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Tres temporadas con un mismo Dios

Tres temporadas con un mismo Dios

03 de mayo de 2020

Tiempo de lectura: 11 minutos

Hay situaciones que nos pueden tomar por sorpresa, como la pandemia del COVID-19. Son circunstancias para las cuales no podemos prepararnos, sin embargo debemos mantener activa nuestra fe mientras las atravesamos.[1] Dios puede proveernos en medio de las peores temporadas de escasez si le creemos. Anticipémonos a cualquier adversidad y fortalezcamos nuestras convicciones. Aunque nos falte todo, jamás perdamos nuestra fe.

Moisés oró en el momento que experimentó la adversidad y Dios le dijo que no era tiempo de clamar, sino de actuar.[2] Tenemos que estar en constante movimiento. Si nos quedamos quietos, seremos un blanco fácil para los ataques del enemigo. El Señor ha prometido abrir camino en donde no lo hay, así que, sin importar las dificultades, sigamos avanzando con fe.

Confiemos en que Dios nos dará la salida en medio de cualquier problema.[3] Él nos ayudará a superar las dificultades para poder alcanzar Sus promesas.[4] En las etapas de transición es donde uno decide si avanza o retrocede, pero ¡que nuestra fe nos mueva a seguir adelante!

Era necesario que el pueblo de Israel se moviera para alcanzar la promesa que Dios tenía preparada para ellos.[5] ¿Qué estamos haciendo para alcanzar aquello que Él nos prometió? Ellos se paralizaron después de menospreciarse, la adversidad les nubló la perspectiva respecto a su verdadera identidad.[6] El Señor tiene grandes expectativas de nosotros, Él cree que podemos alcanzar cualquier proeza. Así que confiemos en Él. ¡Somos más que vencedores y nada puede detenernos!

Debemos confiar más en las promesas de nuestro Padre que en las noticias negativas que nos rodean. ¿Qué voces estamos escuchado en medio de la crisis del COVID-19? Las que decidamos escuchar determinarán hacia dónde nos moveremos.[7] El miedo puede paralizarnos, pero la fe en las promesas de Dios nos ayudará a avanzar.  

El pueblo de Israel experimentó tres etapas: la de Egipto, la del desierto y la de la tierra prometida. Sin importar en dónde estaban, el Señor siempre les proveyó todo lo que necesitaban. El pueblo de Israel pasó de tener trabajo en Egipto a estar desempleado en el desierto, para finalmente volverse emprendedores en la tierra prometida. Tengamos la confianza de que la presencia de nuestro Padre estará con nosotros en todo lo que emprendamos.[8] ¡Es tiempo de que seamos fuertes y valientes para lo nuevo que traerá el Señor!


[1] Habacuc 3:17-19: Aunque la higuera no florezca, Ni en las vides haya frutos, Aunque falte el producto del olivo, Y los labrados no den mantenimiento, Y las ovejas sean quitadas de la majada, Y no haya vacas en los corrales; Con todo, yo me alegraré en Jehová, Y me gozaré en el Dios de mi salvación. Jehová el Señor es mi fortaleza, El cual hace mis pies como de ciervas, Y en mis alturas me hace andar.

[2] Éxodo 14:15-16: Entonces Jehová dijo a Moisés: ¿Por qué clamas a mí? Di a los hijos de Israel que marchen. Y tú alza tu vara, y extiende tu mano sobre el mar, y divídelo, y entren los hijos de Israel por en medio del mar, en seco.

[3] Deuteronomio 8:11-18: Cuídate de no olvidarte de Jehová tu Dios, para cumplir sus mandamientos, sus decretos y sus estatutos que yo te ordeno hoy; no suceda que comas y te sacies, y edifiques buenas casas en que habites, y tus vacas y tus ovejas se aumenten, y la plata y el oro se te multipliquen, y todo lo que tuvieres se aumente; y se enorgullezca tu corazón, y te olvides de Jehová tu Dios, que te sacó de tierra de Egipto, de casa de servidumbre; que te hizo caminar por un desierto grande y espantoso, lleno de serpientes ardientes, y de escorpiones, y de sed, donde no había agua, y él te sacó agua de la roca del pedernal;  que te sustentó con maná en el desierto, comida que tus padres no habían conocido, afligiéndote y probándote, para a la postre hacerte bien; y digas en tu corazón: Mi poder y la fuerza de mi mano me han traído esta riqueza. Sino acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas, a fin de confirmar su pacto que juró a tus padres, como en este día.

[4] Éxodo 5:6-9: Y mandó Faraón aquel mismo día a los cuadrilleros del pueblo que lo tenían a su cargo, y a sus capataces, diciendo: De aquí en adelante no daréis paja al pueblo para hacer ladrillo, como hasta ahora; vayan ellos y recojan por sí mismos la paja. Y les impondréis la misma tarea de ladrillo que hacían antes, y no les disminuiréis nada; porque están ociosos, por eso levantan la voz diciendo: Vamos y ofrezcamos sacrificios a nuestro Dios. Agrávese la servidumbre sobre ellos, para que se ocupen en ella, y no atiendan a palabras mentirosas.

[5] Números 13:23-32: Y llegaron hasta el arroyo de Escol, y de allí cortaron un sarmiento con un racimo de uvas, el cual trajeron dos en un palo, y de las granadas y de los higos. Y se llamó aquel lugar el Valle de Escol, por el racimo que cortaron de allí los hijos de Israel. Y volvieron de reconocer la tierra al fin de cuarenta días. Y anduvieron y vinieron a Moisés y a Aarón, y a toda la congregación de los hijos de Israel, en el desierto de Parán, en Cades, y dieron la información a ellos y a toda la congregación, y les mostraron el fruto de la tierra. Y les contaron, diciendo: Nosotros llegamos a la tierra a la cual nos enviaste, la que ciertamente fluye leche y miel; y este es el fruto de ella. Mas el pueblo que habita aquella tierra es fuerte, y las ciudades muy grandes y fortificadas; y también vimos allí a los hijos de Anac. Amalec habita el Neguev, y el heteo, el jebuseo y el amorreo habitan en el monte, y el cananeo habita junto al mar, y a la ribera del Jordán. Entonces Caleb hizo callar al pueblo delante de Moisés, y dijo: Subamos luego, y tomemos posesión de ella; porque más podremos nosotros que ellos. Mas los varones que subieron con él, dijeron: No podremos subir contra aquel pueblo, porque es más fuerte que nosotros. Y hablaron mal entre los hijos de Israel, de la tierra que habían reconocido, diciendo: La tierra por donde pasamos para reconocerla, es tierra que traga a sus moradores; y todo el pueblo que vimos en medio de ella son hombres de grande estatura.

[6] Números 13:33: También vimos allí gigantes, hijos de Anac, raza de los gigantes, y éramos nosotros, a nuestro parecer, como langostas; y así les parecíamos a ellos.

[7] Números 14:1-10: Entonces toda la congregación gritó, y dio voces; y el pueblo lloró aquella noche. Y se quejaron contra Moisés y contra Aarón todos los hijos de Israel; y les dijo toda la multitud: ¡Ojalá muriéramos en la tierra de Egipto; o en este desierto ojalá muriéramos! ¿Y por qué nos trae Jehová a esta tierra para caer a espada, y que nuestras mujeres y nuestros niños sean por presa? ¿No nos sería mejor volvernos a Egipto? Y decían el uno al otro: Designemos un capitán, y volvámonos a Egipto. Entonces Moisés y Aarón se postraron sobre sus rostros delante de toda la multitud de la congregación de los hijos de Israel. Y Josué hijo de Nun y Caleb hijo de Jefone, que eran de los que habían reconocido la tierra, rompieron sus vestidos, y hablaron a toda la congregación de los hijos de Israel, diciendo: La tierra por donde pasamos para reconocerla, es tierra en gran manera buena.  Si Jehová se agradare de nosotros, él nos llevará a esta tierra, y nos la entregará; tierra que fluye leche y miel. Por tanto, no seáis rebeldes contra Jehová, ni temáis al pueblo de esta tierra; porque nosotros los comeremos como pan; su amparo se ha apartado de ellos, y con nosotros está Jehová; no los temáis. Entonces toda la multitud habló de apedrearlos.

[8] Josué 1:5-9: Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé. Esfuérzate y sé valiente; porque tú repartirás a este pueblo por heredad la tierra de la cual juré a sus padres que la daría a ellos. Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas. Nunca s e apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien. Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas.

 

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