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Supera tus límites

19 de junio de 2007

Tiempo de lectura: 10 minutos

 

 

Quiero hacerte una pregunta: Si Dios te llamara a su oficina, ¿de qué te hablaría? ¿Sabes que Dios es jefe también? ¿O qué crees que significa la palabra Señor? Si Dios te llamara a su oficina, ¿entrarías confiadamente o con temor? Te pregunto: ¿Te daría Dios un aumento, un bono o te despediría? ¿Te daría una llamada de atención? ¿Qué palabras tendría El para ti? Un día te llamará a su oficina, y ese día va a juzgar lo que hiciste en su reino. La pregunta es: ¿Qué cuentas le vas a dar del trabajo que has hecho para El? Es mejor revisarte ahora y prepararte para ese día.

 

Encontré cinco cosas que nos limitan desarrollarnos en el Reino de Dios.

 
 

Filipenses 1:15
Algunos,  a la verdad,  predican a Cristo por envidia y contienda;  pero otros de buena voluntad. Los unos anuncian a Cristo por contención,  no sinceramente,  pensando añadir aflicción a mis prisiones; pero los otros por amor,  sabiendo que estoy puesto para la defensa del evangelio. ¿Qué,  pues?  Que no obstante,  de todas maneras,  o por pretexto o por verdad,  Cristo es anunciado;  y en esto me gozo,  y me gozaré aún
.

 

Primer límite de la gente en su servicio a Dios: El motivo por el cual sirven a Dios. Algunos sirven por amor a Dios, a Cristo y a las almas, pero otros, por envidias y contiendas. Hoy en día, se dicen cosas así: “Ese se hizo pastor por el dinero,” y puede ser que sea por eso, pero no es el caso de todos. Entonces, en el servicio a Dios, hay quien sirve por un mal motivo y quienes por uno bueno. Por ejemplo, hay jovencitas que se casan porque están enamoradas,  y otras porque quieren salir de su casa.

 

Hay personas que hacen cosas por buenos  motivos y otras, por los malos. Tú puedes darle un beso a tu esposa, y otro a tu amante. Hay quien ora por penitencia y quien porque desea tener intimidad con Dios; hay quien inicia su empresa porque no quiere tener jefe, y no porque quiere superarse. ¿Usted cree que tiene un buen motivo? ¿Que Dios bendice eso? El primer límite que la gente encuentra es el motivo por el cual sirve a Dios. Hay gente que sirve por agradecimiento, pero hay quienes dicen: “Si me sale este negocio, yo te sirvo. Si me sanas, y me sacas de esta quiebra, entonces sí te sirvo”. El motivo no es la gratitud, sino que se convierte en un negocio. Es como que vaya con su jefe y le diga: “Si me das ese bono, ahora sí trabajo de verdad”. Tú debes servir a Dios por el motivo correcto. Hay quienes lo buscan por entretenimiento o porque no tienen nada que hacer, pero debe ser algo que nazca del corazón, que esté dispuesto a hacerlo.

 

“Señor, yo te voy a servir porque te amo y estoy agradecido contigo. Amén”.

 
 

Filipenses 3:12
No que lo haya alcanzado ya,  ni que ya sea perfecto;  sino que prosigo,  por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos,  yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado;  pero una cosa hago:  olvidando ciertamente lo que queda atrás,  y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta,  al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.

 

Segunda cosa que limita a la gente es su pasado. Pablo decía que olvidaba lo de atrás y se extendía a lo que venía. El pasado tiene ataduras muy fuertes, tanto que no nos permiten ver lo que viene. Algunos están atados a problemas que tuvieron desde niños, por no haber tenido el amor que necesitaron de pequeños; algunos se siguen quejando de lo que pasó años atrás, otros al pecado que un día cometieron, otros a sus pecados. Pero en vez de ver un problema, deberías de ver una oportunidad para seguir adelante. El apóstol Pablo decía: “Yo me extiendo a lo que viene”. Mientras tu mente siga en lo que te pasó atrás, mientras sigas atormentado por ese recuerdo, nunca tendrás la libertad de ver hacia el frente. Deja atrás el pasado. Por eso, Pablo también decía: “En Cristo soy nueva criatura, todas las cosas viejas pasaron todas son hechas nuevas”. En Jeremías dice: “Sus misericordias son nuevas cada mañana”.

 

La gente que fracasa tiene temor de iniciar de nuevo esa empresa que un día quebró o de retomar el matrimonio que un día se quebró. Cuando vienes a Jesús, puedes dejar ese pasado atrás y dejarlo sepultado. Quiero decirte algo que si meditas en ello, te puede hacer seguir adelante: Lo que pasó, quedó atrás, ya no hay nada que puedas hacer por ello. Puede ser muy doloroso, un gran tormento, una tortura, pero lo que pasó, quedó atrás. Sólo extiéndete hacia delante. ¿Crees que podrías dejar eso atrás y extenderte hacia delante? Muchos no sirven a Dios porque dicen: ¿Por qué me vas a usar a mí si soy un gran pecador? La excusa de mucha gente para no servir al Señor es su pasado. Hay mujeres que no se atreven a orar por alguien más, porque de niñas alguien abuso de ellas. Pero hay otras que dicen: “Si esto pasó conmigo, voy a testificar que Dios es grande”. Tu pasado puede ser un gran obstáculo o una gran oportunidad. Si pudieras entender que todas las cosas pueden ser usadas para el propósito de Dios, dejarías de quejarte, de alegar. Cuando tú llegues a la oficina de Dios, nunca podrás decir: “Señor, yo no te serví por mi pasado,” porque en la cruz, El llevó nuestras rebeliones e iniquidades; nos hizo nacer de nuevo, ahora somos una nueva persona.

 

El diablo siempre va a querer recordarte tu pasado, lo malo que has hecho, porque sabe que eso te limita. Pero cada vez que lo haga, recuérdale a él su futuro, el cual es en el lago de fuego.

 

Di: “Señor, todas las cosas viejas pasaron, yo me extenderé hacia la meta en Cristo Jesús”.

 
 

Filipenses 3:4-9
Aunque yo tengo también de qué confiar en la carne.  Si alguno piensa que tiene de qué confiar en la carne,  yo más: circuncidado al octavo día,  del linaje de Israel,  de la tribu de Benjamín,  hebreo de hebreos;  en cuanto a la ley,  fariseo;  en cuanto a celo,  perseguidor de la iglesia;  en cuanto a la justicia que es en la ley,  irreprensible.

 

Pero cuantas cosas eran para mí ganancia,  las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente,  aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús,  mi Señor,  por amor del cual lo he perdido todo,  y lo tengo por basura,  para ganar a Cristo,  y ser hallado en él,  no teniendo mi propia justicia,  que es por la ley,  sino la que es por la fe de Cristo,  la justicia que es de Dios por la fe;

 

Pablo dice algo impresionante: El tenía muchas cosas de las cuales gloriarse, pudo haber traído todos esos trofeos y decirnos: “Soy mejor persona que tú;” El tenía una vida irreprensible. Muchos de nosotros tenemos muchas satisfacciones en nuestra vida, pero Pablo estimaba todo esto como pérdida.

 

Otro límite son tus logros

 

Todos nosotros hemos tenido logros; un día te inspiran y otro de limitan. Si la humanidad hubiera dicho: “Ya lo logramos, volamos, ya no hagamos nada más,” usted y yo seguiríamos volando en esos aviones antiguos. Pero no se paró ahí, sino que dijeron: “Se puede mejorar”. El logro tiene consigo el engaño de que te creíste exitoso y, por lo tanto, ya no sigues a algo más. Hay quienes están satisfechos con ganar el colegio con 75 puntos, pero ese es el límite para no poder avanzar más. Tal vez estás contento porque tu empresa te dio el 10% de utilidad, pero eso puede ser un límite. Tal vez en tu célula ya ganaste a 10 personas para Cristo, pero eso puede estarte limitando. Yo me puedo sentar y ver las fotografías de mi boda y decir: ¡Qué bonito! Pero eso sigue, no se quedó en ese momento.

 

Todas las cosas buenas que ha logrado alguna vez en su vida, podrían hoy ser su límite. Quiero que visualice sus logros empresiariales, laborales, artísticos, políticos. Quiero que vea que ese logro es un límite para usted. Dios quiere llevarlo de gloria en gloria, porque El siempre sirve el mejor vino de último. Me ha tocado ver muchas iglesias comenzar el modelo de la visión, crecer a 200 miembros y creen que ya lo hicieron todo. Creyó que su logro llegaba hasta ahí, se creyeron su éxito. El éxito los llenó de tanto orgullo que los endureció en su corazón; a mayor éxito, mayor humildad. A mayor a conquistar, mayor sencillez de corazón. Nunca crea que sus logros son lo máximo que Dios le puede dar, porque El siempre tendrá una nueva dimensión para darle.

 

Le voy a contar un ejemplo que nos sucede en el ministerio. Casa de Dios es, actualmente, la iglesia más creciente en Guatemala. Tenemos un auditórium muy lindo, estamos en tele, en Internet; nosotros pudiéramos decir: “Quedémonos aquí, detengámonos”. ¿No cree que pudiéramos sentarnos a disfrutar del fruto del trabajo como iglesia? Pero no, no hemos ganado a Guatemala para Cristo. ¿Cree que meterse a construir un nuevo templo es algo divertido? Usted no tiene idea de lo que es eso. Si por comodidad se tratara, aquí nos quedábamos. Si por llamado se trata, falta muchísimo más allá.

 

La gente dice: ¡Qué iglesia tan grande! ¿Para qué quieren más? Casa de Dios tiene alrededor de 16 personas; eso comparado con 9 millones, es poco. Cuando quiera medir sus éxitos, no los compare con su visión, sino con lo que Dios quiere para usted. Mida así su empresa, su familia. Si usted quiere medir su éxito, mídalo contra la medida de Dios.

 

Di: “Señor, voy a creer que tienes más para mí. Mis logros no me limitarán, avanzaré hacia lo siguiente que tú quieres. Amén”.

 

Siguiente limitante.

 

Filipenses 4:10
En gran manera me gocé en el Señor de que ya al fin habéis revivido vuestro cuidado de mí;  de lo cual también estabais solícitos,  pero os faltaba la oportunidad.

 

No lo digo porque tenga escasez,  pues he aprendido a contentarme,  cualquiera que sea mi situación.  Sé vivir humildemente,  y sé tener abundancia;  en todo y por todo estoy enseñado,  así para estar saciado como para tener hambre,  así para tener abundancia como para padecer necesidad.  Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.

 

Esa es una enseñanza de carácter más poderosa que Pablo da en sus epístolas. Nos gusta porque muestra el verdadero carácter que debemos tener en Cristo. El me fortalece para tener poco y para tener mucho. Ese es el carácter que Cristo quiere darte también.

 

La limitante de muchos son las circunstancias. Muchos no sirven por la escasez que tienen y otros por la abundancia. El contexto en el que están se convierte en una limitante; hay personas que no sirve porque creen que son muy jóvenes, muy viejos o porque dicen que no tienen tiempo. Pero Pablo quiere enseñarte que no importa la circunstancia, si es abundancia o escasez, si hay enfermedad, etc. En todo esto, Dios quiere fortalecerte. No hay circunstancia alguna en la cual hayas nacido que te impida servir a Dios. Tú pudieras tener un impedimento físico y eso no debiera limitarte, pues tienes mucho más que eso. Tú puedes servirlo, no importa la circunstancia. Puedes decir: “Yo soy tan estudiado que ya puedo servir a Dios,” pero no es cierto. Tenemos empresarios y personas con escasez financiera sirviendo a Dios. Grandes deportistas y una servidora en silla de ruedas; todos lo pueden hacer algo para el Señor. Las circunstancias no son una excusa; tu contexto no puede ser un pretexto. Al que más tiene, y al que más se le ha dado, más se demanda. Si eres una persona que Dios bendijo, a ti es al primero que Dios te va a pedir más.  El hecho que no hayas crecido en una familia estable o con dinero, esa no es una excusa. Todos cabemos, todos tenemos la responsabilidad.

 

La última limitación

 

Filipenses 3:18
Porque por ahí andan muchos,  de los cuales os dije muchas veces,  y aun ahora lo digo llorando,  que son enemigos de la cruz de Cristo; Phi 3:19  el fin de los cuales será perdición,  cuyo dios es el vientre,  y cuya gloria es su vergüenza;  que sólo piensan en lo terrenal. Mas nuestra ciudadanía está en los cielos,  de donde también esperamos al Salvador,  al Señor Jesucristo;

 

El mayor problema por el cual la gente no sirve a Dios es porque cree que su vida aquí es eterna, se olvidan que hay una vida en el cielo. Se les ha olvidado que son ciudadanos del cielo viviendo en Guatemala. La gente planea su vida en la tierra. Esos padres de familia que planifican toda la vida de sus hijos en la tierra, pero nunca planean la vida en el cielo, lo que ese hijo le va a presentar a Jesús. Estamos tan absorbidos de la vida en la tierra que se nos olvida que vamos a llegar al cielo. Por eso, la gente hace trinquetes en los negocios. Están buscando un pequeño beneficio en la tierra a costa del cielo, es por eso que adulteran, están buscando la pequeña pasión en la tierra en vez de buscar la del cielo. Cambian 50 años en la tierra por la eternidad. Hay personas que trabajan tanto por las cosas en la tierra, que pierden las cosas del cielo.

 

Yo le voy a decir esto: Llegará el día que todo lo que usted tenga será aquello que haya dado a alguien más. Todo lo que está en la tierra, usted no se lo va a llevar al cielo. En el cielo es borrón y cuenta nueva, y cuando entre, le van a dar todo lo que ha sembrado en la tierra. Catherine Kulman decía: “El día más triste de muchos cristianos será cuando lleguen al cielo y se den cuenta de todo lo que perdieron ahí por no hacer lo que tenían que hacer en la tierra”. Una vez aprendí a dar una respuesta en la universidad que me valió el respeto de la catedrática. Yo tenía una catedrática muy difícil,  pero Dios me dio favor delante de ella y nos llevábamos muy bien. Usualmente, llevaba la Biblia a donde iba. Terminaba la clase y la leía, aprendí mucho porque la leía mucho. Esta catedrática hizo una pregunta y todos respondieron: “Sí”. Se quedó viendo y dijo: -¿Alguno de ustedes no está de acuerdo?-. Y yo le dije que no porque la ley dice esto y aquello. Me respondió algo: -Usted es brillante, podría ser un gran abogado, pero es un gran desperdicio-. Yo le dije: -¿Por qué? Porque pudiendo ser un gran abogado, se pasa leyendo la Biblia. Le dije: -El día que usted y yo lleguemos delante de Dios, vamos a ver quién desperdició su vida-.

 

Yo estoy muy seguro que estaré delante de Jesús y que voy a dar cuentas. Dejé mi carrera de abogado, la cual parecía ser muy prometedora. Pero tengo muy claro en mi mente que un día estaré delante de Jesús. Yo no trabajo para la tumba, ni solamente para dejarle algo a mis hijos, sino para cuando me pare delante de Jesús. El mayor legado que puedo darle a mis hijos es decirle: “Señor, aquí están los hijos que me diste. Trabajé con la mente puesta en el cielo”. Usted estaría poniendo más atención en que sus hijos se congreguen, a que vayan bien en el colegio. Cuando usted piense en el cielo, va a hacer decisiones a largo plazo, con integridad. Jesús no se puso excusa a sí mismo, El no estimó el ser igual a Dios, no se limitó a su puesto de ser Dios, lo dejó a un lado. Tomó forma de hombre para morir por nosotros. Para poder morir en la cruz, tenía que tomar forma de hombre, y no sólo de hombre, sino que vino como un siervo. Y estando en forma de siervo, se humilló a sí mismo hasta la muerte, y muerte de cruz. Cristo dejó a un lado todos los límites con tal de servirlo a usted. El no le está pidiendo algo que no haya dado primero, por eso Dios lo exaltó hasta lo sumo, lo sentó a su diestra y le dio un nombre que es sobre todo nombre para que al nombre de Jesús, se doble toda rodilla. Dios exalta a las personas que rompen sus límites, y es lo que Dios quiere hacer contigo.

 

Piensa en qué te has limitado a hacer. El te dio un llamado, no te limites ni por las palabras de alguien, ni por tus fracasos, ni tus logros, ni tus conquistas. Mira el día en que estés frente a la oficina de Dios porque ese día darás cuenta y prepárate.

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