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Todo inicia con un pensamiento

04 de febrero de 2010

Tiempo de lectura: 8 minutos

 

 

 

 

 

 

Efesios 3:20 asegura: Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros.

El poder se demuestra actuando, de nada sirve decir que se tiene poder si no se utiliza. Dios tiene poder para hacer y lo usa, es poderoso por “hacer”, no sólo por “ser”. Los grandes libertadores se ganaron ese título por lo que hicieron, no porque pidieran que se les llamara así. Los buenos gobernadores son reconocidos porque su intención es mejorar algo, no ser llamados gobernantes por un deseo egoísta. Ser llamado de alguna forma depende de lo que hagas. Jesús es salvador porque salvó no porque quería serlo o porque pedía que lo llamaran así. Dios es poderoso porque hace, no simplemente por serlo.

Hemos menospreciado el pensamiento. Dios puede hacer mucho más abundantemente de lo que pensamos, por eso hay que pensar. Él quiere amplificar tu fe y seguridad, no tu miedo. Quiere hacer mucho más abundantemente de lo bueno y correcto, no de lo malo. Tu pensamiento es Su materia prima para hacer, así que empieza a pensar bien. Los cristianos solo aprecian los cánticos y los aleluyas, pero es más importante aprender a pensar porque lo haces todo el día.

Entendimiento y fe

Filipenses 4:6-7 aconseja: Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.

La paz de Dios sobrepasa todo entendimiento, por eso debes renovar tu mente. Los cristianos entendemos por la fe, nuestro entendimiento debe estar en función de lo que creemos en el Señor. Guiar los pensamientos por lo que se espera y se cree no es para mentes inferiores como otros suponen. Cuando un médico dice que un enfermo ya no tiene esperanza y nosotros le decimos  que Dios puede salvarlo, nos recuerdan que no somos científicos y es cierto, somos más que eso, porque cuando la ciencia ya dejó tirado al médico, la fe todavía nos acompaña a nosotros. La fe es para mentes superiores que no están limitadas por el conocimiento humano. Hay cosas que el conocimiento aún no ha descubierto pero que existen. Respiras antes de saber que tienes pulmones, ves a colores antes de saber tienes un nervio óptico, caminas antes de comprender que lo haces con las extremidades inferiores. No hay que entender para creer.  Dios me habló un día que mi hijo me dijo: “por favor, ayúdame porque no entiendo”. Es necesario enseñar a creer, no solamente a entender. Por fe entiendo que un cáncer se puede curar con oración y que un espíritu demoníaco se puede expulsar.

La ciencia es buena pero limitada. Incluso la gente de ciencia se mueve por fe aunque no se ha dado cuenta. Para encontrar la cura de alguna enfermedad primero creen que es posible lograrlo. Un avión es producto de la ciencia y de la convicción de que el hombre podía volar.  La fe antecede todo, así que renovemos nuestro entendimiento basado en la fe que tenemos. Creámosle a Dios, no hay nada imposible cuando se cree. Queremos tener paz que sobrepasa todo entendimiento, entonces entrémosle al entendimiento porque la tarea de sobrepasarlo es de Dios, no tuya.  Aporta el entendimiento que Él pueda sobrepasar con Su paz.

Salmo 1-3 promete: Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado; Sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará.

Un consejo, bueno o malo, alimenta tu mente. Para ser bienaventurado, debes escuchar sólo buenos consejos,  aunque sean contrarios a lo que quieres hacer. Un mal consejo es consentirte lo que quieres hacer y darte la razón cuando no la tienes, sabiendo que te hará daño.

Meditar en el original es pensar o imaginar. Cuando meditamos sobre un pensamiento, Escritura o promesa, lo interiorizamos de tal forma que absorbe la totalidad de nuestra imaginación. Meditar no es cerrar los ojos y gesticular sonidos, sino concentrarte en algo hasta que seas capaz de verlo tan claro que puedes volverlo realidad, es apropiarte de un pensamiento y hacerlo parte de tu vida.  La Palabra dice que la prosperidad es consecuencia de meditar en la ley de Jehová, así que puedes decirle a todos que la prosperidad sí es asunto de Dios, está en la Biblia y es una buena enseñanza.  Toma las promesas de Dios y deja de inunden tu ser para que sean una realidad.

Pensamientos, caminos y destinos

Isaías 55:6-7 advierte: Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano. Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar.

Tenemos dos caminos, el que ya escogiste cuando le entregaste tu vida al Señor y te lleva a la vida eterna y el que escoges para tu vida en la tierra.  Cuando vienes a los pies de Cristo y pides por tus pecados asumes una nueva forma de practicar la religión pero también debes asumir una nueva forma de pensar. Ahora ya no haces la señal de la cruz, no te hincas y vas a misa, ahora levantas tus manos, te postras y asistes al culto, pero esos cambios no son lo más importante. Solamente tu nueva actitud y mejor desempeño en el trabajo, universidad y vida familiar pueden evidenciar que le has entregado tu vida al Señor. Las iglesias por sí solas, tiene forma pero no base, solidez y carácter. Hay cristianos que con la misma boca dan gloria a Dios y hablan mal de cualquiera, otros ofrendan y roban con las mismas manos. Debemos atacar y renovar nuestro pensamiento para que cambie nuestro camino y destino.

Recuerda que Dios no camina con mal pensados, pesimistas y desconfiados porque Él no es así. Imagina cómo hubiera sido la creación si la hubiera hecho un tacaño, egoísta. Seguramente no sería tan maravillosa.  Alguien dijo que no comprendía por qué construíamos un templo tan grande cuando era mejor construir varios pequeños. Esta persona y nosotros pensamos diferente. Los hijos de Dios siempre debemos creer por obras que reflejen la majestad de nuestro Señor. Imitemos a nuestro Padre, ¡pensemos y actuemos en grande!

Isaías 55: 8-9 dice sobre los pensamientos de Dios: Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.

Nuestro destino se determina por nuestro pensamiento. El destino eterno depende de Jesús que es el camino la verdad y la vida. Nadie llega al Padre si no es a través de Él. Ahora bien, un camino en la tierra, una decisión, depende de tu pensamiento y capacidad de trabajo.  El camino hacia una gerencia está definido por el trabajo, puntualidad, honradez, valores y principios que demuestres.

Los pensamientos de Dios son altos, más que los nuestros. Si quieres que te bendiga, debes pensar como Él. La falsa humildad, apariencia religiosa y pequeñas ideas no llevan a nadie a un buen destino. Dos mil años de historia lo comprueban.  Inicia el cambio pensando bien de ti mismo. Dios no bendice a nadie que cometa el pecado de pensar mal de sí mismo porque de esa forma está revelándose contra el Creador y pensando mal de Él. Acéptate, bendice a Dios por haberte creado y muévete hacia pensamientos positivos y optimistas. Eres capaz de lograr grandes cosas.

Preciosos pensamientos

Salmo 139: 17-18 asegura: ¡Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos!

¡Cuán grande es la suma de ellos! Si los enumero, se multiplican más que la arena; despierto, y aún estoy contigo.
Los pensamientos del Señor sobre nosotros son preciosos y abundantes. Si Dios piensa bien de ti, hazlo tú también. Una vez un predicador hablaba sobre la autoestima a un grupo de jóvenes y una jovencita se le acercó muy triste porque aseguraba que era fea. El predicador trató de convencerla de lo contrario pero ella insistía diciendo que no era linda y nadie la quería. Luego de un rato en esa lucha, el predicador le dijo: “me convenciste, eres horrible”. Entonces la joven reaccionó y se dio cuenta de lo negativo que era pensar de esa forma sobre ella misma.

Por el contrario, la gente llama “creída” a una persona que se aprecia y se siente segura de lo que hace.  Cierta vez, me llamaron así y les di la razón porque no soy incrédulo. Jesús también era creído, decía: “soy el camino, la verdad y la vida,  nadie llega al Padre si no es por Mí”. También decía: “Soy la puerta de las ovejas, el que no entra por Mí, es ladrón, Soy el buen pastor que da la vida por sus ovejas, Soy el pan de vida, el que come de Mí, no tendrá hambre jamás, ni tendrá sed el que de Mí bebe”. Cuando le preguntaron si era Hijo de Dios, respondió: “tú lo has dicho”. No negó quién era aunque significara la muerte en la cruz.

El apóstol Pablo era otro creído.  En sus epístolas firmaba de primero no al final. Todas inician: “Yo apóstol Pablo…”. Se sentía orgulloso de quién era y pensaba bien. Llegó a renovar tanto su mente que decía: “ni yo me juzgo, me glorío en la cruz de mi Señor”.

Imagina que Dios tuviera que tratar con la mente de un individuo cuando sale a una plataforma para que los milagros sucedan. Si estás enfermo no dejarías que alguien que se cree una cucaracha rociada con insecticida, te imponga las manos y ore por ti. Para eso buscas una persona que proyecte la seguridad de tener al Señor junto a él.  Cierta vez, antes de una cruzada de milagros, oraba angustiado y con lágrimas en los ojos, entonces Dios me confrontó: “Porqué me oras como si no quisiera sanarlos, ¡sonríe! Envié a Mi Hijo a morir, por Sus heridas han sido sanados, ahora no me haré de rogar para curarlos”. Cambié de actitud de inmediato y le di gracias por las maravillas que tendrían lugar esa noche. Dios me dice que soy uno de Sus príncipes y como tal debo comportarme, así que obedezco. Me regocijo en los milagros aunque algunos me critiquen diciendo que actúo en un show. No puedo menos que danzar de alegría cuando  soy testigo de ciegos que ve, sordos que escuchan, paralíticos que caminan y riñones que vuelven a funcionar. Es como pensar que alguien pida silencio en medio de un clásico de futbol.

El Señor multiplica tus buenos pensamientos. Si son tres, los multiplicará en 9, ¡cuando sean 9 los convertirá en 81! Todo empieza con un pensamiento, así que no te hagas de rogar, saca toda la basura de tu cabeza porque no queremos que la multiplique.

Mente libre de malas influencias

1ra. Corintios 15: 33 aconseja: No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres.

Corromper es deshacer y destruir. Una puerta de metal se corrompe con óxido, así es nuestra mente si la expones a malas conversaciones. Escoge muy bien a las personas y temas que conversas. Una mala conversación antes de dormir te da insomnio, te quita la energía y la paz. Antes de ministrar o tomar alguna decisión importante, no doy una consejería para alguien con serios problemas porque de mi buen ánimo y el manejo de mis emociones depende el éxito de lo que emprenda. Hay que luchar contra la mente para que no se corrompa con pensamientos inadecuados. No basta con evitar pensamientos sucios, hay que llenarnos de pensamientos positivos. No puedes abrir tu negocio pensando que no tendrás clientes, tampoco puedes estudiar pensando que sacarás malas notas o cocinar pensado que no gustará lo que prepares. No puedes predicar en tu célula pensando que Dios no te usará, de ser así, mejor no lo intentes porque le harás daño a la gente.

Mi esposa es testigo de la oración que hago al Señor pidiéndole Palabra para compartir. Estoy consciente del esfuerzo que mis ovejas hacen para aprender lo que Dios quiere enseñarles a través mío.  Le pido que me use, que haga los milagros más grandes para que no quepa la menor duda de que es Él quien hace la obra y que reciba toda la gloria que merece.  Por eso todo lo que hacemos en Casa de Dios es en grande, como nuestro Señor.

Lo que hablamos, conversamos, leemos y vemos llega directo a nuestra mente. Dale al Señor buenos pensamientos que puede multiplicar. Pídele que renueve tu entendimiento para recibir Su paz. Cuando ya tengas pensamientos dignos de multiplicar, permanece en ellos hasta que los veas cumplirse. El Espíritu Santo no se muevo sobre preocupaciones, se posa sobre el deseo y la ilusión de que algo se cumpla.  Todo empieza con tu decisión de sacar lo malo y poner lo bueno en tu mente para la gloria de Dios.

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