causando sufrimiento: Padre, te ruego que abras nuestros ojos al reino espiritual que opera sobre nuestras vidas y en todas las áreas y circunstancias. Amén.

Dios ya escribió los días que debes vivir de aquí en adelante, mantente firme en la fe, no pierdas la esperanza, que nadie te cautive de pensar o de creer algo distinto, porque Dios todavía sigue esperando el momento para que veas su respuesta. Pero hay que atenderlo en su presencia para entenderlo.[7] Lo importante es disponer el corazón para entenderlo y hacer tu propuesta ante Dios porque oirá tus palabras y vendrá a tu encuentro como lo hizo con Daniel.[8]


[1] Job 1:5: Hubo en tierra de Uz un varón llamado Job; y era este hombre perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal. Y le nacieron siete hijos y tres hijas. Su hacienda era siete mil ovejas, tres mil camellos, quinientas yuntas de bueyes, quinientas asnas, y muchísimos criados; y era aquel varón más grande que todos los orientales. E iban sus hijos y hacían banquetes en sus casas, cada uno en su día; y enviaban a llamar a sus tres hermanas para que comiesen y bebiesen con ellos. Y acontecía que habiendo pasado en turno los días del convite, Job enviaba y los santificaba, y se levantaba de mañana y ofrecía holocaustos conforme al número de todos ellos. Porque decía Job: Quizá habrán pecado mis hijos, y habrán blasfemado contra Dios en sus corazones. De esta manera hacía todos los días.

[2] Job 1:6-11: Y Dios le dice, no has considerado a mi siervo Job que no hay otro como él en toda la tierra, varón perfecto, y recto, temeroso de Dios y apartado del mal. Y Jehová dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal? Respondiendo Satanás a Jehová, dijo: ¿Acaso teme Job a Dios de balde? ¿No le has cercado alrededor a él y a su casa y a todo lo que tiene? Al trabajo de sus manos has dado bendición; por tanto, sus bienes han aumentado sobre la tierra. Pero extiende ahora tu mano y toca todo lo que tiene, y verás si no blasfema contra ti en tu misma presencia.

[3] Job 2:9-10: Entonces le dijo su mujer: ¿Aún retienes tu integridad? Maldice a Dios, y muérete. Y él le dijo: Como suele hablar cualquiera de las mujeres fatuas, has hablado. ¿Qué? ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos? En todo esto no pecó Job con sus labios.

[4] Job 42:10-17: Y quitó Jehová la aflicción de Job, cuando él hubo orado por sus amigos; y aumentó al doble todas las cosas que habían sido de Job. Y vinieron a él todos sus hermanos y todas sus hermanas, y todos los que antes le habían conocido, y comieron con él pan en su casa, y se condolieron de él, y le consolaron de todo aquel mal que Jehová había traído sobre él; y cada uno de ellos le dio una pieza de dinero y un anillo de oro. Y bendijo Jehová el postrer estado de Job más que el primero; porque tuvo catorce mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes y mil asnas, y tuvo siete hijos y tres hijas. Llamó el nombre de la primera, Jemima, el de la segunda, Cesia, y el de la tercera, Keren-hapuc. Y no había mujeres tan hermosas como las hijas de Job en toda la tierra; y les dio su padre herencia entre sus hermanos. Después de esto vivió Job ciento cuarenta años, y vio a sus hijos, y a los hijos de sus hijos, hasta la cuarta generación. Y murió Job viejo y lleno de días.

[5] Efesios 6:12-15: Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.

[6] 2 Reyes 6:10-17: Tenía el rey de Siria guerra contra Israel, y consultando con sus siervos, dijo: En tal y tal lugar estará mi campamento. Y el varón de Dios envió a decir al rey de Israel: Mira que no pases por tal lugar, porque los sirios van allí. Entonces el rey de Israel envió a aquel lugar que el varón de Dios había dicho; y así lo hizo una y otra vez con el fin de cuidarse. Y el corazón del rey de Siria se turbó por esto; y llamando a sus siervos, les dijo: ¿No me declararéis vosotros quién de los nuestros es del rey de Israel? Entonces uno de los siervos dijo: No, rey señor mío, sino que el profeta Eliseo está en Israel, el cual declara al rey de Israel las palabras que tú hablas en tu cámara más secreta. Y él dijo: Id, y mirad dónde está, para que yo envíe a prenderlo. Y le fue dicho: He aquí que él está en Dotán. Entonces envió el rey allá gente de a caballo, y carros, y un gran ejército, los cuales vinieron de noche, y sitiaron la ciudad. Y se levantó de mañana y salió el que servía al varón de Dios, y he aquí el ejército que tenía sitiada la ciudad, con gente de a caballo y carros. Entonces su criado le dijo: ¡Ah, señor mío! ¿qué haremos? Él le dijo: No tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos. Y oró Eliseo, y dijo: Te ruego, oh Jehová, que abras sus ojos para que vea. Entonces Jehová abrió los ojos del criado, y miró; y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo.

[7] Salmo 73:21-26: Se llenó de amargura mi alma, Y en mi corazón sentía punzadas. Tan torpe era yo, que no entendía; Era como una bestia delante de ti. Con todo, yo siempre estuve contigo; Me tomaste de la mano derecha. Me has guiado según tu consejo, Y después me recibirás en gloria. ¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra. Mi carne y mi corazón desfallecen; Mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre.

[8] Y he aquí una mano me tocó, e hizo que me pusiese sobre mis rodillas y sobre las palmas de mis manos. Y me dijo: Daniel, varón muy amado, está atento a las palabras que te hablaré, y ponte en pie; porque a ti he sido enviado ahora. Mientras hablaba esto conmigo, me puse en pie temblando. Entonces me dijo: Daniel, no temas; porque desde el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras; y a causa de tus palabras yo he venido.

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