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Sueños y procesos

Sueños y procesos

19 de abril de 2020

Tiempo de lectura: 8 minutos

Después de la Primera y la Segunda Guerra Mundial la gente replanteó sus sueños, pero no los abandonaron. En medio de la muerte, el miedo y la escasez decidieron seguir teniendo algo por qué luchar. Es importante seguir soñando en tiempos de crisis. Ajustemos nuestros planes cuando nos visite la adversidad, pero no nos demos por vencidos. Lo único que puede contrarrestar las pesadillas que experimentamos son los sueños que Dios ha puesto en nuestro corazón.

Tengamos cuidado de a quién le contamos nuestros sueños y procuremos no envidiar a nadie en el camino de su cumplimiento. La envidia es el primer paso para muchas emociones negativas que pueden terminar incluso en crímenes.[1] Por envidia Caín mato a Abel y los fariseos a Jesús. La envidia provoca que nos enfoquemos en los planes de Dios para los demás y olvidamos lo que ha preparado para nosotros. No se puede cumplir un sueño si permitimos que la envidia nuble nuestra visión.  

No es justo que dejemos abandonados nuestros sueños por culpa de la adversidad. ¡Simplemente no es justo! Podemos replantear los planes, pero jamás abandonemos aquello que nos motiva a seguir adelante. La crisis no nos puede quitar la habilidad de soñar.[2] Nos pueden arrebatar todo menos nuestra capacidad de seguir luchando.

Dios, aunque nos da el sueño, a veces no nos revela los procesos que pasaremos para que este se cumpla. Las crisis nos pueden hacer dudar, pero su verdadero objetivo es prepararnos. José alcanzó su sueño atravesando situaciones que no hubiese querido pasar, como la esclavitud o la cárcel.[3] Vivió trece años (doce como prisionero) entre el sueño y el cumplimiento de este. Nadie imaginó que la esclavitud sería la puerta para que José llegara al lugar donde se cumpliría su sueño. Los problemas que experimentamos no siempre nos alejan de nuestro propósito, muchas veces nos acercan a él.

Para ser puestos en lugares altos debemos pasar primero por sitios bajos. Cuando experimentemos momentos difíciles e inciertos debemos mantener nuestros sueños más presentes que nunca.[4] Con una actitud correcta entenderemos la lección de cada proceso. Dejemos que Dios moldee nuestro carácter en medio cada situación. ¡Tengamos presente Sus promesas y las alcanzaremos! El proceso no debe cambiar el sueño, pero sí nuestro carácter. La adversidad no es cómoda ni fácil, pero es necesaria.[5]

Para ser fructíferos primero debemos olvidar los problemas de nuestro pasado.[6] Es necesario sanar nuestros traumas para dar fruto. No permitamos que las malas experiencias determinen la forma en que miramos nuestro presente. José jamás se amargó en medio de la aflicción de sus problemas. Mantener el corazón saludable es la clave para alcanzar nuestros sueños.

José pasó de tener la túnica de colores a ser esclavo. Tenía todo en la casa de su padre y lo perdió por una situación fuera de su control. A pesar de los problemas, siguió trabajando duro en la casa de Potifar; pero nuevamente, por situaciones fuera de su control, terminó en la cárcel. Todo esto era parte del camino hacia el cumplimiento del propósito de Dios en la vida de José.

Cuando experimentamos problemas, la fe nos debe guiar a tener esperanza de que todo pasará y que vamos a estar bien. Al final del proceso, Dios nos dará la recompensa y las bendiciones que diseñó para nosotros desde nuestro llamado. Él tiene un lugar para nosotros que nadie nos quitará. Recordemos que para aquellos que en Dios confían siempre habrá un final dichoso.


[1] Génesis 37:3-8: Israel amaba a José más que a todos sus hijos, porque lo había tenido en su vejez; y le hizo una túnica de diversos colores. Al ver sus hermanos que su padre lo amaba más que a todos ellos, lo aborrecían y no podían hablarle pacíficamente. Tuvo José un sueño y lo contó a sus hermanos, y ellos llegaron a aborrecerlo más todavía. Él les dijo: —Oíd ahora este sueño que he tenido: estábamos atando manojos en medio del campo, y mi manojo se levantaba y se quedaba derecho, y vuestros manojos estaban alrededor y se inclinaban ante el mío. Entonces le respondieron sus hermanos: —¿Reinarás tú sobre nosotros, o dominarás sobre nosotros? Y lo aborrecieron aún más a causa de sus sueños y sus palabras.

[2] Génesis 37:9-11: Después tuvo otro sueño y lo contó a sus hermanos. Les dijo: —He tenido otro sueño. Soñé que el sol, la luna y once estrellas se inclinaban hacia mí. Y lo contó a su padre y a sus hermanos; su padre le reprendió, y le dijo: —¿Qué sueño es éste que tuviste? ¿Acaso vendremos yo, tu madre y tus hermanos a postrarnos en tierra ante ti? Sus hermanos le tenían envidia, pero su padre meditaba en esto.

[3] Salmos 105:15-22: No toquéis, dijo, a mis ungidos, Ni hagáis mal a mis profetas. Trajo hambre sobre la tierra, Y quebrantó todo sustento de pan. Envió un varón delante de ellos; A José, que fue vendido por siervo. Afligieron sus pies con grillos; En cárcel fue puesta su persona. Hasta la hora que se cumplió su palabra,
El dicho de Jehová le probó. Envió el rey, y le soltó; El señor de los pueblos, y le dejó ir libre. Lo puso por señor de su casa, Y por gobernador de todas sus posesiones, Para que reprimiera a sus grandes como él quisiese, Y a sus ancianos enseñara sabiduría.

[4] Salmos 105:9-11: Después tuvo otro sueño y lo contó a sus hermanos. Les dijo: —He tenido otro sueño. Soñé que el sol, la luna y once estrellas se inclinaban hacia mí. Y lo contó a su padre y a sus hermanos; su padre le reprendió, y le dijo: —¿Qué sueño es éste que tuviste? ¿Acaso vendremos yo, tu madre y tus hermanos a postrarnos en tierra ante ti? Sus hermanos le tenían envidia, pero su padre meditaba en esto.

[5] Salmos 105:18-20 (NVI): Le sujetaron los pies con grilletes, entre hierros le aprisionaron el cuello, hasta que se cumplió lo que él predijo y la palabra del Señor probó que él era veraz. El rey ordenó ponerlo en libertad.

[6] Génesis 41:51-52: Y llamó José el nombre del primogénito, Manasés; porque dijo: Dios me hizo olvidar todo mi trabajo, y toda la casa de mi padre. Y llamó el nombre del segundo, Efraín; porque dijo: Dios me hizo fructificar en la tierra de mi aflicción.

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