28 de octubre de 2018
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Mientras la tierra permanezca tendremos las estaciones[1] y gracias a ellas podremos alimentarnos porque rigen la siembra y la cosecha. En Guatemala conocemos por invierno a la época lluviosa y verano a la época seca. A mí, particularmente, me gusta más el invierno, escuchar la lluvia caer, porque además me trae recuerdos de niño, cuando pasaba con mi bicicleta sobre los charcos, el olor a tierra mojada y el sabor a chocolate caliente. En los últimos meses del año el clima se enfría y los vientos hacen sentir que ya viene la Navidad.
Entonces uno tiene su clima favorito, sus estaciones favoritas, pero también sus épocas y temporadas favoritas, y Dios es capaz de alterar los tiempos de las temporadas para bendecirnos. Por ejemplo, cuando Isaac fue concebido, no era temporada de Abraham ni de Sara; ya no eran fértiles, pero nuestro Padre alteró la genética de ambos para que pudieran concebir a Isaac.
Ya hemos sido testigos del derramamiento del Espíritu Santo,[2] pero ¿qué nos pasó con el antes?[3] Dios trabaja para que tengamos unción, pero primero restituirá lo que nos haya sido arrebatado y alterará temporadas para que nos repongamos. ¡Declara que recuperarás siete veces lo que te quitaron! Es tiempo de reposición, pero nada en las Escrituras funciona solo por leerlo, sino por creerlo.
Nuestro Padre puede alterar el tiempo para darnos la victoria, como cuando Isaías le clamó para darle una señal a Ezequías;[4] también tiene poder para detener el sol y la luna en un lugar específico.[5] Cuando somos impacientes alejamos el tiempo de cumplimiento de las promesas; pero cuando somos pacientes, lo atraemos. La paciencia acelera los tiempos, contra toda lógica, pero es nuestra Palabra contra la de Dios.[6]
Entiendo que la época navideña es muy buena, pero ¿por qué esperar a la Navidad por una buena cosecha que puede llegar en cualquier parte del año? Saquemos de nuestra mente las palabras de incredulidad, la fe y la boca están conectadas. ¿A qué conectas tus palabras? ¿A tus temores, tus fracasos o a la Palabra de Dios en tu corazón? ¡Declara lo que el Señor te ha prometido! Teniendo debilidades estamos sujetos a pasiones humanas, pero si oramos fervientemente podemos ver milagros. Elías lo hizo, pidiendo que no lloviera, y no llovió por más de tres años.[7] Invoca el nombre de Dios porque Él es nuestro Padre sin importar que seamos o no pecadores, así que haz a un lado tu ego y tus talentos y confía en los de Dios. Él primeramente es nuestro padre y después nuestro juez.
No hay temporada que no puedas alterar si tienes fe y la fe viene por el oír. Once años estuve bajo la cobertura directa del pastor Jorge López, años que fortalecieron mi fe, y él sigue siendo mi pastor (la gratitud tiene un poder de transformación que atrae nuevas y mejores temporadas). Declara que hoy se abre una temporada de victorias para tu vida, tu familia, tu trabajo, tu ministerio y tu país. ¡Dios no ha terminado de bendecirte! Sus temporadas prometidas alteran tus temporadas naturales.
[1] Génesis 8:22: Mientras la tierra permanezca, no cesarán la sementera y la siega, el frío y el calor, el verano y el invierno, y el día y la noche.
[2] Joel 2:28-30: Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días. Y daré prodigios en el cielo y en la tierra, sangre, y fuego, y columnas de humo.
[3] Joel 2:23-27: Vosotros también, hijos de Sion, alegraos y gozaos en Jehová vuestro Dios; porque os ha dado la primera lluvia a su tiempo, y hará descender sobre vosotros lluvia temprana y tardía como al principio. Las eras se llenarán de trigo, y los lagares rebosarán de vino y aceite. Y os restituiré los años que comió la oruga, el saltón, el revoltón y la langosta, mi gran ejército que envié contra vosotros. Comeréis hasta saciaros, y alabaréis el nombre de Jehová vuestro Dios, el cual hizo maravillas con vosotros; y nunca jamás será mi pueblo avergonzado. Y conoceréis que en medio de Israel estoy yo, y que yo soy Jehová vuestro Dios, y no hay otro; y mi pueblo nunca jamás será avergonzado.
[4] 2 Reyes 20:8-11: Y Ezequías había dicho a Isaías: ¿Qué señal tendré de que Jehová me sanará, y que subiré a la casa de Jehová al tercer día? Respondió Isaías: Esta señal tendrás de Jehová, de que hará Jehová esto que ha dicho: ¿Avanzará la sombra diez grados, o retrocederá diez grados? Y Ezequías respondió: Fácil cosa es que la sombra decline diez grados; pero no que la sombra vuelva atrás diez grados. Entonces el profeta Isaías clamó a Jehová; e hizo volver la sombra por los grados que había descendido en el reloj de Acaz, diez grados atrás.
[5] Josué 10:12-13: Entonces Josué habló a Jehová el día en que Jehová entregó al amorreo delante de los hijos de Israel, y dijo en presencia de los israelitas: sol, detente en Gabaón; y tú, luna, en el valle de Ajalón. Y el sol se detuvo y la luna se paró, hasta que la gente se hubo vengado de sus enemigos.
[6] Juan 4:35: ¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega.
[7] Santiago 5:17: Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses.
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