08 de abril de 2025
Tiempo de lectura: 5 minutos
Estoy seguro de que el Espíritu Santo va a hacer que activemos nuestra fe para lo que Él quiere, haciendo milagros durante esta prédica. Los discípulos de Jesús deseaban saber: «¿Quién es el más importante en el reino de los cielos?»[1] Entonces, para nosotros la pregunta es: «¿Quién tiene mayor relevancia?» El reino de los cielos no puede revelarse a otros, si esa luz no crece en nuestra vida.
Lo que Cristo está diciendo es que, cuando ustedes maduren y crezcan, tienen que mantener las cualidades de niños, porque eso hace que los demás puedan ver el reino de los cielos. De otro lado, el apóstol Pablo señala que tenemos que buscar la madurez espiritual y crecer en el conocimiento de la Palabra de Dios.
Por consiguiente, es necesario crecer en el amor unos por otros y en la revelación de Cristo Jesús para no permanecer en la niñez espiritual. Pablo dice que maduremos como iglesia y tenemos que fundamentar nuestra fe y defenderla para evidenciar que Cristo Jesús es el Hijo de Dios que vino a dar su vida por nosotros.[2]
En consecuencia, se trata de mantener una fe maduramente infantil y saber cómo podemos crecer en madurez, pero teniendo cualidades de niños. Para eso se resaltan tres características en esta enseñanza de Mateo. Como lo expresó San Agustín de Hipona: “El camino hacia Dios es la humildad, el segundo paso es la humildad y el tercer paso es la humildad”. Que el Espíritu Santo nos enseñe a tener un corazón humilde y nos corrija cuando emprendemos un camino de orgullo. ¿Por qué? Porque el reino de los cielos premia esta humildad.
La fe del centurión romano es una fe que maravilló a Jesús y es una fe que nosotros podemos imitar hasta crecer y madurar en ese tipo de fe. Este hombre expresó su humildad admitiendo que no era digno, ni de recibir a Jesús en su casa.[3] Pero si hablaba la palabra de fe, su siervo sería sano. Esa es la fe con recompensa.
Eso es depender totalmente de la bondad de Dios, de Su Palabra, de la perfección de Cristo Jesús hasta ver un milagro en tu vida. Entonces que la humildad de los niños nos enseñe a tener una fe totalmente dependiente de Dios.[4]
Otra característica de los niños es su insistencia para pedir; algunas veces hasta son molestos, pero siguen pidiendo hasta tener una respuesta. Entonces, la molestia y la insistencia de esta viuda enseñan que la fe en la justicia se ve reflejada en ser insistente.[5] Jesús vio que no era suficiente y les pone otro ejemplo: orar una vez más y volver a orar.
Aunque parezca molesto e inoportuno, si se mantiene la fe de pedir, se puede alcanzar bendición de parte de los cielos. Dios es como esta persona que se levanta y le da todo lo que necesitan a sus hijos.[6]
Entonces, la confianza como la de los niños posibilita ver la manifestación del poder de Dios y el movimiento del Espíritu Santo.[7]
Es necesario madurar como iglesia buscando actuar con sinceridad y pureza. Hay que recuperar la capacidad de asombro infantil ante los milagros que Dios hace para admirar a Jesús. El adulto compara, analiza, cuestiona y hasta piensa que fueron otros factores, pero nosotros como niños vemos los detalles de la mano de Dios en acción, porque si puedes creer, al que cree todo le es posible.[8]
Los detalles eran un desastre, pero aquí viene un padre de familia diciendo, creo, ayúdeme en la incredulidad. Esta fue una declaración honesta y sincera, sin filtros de perfección.
Te puedes identificar con la persona que se asombra por humildad, con la persona que cuestiona el milagro o la persona que dice: «Ayúdenme, no quiero ser incrédulo», y puedes estar seguro de que Jesús se acercará y te ayudará. El ciego que recibió la vista no estaba interesado en cuestionar a sus antepasados por sus fallas; recibió la vista y glorificó a Dios, porque así la gloria de Dios se manifestará en ti.[9]
[1]Mateo 18:1-4 (RVR1960): En aquel tiempo los discípulos vinieron a Jesús, diciendo: ¿Quién es el mayor en el reino de los cielos? Y llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos, y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos.
[2]Hebreos 5:11-14 (RV1960): Acerca de esto tenemos mucho que decir, y difícil de explicar, por cuanto os habéis hecho tardos para oír. Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido. Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal.
[3]Mateo 8:5-10 (RV1960): Entrando Jesús en Capernaum, vino a él un centurión, rogándole, y diciendo: Señor, mi criado está postrado en casa, paralítico, gravemente atormentado. Y Jesús le dijo: Yo iré y le sanaré. Respondió el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará. Porque también yo soy hombre bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados; y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace. Al oírlo Jesús, se maravilló, y dijo a los que le seguían: De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe.
[4]Marcos 10:13-16 (RVR1960): Y le presentaban niños para que los tocase; y los discípulos reprendían a los que los presentaban. Viéndolo Jesús, se indignó, y les dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios. De cierto os digo, que el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él. Y tomándolos en los brazos, poniendo las manos sobre ellos, los bendecía.
[5]Lucas 18:1-8 (RV1960): También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar, diciendo: Había en una ciudad un juez, que ni temía a Dios, ni respetaba a hombre. Había también en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él, diciendo: Hazme justicia de mi adversario. Y él no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre, sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que viniendo de continuo, me agote la paciencia. Y dijo el Señor: Oíd lo que dijo el juez injusto. ¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles? Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?
[6]Lucas 11:5-8 (RV1960): Les dijo también: ¿Quién de vosotros que tenga un amigo, va a él a medianoche y le dice: Amigo, préstame tres panes, porque un amigo mío ha venido a mí de viaje, y no tengo qué ponerle delante; y aquél, respondiendo desde adentro, le dice: No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis niños están conmigo en cama; no puedo levantarme, y dártelos? Os digo, que aunque no se levante a dárselos por ser su amigo, sin embargo por su importunidad se levantará y le dará todo lo que necesite.
[7]Lucas 18:17 (RVR1960): De cierto os digo, que el que no recibe el reino de Dios como un niño, no entrará en él.
[8]Marcos 9:23-24 (RVR1960): Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible. E inmediatamente el padre del muchacho clamó y dijo: Creo; ayuda mi incredulidad.
[9]Juan 9:25 (RV1960): Entonces él respondió y dijo: Si es pecador, no lo sé; una cosa sé, que habiendo yo sido ciego, ahora veo.
Temas relacionados:
Humildad | Madurez espiritual | Milagros | Niños | Sinceridad
Los adultos y jóvenes de infancia limitada por carencias son los compradores de los juguetes que no tuvieron de niños y mantienen su tendencia de recuperar aquella ingenuidad infantil. Aprendamos de esta tendencia cómo podemos crecer en fe.
Repasa tres estudios de caso oportunos para que crezca tu fe hasta mover montañas, por amor a los hijos.
El dilema entre pedir para satisfacer un placer personal o pedir para satisfacer una necesidad de beneficio colectivo puede ser el camino a la sabiduría, la excelencia y la riqueza.