28 de agosto de 2010
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Obedece al Señor para desatar la cadena de bendición que Él ha preparado. Tu palabra debe ser una con Su palabra y la de tus Pastores.
El Salmo 23:1-6 nos enseña sobre las palabras de fe: Jehová es mi pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar; Junto a aguas de reposo me pastoreará. Confortará mi alma; Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre. Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento. Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando. Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, Y en la casa de Jehová moraré por largos días.
Aprendamos a hablar sobre nuestro futuro, dejemos atrás el pasado y no nos detengamos a hablar de las dificultades del presente. En este Salmo, David habla de su futuro y aunque dice que está angustiado, se siente ungido porque el Señor le sirve la mesa frente a sus angustiadores. El único verso que habla en presente hace notar que David estaba pasando dificultades pero su actitud era de esperanza y su boca hablaba palabras de bendición sobre el futuro. Lo mismo debe suceder en nuestra vida, eres hijo de Dios y tu copa debe estar rebosante aún en medio de la tribulación porque confías en tu futuro de bien. Habla de acuerdo a lo que deseas vivir, no lo que estás viviendo. Anticípate, no sigas en el pasado que no puedes arreglar.
Asistir a la iglesia no es una acción que soluciona tus problemas por arte de magia y tampoco es como una anestesia para que no sientas el dolor. En la iglesia te damos Palabra y dirección, te hacemos porras pero no podemos caminar por ti. Eres tú quien debe avanzar con fe en las promesas del Señor, superar tu pasado, vivir en santidad el presente y confiar en el futuro. Corrige tus palabras y deja las expresiones pesimistas. Después de tantos años, aprendí que un pensamiento malo no se combate con otro bueno sino con la correcta confesión de la Palabra. Debes verte al espejo y decir: “¿Por qué te afliges alma mía?, espera en Dios porque aún habré de alabarle”. Entonces, cuando te acerques a la iglesia, puedes decirle a tu Pastor que ya estás consciente y que te has auto-regañado para dejarte de mañas y avanzar con fe.
Palabras poderosas
1Reyes 17:1-16 relata sobre Elías: Entonces Elías tisbita, que era de los moradores de Galaad, dijo a Acab: Vive Jehová Dios de Israel, en cuya presencia estoy, que no habrá lluvia ni rocío en estos años, sino por mi palabra. Y vino a él palabra de Jehová, diciendo: Apártate de aquí, y vuélvete al oriente, y escóndete en el arroyo de Querit, que está frente al Jordán. Beberás del arroyo; y yo he mandado a los cuervos que te den allí de comer. Y él fue e hizo conforme a la palabra de Jehová; pues se fue y vivió junto al arroyo de Querit, que está frente al Jordán. Y los cuervos le traían pan y carne por la mañana, y pan y carne por la tarde; y bebía del arroyo. Pasados algunos días, se secó el arroyo, porque no había llovido sobre la tierra. Vino luego a él palabra de Jehová, diciendo: Levántate, vete a Sarepta de Sidón, y mora allí; he aquí yo he dado orden allí a una mujer viuda que te sustente. Entonces él se levantó y se fue a Sarepta. Y cuando llegó a la puerta de la ciudad, he aquí una mujer viuda que estaba allí recogiendo leña; y él la llamó, y le dijo: Te ruego que me traigas un poco de agua en un vaso, para que beba. Y yendo ella para traérsela, él la volvió a llamar, y le dijo: Te ruego que me traigas también un bocado de pan en tu mano. Y ella respondió: Vive Jehová tu Dios, que no tengo pan cocido; solamente un puñado de harina tengo en la tinaja, y un poco de aceite en una vasija; y ahora recogía dos leños, para entrar y prepararlo para mí y para mi hijo, para que lo comamos, y nos dejemos morir. Elías le dijo: No tengas temor; ve, haz como has dicho; pero hazme a mí primero de ello una pequeña torta cocida debajo de la ceniza, y tráemela; y después harás para ti y para tu hijo. Porque Jehová Dios de Israel ha dicho así: La harina de la tinaja no escaseará, ni el aceite de la vasija disminuirá, hasta el día en que Jehová haga llover sobre la faz de la tierra. Entonces ella fue e hizo como le dijo Elías; y comió él, y ella, y su casa, muchos días. Y la harina de la tinaja no escaseó, ni el aceite de la vasija menguó, conforme a la palabra que Jehová había dicho por Elías.
Debemos comprender que las palabras son poderosas y provocan cosas. Elías era profeta y su palabra tenía poder, de la misma forma que ahora la palabra de los Pastores, quienes somos hombre de Dios y tenemos la misma fe que los profetas de la Biblia. Esta historia de Elías nos habla de un proceso de obediencia que él inició. Primero se fue al arroyo, tal como Dios le mandó y no le faltó de comer porque los cuervos ya tenían la orden de alimentarlo llevándole carne a pesar de ser animales carnívoros. Ese es un archi-mega- ultra milagro, así como provocar que una viuda diera de comer porque supuestamente las viudas debían ser sustentadas, no dar sustento. Era tan increíble como querer enviar una torta de jamón con el Chavo del Ocho, así de atrevido es Dios. No sabemos en qué momento los cuervos y la viuda recibieron la orden pero el Señor ya había plantado la semilla dentro sus corazones para que se detonara en el momento que Elías lo necesitara.
En el ambiente hay muchas palabras, las tuya, las del mundo, las de Dios y las de quienes te rodean y te hacen bien, como tus Pastores que amplían e ilustran las que viene del Señor. En esta historia también hay varias palabras, las de Elías, las de la viuda y las de Dios.
1 Reyes 18:45-46 nos cuenta lo que sucedió con la lluvia: Y aconteció, estando en esto, que los cielos se oscurecieron con nubes y viento, y hubo una gran lluvia. Y subiendo Acab, vino a Jezreel. Y la mano de Jehová estuvo sobre Elías, el cual ciñó sus lomos, y corrió delante de Acab hasta llegar a Jezreel.
Las tres palabras se cumplieron. Se cumplió la de Dios porque la harina y el aceite abundaron; se cumplió la de Elías porque dejó de llover y luego llovió de nuevo. Además, vemos que la palabra de muerte de la viuda también se cumplió.
En 1 Reyes 17:17-20 vemos lo que sucedió con el hijo de la viuda: Después de estas cosas aconteció que cayó enfermo el hijo del ama de la casa; y la enfermedad fue tan grave que no quedó en él aliento. Y ella dijo a Elías: ¿Qué tengo yo contigo, varón de Dios? ¿Has venido a mí para traer a memoria mis iniquidades, y para hacer morir a mi hijo? Él le dijo: Dame acá tu hijo. Entonces él lo tomó de su regazo, y lo llevó al aposento donde él estaba, y lo puso sobre su cama. Y clamando a Jehová, dijo: Jehová Dios mío, ¿aun a la viuda en cuya casa estoy hospedado has afligido, haciéndole morir su hijo?
Esta experiencia de la viuda nos enseña que nuestra palabra es poderosa y se cumple, por eso debe ser de bien y no de maldición. Ella realmente creía que iban a morir, tenía esa angustia en el corazón a pesar de ser testigo de las maravillas de Dios que le abundó el alimento. Hay mucho a tu alrededor que muere por tu palabra, lo sabes y no eres capaz de corregirte para que tu boca hable sólo bendiciones. Corrige tu palabra, escucha prédicas de día y de noche, ponlas en práctica para que la Palabra del Señor y la tuya sean una y ya no se cumpla todo el mal que has hablado. Déjate guiar por el Señor y tus Pastores, ya no te sientes en la mesa de tus escarnecedores, es decir tus “amigotes” que te inducen a decir lo que no se debe. Profetiza tu futuro de éxito porque nada te faltará si Dios está contigo.
Fuimos sanados por las llagas de nuestro Señor Jesucristo y por Su pobreza fuimos enriquecidos, no sigas neceando con la crisis, las cuentas por pagar y la deuda. Convéncete de que debes hablar de prosperidad para condicionarte a lograrla. No faltes un solo domingo a la iglesia para que el Señor renueve tus fuerzas y ponga palabras de bien en tu boca. Tus Pastores tienen Palabra para ti. No la desperdicies ya que debe estar alineada con la que recibes del Señor y la tuya. Las tres son poderosas y desatan bendición. Que no te avergüence si te dicen que hablas como tu Pastor, ¡eso es bueno! ¿Qué esperaban todos si hijo de tigre nace tigrillo? Ese es el respeto que debes demostrar a la palabra de los hombres de Dios que trae bienestar a tu vida. Pablo decía: “Sed imitadores de mi, como yo soy de Cristo”. Busca que te digan como a los discípulos: “Eres cristiano porque hablas y actúas como Jesús”. Sería terrible que te dijeran: “Dices ser cristiano pero no se nota en lo que hablas y haces”. La Palabra de Dios, la del Pastor y la tuya deben ser una porque en esa unidad verás el poder del Señor fluyendo en tu vida.
Desencadenar la obediencia de la Palabra
Elías obedeció desde el inicio. Si no lo hace, todos pierden la bendición de obedecer y servir a Dios. El cielo, los cuervos, la viuda, incluso la harina y el aceite ya tenían sus órdenes. Cuando obedeces, desatas la obediencia de otras personas. También desatas circunstancias, como la sequía que vivieron cuando Elías obedeció la orden de ir al arroyo. Luego, se desató la obediencia de los cuervos que le dieron de comer y después, se desató la obediencia de la viuda. La palabra “ordenar” en el originar significa “cargar” como una pistola que se carga y está lista para disparar. La obediencia es un detonante que desencadena la bendición a través de otros a quienes Dios ya ha ordenado que te ayuden. Cuando obedeces a Dios, como Elías lo hizo, el Señor ya tiene una cadena de gente “cargada” para que se detone la bendición. Lo que inicia la cadena es tu obediencia. Dios me “cargó” para dar a luz una iglesia pero ustedes ya estaban “cargados” para responder el llamado y congregarse en Casa de Dios. Es una cadena, el Señor me carga a mí, me ordena comprar un terreno y construir. Yo lo hago porque le obedezco en todo sin dudar y porque sé que ya sembró en ustedes la semilla de escribir las promesas de fe y ser parte de lo que vendrá.
La cadena es esta: escuchas Palabra y la proclamas con tu boca, obedeces al Señor y provocas la respuesta de aquellos que ya están listos para darte cosecha de lo sembraste. Atrévete a dar el paso de fe para ser testigo de lo que sucederá en tu vida, no sólo en el área financiera sino también en tu familia, trabajo y todo lo que hagas. Hace poco, mi hijo me contó la experiencia de un amigo suyo que hizo su promesa de fe. Él deseaba una chaqueta que solamente venden en Chile y coincidentemente, a su padre le surgió la oportunidad de viajar a ese país. Cuando regresó, ¡le trajo a su hijo esa chaqueta que tanto deseaba! Todo vino del cielo luego de la obediencia del joven que desencadenó una serie de órdenes de Dios a su favor para que recibiera lo que anhelaba. Cuando un hombre obedece a Dios, viene la primera, segunda y tercera generación de bendiciones.
Obedece, lo demás viene por añadidura
Dios dejó esta historia de Elías para que veas que con fe todo es posible. Este pedido de Elías “dame a mi primero y la harina y aceite serán añadidos” me recuerda el pasaje que dice: “Buscad primeramente el Reino de Dios y Su justicia que todo lo demás vendrá por añadidura, no se afanen por lo que habrán de comer y beber”. Elías era quien tenía la unción para hacer llover, había que mantenerlo vivo porque era el enviado de Dios y Su justicia, así que eso era lo primero, todo lo demás vendría añadido porque no sólo de pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. En Malaquías, Dios le dice al pueblo que lleven los diezmos para que en Su casa haya alimento porque los sacerdotes eran quienes tenían la capacidad de bendecir. Si ellos morían, todo terminaba. En época de guerra, los valientes de David le dijeron que no saliera a pelear porque ya les había enseñado cómo hacerlo y no querían que lo mataran y la lámpara de Israel se apagara. Cuando el pastor es herido, las ovejas se dispersan. En la iglesia todos somos una familia y velar por cada uno es buscar el Reino de Dios y Su justicia. Yo me santifico por amor a mis ovejas y ellas deberían hacerlo también por mí. No volteo a ver mujeres porque honro a Dios, amo a mi esposa y pienso en mis ovejas que son parte de mi familia en Cristo. Lo mismo deberían hacer las ovejas, dejar el pecado por amor a Dios, a su familia y a sus Pastores que les enseñan el camino.
Corrige tu forma de hablar y obedece para que la cadena que active y las bendiciones se derramen sobre todos. Nadie es bendecido por sí mismo sino a través de otros, cuervos, viudas, profetas o las personas que te rodean. Ya verás que cuando inicies la cadena, te sorprenderás de las bendiciones que vienen a tu vida de los lugares y personas más inesperados. Cuando llegues a una agencia a ver un carro nuevo, el vendedor te dirá: “Justo en este momento tenemos un descuento especial”. Tal vez él mismo no comprenda y piense: “¿Por qué se lo dije a este cliente y no al anterior?” Y es porque Dios abre las puertas de los cielos para ti.
Ahora que mis hijos salen del país a predicar, les aconsejo que obsequiar a sus anfitriones es lo primero que deben hacer. Deben invitar al Pastor a cenar, llevar regalos para sus hijos porque nuestras dádivas nos llevan delante de los grandes y abren el camino. Prepara tu corazón y obedece al Señor en todo lo que te has propuesto o la cadena de bendición no se activará. Todo se multiplica a tu favor cuando le obedeces, como la harina que se multiplicó y no sabía bien qué estaba sucediendo. En tus manos está activar la bendición. Cuando compré el terreno donde construimos la iglesia, mucha gente dijo que había cometido el error más grande de mi vida porque nadie me seguiría hasta ese lugar tan lejano, pero gracias a la misericordia de Dios, ahora somos la iglesia más grande de Guatemala. Todo se activó por mi obediencia y la de quienes fueron “cargados” para seguir el camino de bendición.
Dile al Señor que le obedecerás, darás pasos de fe y lograrás desencadenar las bendiciones que Sus manos han preparado para ti. Dale gracias por Su Palabra y la de tus Pastores que desde ahora serán las tuyas, llenas de optimismo y fe en el futuro.
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