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Sólo es el camino, no es tu destino

09 de octubre de 2010

Tiempo de lectura: 3 minutos

 

Pon tu mirada en la meta, no en el camino que puede estar lleno de dificultades. Aprende a superar los fracasos porque la aflicción es pasajera si creemos en nuestro futuro de bien.

Todos vamos en camino hacia nuestro destino y debemos superar etapas. El hecho de perder en algo no nos hace perdedores. Hay que diferenciar entre un evento y una actitud de vida.  Veamos a Dios que también perdió en algún momento con Adán y a Eva por el pecado que cometieron. El Señor se arrepintió de haber hecho al hombre porque le dolió lo que estaban haciendo.  El hijo pródigo también se le perdió al Padre Eterno. Entonces, debemos notar que no todas las etapas son para ganar. No debemos anticiparnos a la derrota porque estamos hechos para ganar.

En Juan 16:32-33 vemos que Jesús estaba consciente que en algún momento de su vida se quedaría sin compañía pero realmente no estaría solo porque el Padre siempre lo acompañaría.  A veces sentimos que estamos sin compañía, pero no estamos realmente solos porque el Padre está con nosotros. No debes ver lo que pierdes sino lo que sigues teniendo. Imitemos la actitud del Señor y no veamos la aflicción sino el triunfo que podemos lograr en Cristo Jesús.

En la vida tendremos aflicciones por hacer lo malo y por hacer lo bueno. La vida en Cristo es difícil pero sin Él es imposible. Podremos tener aflicción por fumar y también por dejar de hacerlo, por hacer negocios lícitos o por hacer trampas, por decir la verdad o seguir mintiendo. Los inteligentes hemos escogido tener aflicciones por hacer lo bueno porque lo malo, además de afligirnos nos lleva al infierno.

En la vida hay que sumar y restar ya que la ganancia es la diferencia entre lo malo y lo bueno. Si no hubiera algo malo, no podríamos ver lo bueno. Tú decides lo que ves en la vida y debes descubrir que jamás serás fortalecido si pones atención a  la debilidad y no te enfocas en las promesas. Si algo positivo viene, no preguntas, simplemente lo tomas. Esa también debe ser la actitud frente a lo negativo, tomarlo y procurar salir fortalecido de la prueba.

Recuerda que todo es un balance. Para ver el día debemos pasar por la noche, para disfrutar del verano hay que sobrevivir el invierno, para cosechar primero debemos sembrar. No te quejes cuando pases una época difícil. Pon tu esperanza en el Señor que nunca te abandona.

Lucas 2:7 relata que Jesús nació en un pesebre porque no había lugar en el mesón. Mucha gente cree que Jesús nació allí porque era humilde, pero no fue así. Lo bueno y agradable no te quita humildad.  Nació en un pesebre por emergencia, su destino era el trono la derecha del Padre.  Hay épocas de “pesebre” en nuestra vida pero eso no quiere decir que ese sea nuestro destino.

Jesús, siendo el dueño de todo, era  el más humilde y lo demostró con Su obediencia al Padre, no al nacer en un pesebre.  Tu destino es estar sentado junto al Padre, esa es Su voluntad. Somos vencedores y cualquier circunstancia adversa debemos verla como una etapa que es necesario superar.

Cada etapa debe alimentar nuestra experiencia y superarla si fue buena o mala.  Hay que aprender de lo que nos sucede. No podemos quedarnos igual después de lo que vivamos.  Es necesario olvidar lo negativo para que no se repita y mejorar lo bueno para que lo venidero sea aún mejor. Al final el peor pecado es peinar canas y no ser sabio.  No pases la vida simplemente esperando la muerte. Aprende de tus éxitos y fracasos, anota tus aciertos y errores porque la sabiduría es recompensa y la necedad es castigo.

Debemos correr la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús que está sentado a la diestra del trono de Dios. Aprende de Su ejemplo, valora las cosas en su justa medida para verlas como son. La aflicción es momentánea y no se compara con la gloria venidera.

Por tu mirada en la meta, no te des por vencido porque Dios tiene un buen futuro para ti y para quienes te rodean.

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