07 de febrero de 2021
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Muchas personas saben que me apasionan los deportes. Sabemos que cada deportista o equipo tienen su propia manera de jugar su deporte. En futbol, por ejemplo, el estilo de juego del Real Madrid no es el mismo que el del FC Barcelona, sin embargo, juegan bajo las mismas reglas. En el amor pasa algo similar: todos los seres humanos amamos bajo las mismas características de lo que entendemos por amor, sin embargo, cada uno tiene su propia forma de hacerlo.
Pero hay un amor extremo —a diferencia el amor que sentimos la mayoría de las personas— y es el amor de Dios. De ese amor podremos ser imitadores, pero difícilmente podríamos igualarlo dado que incluye el sacrificio de Su único Hijo con tal de que nosotros recibiéramos la salvación.[1] Jesucristo se entregó como ofrenda en la cruz porque el amor es entrega.[2]
Los padres de familia amamos de una forma, los hijos lo hacen de otra. Los cónyuges se aman de otra forma y cada uno ama diferente según a quién vaya dirigido ese amor, pero amamos sin excepción y al amar entregamos algo de nosotros: los padres llevamos sustento al hogar, los hijos nos entregan buenas calificaciones, las parejas de casados entregan compromiso y fidelidad. Sin entrega no hay amor ya que amar no es tan solo decir “Te amo”, publicar estados en redes sociales o enviar tarjetas de felicitación. Aunque estas formas son válidas, el amor verdadero va más allá de las simples expresiones: está hecho de acciones más que de palabras.
El amor es sufrido y sufrir implica soportar, perdonar y no guardar rencor.[3] Jesús también nos motiva a amar a nuestros enemigos, a bendecir a quien nos maldice, a hacer el bien a quien nos aborrece y a orar por quien nos persigue.[4] Él sufrió la contradicción de ser menospreciado a pesar de ser el Mesías, autor y consumador de la fe; y Pablo nos motiva a considerar Su sufrimiento para que nuestro ánimo no decaiga.[5] Cuando somos empáticos y consideramos el sufrimiento de los demás, cobramos ánimo para fortalecernos y enfrentar el nuestro.
Y es que Jesús por amor también sufrió insultos,[6] blasfemias[7], traición[8] y hasta negación de quienes juraban estar con él.[9] Todo esto nos demuestra que Su amor extremo no solo le hizo padecer en la cruz del Calvario, sino desde mucho antes (de hecho, puede interpretarse Su sufrimiento aun desde el Antiguo Testamento[10]). Su caso es el ejemplo perfecto de que el amor no guarda rencor. Su amor le trajo sufrimiento, pero Su reacción fue mayor que la ofensa que recibió.
Te aseguro que si por amar has sufrido rechazos, ofensas o aflicción, Dios se encargará de entregarte el fruto de tu sufrimiento porque Él bendice a las personas que saben amar como Jesús nos ama.[11] Dale gracias a Dios por Su amor extremo y pídele que te enseñe a dar amor a los demás como el que Jesús nos dio.
[1] Juan 3:16: Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
[2] Efesios 3:1-2: Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados. Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante.
[3] 1 Corintios 13:4-8: El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará.
[4] Mateo 5:44: Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen.
[5] Hebreos 12:2-3: Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar.
[6] Juan 8:41: Vosotros hacéis las obras de vuestro padre. Entonces le dijeron: Nosotros no somos nacidos de fornicación; un padre tenemos, que es Dios.
[7] Mateo 12:24: Mas los fariseos, al oírlo, decían: Este no echa fuera los demonios sino por Beelzebú, príncipe de los demonios.
[8] Lucas 22:48: Entonces Jesús le dijo: Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del Hombre?
[9] Mateo 26:34-35: Jesús le dijo [a Pedro]: De cierto te digo que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces. Pedro le dijo: Aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré. Y todos los discípulos dijeron lo mismo.
[10] Isaías 53:3-11: Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca. Por cárcel y por juicio fue quitado; y su generación, ¿quién la contará? Porque fue cortado de la tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido. Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca. Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada. Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos.
[11] Juan 15:12: Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado.
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