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El vehículo de la fe

04 de junio de 2016

Tiempo de lectura: 13 minutos

El Señor asegura que la fe que obra por el amor es lo que tiene más validez en nuestra vida[1]. En otras palabras, el amor lleva a la fe; sin amor, la fe se cae; amor y fe se relacionan íntimamente. Dios nos llama la atención hacia el amor porque es vital para hacer Su obra a través de la fe. Orar por enfermos sin amor sería vano, así como esforzarse por atender al prójimo. Dile: “Señor, mi fe caminará por amor”.

No hay amor ni poder humano que consiga las obras sobrenaturales que suceden solo por el amor y el poder de Dios, tal como los apóstoles comparten en el libro de Hechos[2]. Al final, solo somos vasos portadores de un contenido que es de Dios. El amor, el poder, la fe son de Dios y los recibimos para compartirlos con las personas. A veces es difícil, porque nunca faltan las dificultades, pero es necesario que perseveremos con gozo y paciencia,[3] ya que nuestro llamado es de servicio.

Si tenemos dones, debemos pedir amor a Dios para compartirlos, porque para eso nos los ha dado. ¿De qué sirve tener revelación si es para presumir que sabemos mucho?, ¿De qué sirve el conocimiento y la unción si solamente se usan para beneficio personal y ser reconocidos? El objetivo del talento que Dios te ha dado es amar y compartir, porque en ningún momento, la Palabra nos habla de egoísmo o individualismo. Cuando aprendes sobre el Evangelio y lo compartes, no busques satisfacer tu deseo de enseñar sino el deseo de las personas de aprender.

Estamos bendecidos para provecho de alguien más. De nada sirve tener dones sin espíritu de servicio. El Espíritu Santo regala los dones con Él quiere. Unos reciben sabiduría, otros reciben ciencia, fe, don de sanidad, profecía, discernimiento de espíritus; hay quienes hablan en lenguas y las interpretan[4]. Puedes anhelar y desarrollarte en otros dones, pero te dio alguno en particular porque Él confía que fluirá a través de ti, por amor. Si te dio el don de cantar, hazlo; si te dio el don de servir, hazlo con gozo y tus logros serán enormes. El Espíritu Santo nos da Sus dones para beneficio de todos, porque la persona que es buena administradora bendice su casa y también puede ayudar a quienes necesitan salir del caos en el que viven. Lo cierto es que todos tenemos dones y podemos desarrollarlos para complementarnos y trabajar unidos[5], con amor, porque la Palabra es clara al asegurar que nada somos si amor[6].

De nada sirven tener fe para lograr proezas sin amor, de nada sirve profetizar o tener mucho conocimiento si amor. El Descartes dijo: “Pienso, luego existo”, pero nuestro Señor no mueve a que aseguremos: “Amo, luego existo”. No soy nada sin amor, no sirvo sin amor. El amor no es un sentimiento, ni palabras, es acción y compromiso. Jesús no andaba diciendo te amo, pero enseñaba con amor, cuidaba y sanaba por amor, ¡fue a la cruz y amó! Vino a romper el paradigma de creer que cumplir con la ley era suficiente para decir que amamos y honramos a Dios. El amor debe decirse, pero también demostrarse.

El amor es tan esencial que podríamos afirmar que  no amar es como estar muerto. Si no amamos a nuestros hermanos, no somos una iglesia sino un cementerio. ¡Todo el que aborrece a su hermano es homicida![7] Si no amamos, permanecemos en muerte, no hemos nacido a la verdadera vida, somos como zombies.

Dios es amor, y nos manda a realizar prácticas de amor, hasta ser amor, como Él, porque se encuentra en nuestro ADN, ya que somos Sus hijos[8]. Es como ejercitarnos en el gimnasio. Cuando llegamos al nivel de amar a los enemigos, es como si ya hubiéramos hecho tres series de treinta repeticiones de abdominales. Es difícil, pero así debe ser. Talvez lo que sientes no es agradable, pero estás amando, porque amar es más que sentir algo bonito, es compromiso. Recordemos que las emociones negativas solo se pueden cambiar con acciones positivas. Solamente de esa forma crecemos en amor. El Señor nos pide que practiquemos acciones de amor hasta que seamos amor como Él.

Sabemos que amar es un riesgo. Dios tomó el riesgo de amarnos y muchas veces le pagamos mal, pero Él no deja de amarnos. Nos bendice y muchas veces nos alejamos, pero como buen Padre, prefiere verte lejos y bien, que cerca y derrotado. La cuestión es que al final, siempre volvemos, porque solo a Su lado logramos la plenitud en la vida. Vale la pena arriesgarnos por amor, porque no podemos permitir que la maldad y la indiferencia enfríen el amor[9]. El amor está en riesgo de enfriarse y languidecer. Aprendamos a superar la jactancia, la envidia, el egoísmo y el rencor que pueden acabar con el amor.

En 1 Corintios 13:4-13 encontramos una impresionante descripción del amor[10]. Si alguna vez tienes duda de qué significa amar, allí puedes encontrarlo. Y como Dios es amor, perfectamente podemos poner Su nombre donde va la palabra amor en esa cita bíblica y descubriremos una descripción del Señor: “Dios es sufrido, es benigno, no tiene envidia, Dios no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, más se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. Dios nunca deja de ser.” ¡Así es nuestro Padre celestial! Por lo tanto, debemos ser de la misma forma, porque somos Sus hijos. No te compliques, es sencillo, un discípulo de Jesús es quien ama[11].

Jesús dijo que nos daba ese nuevo mandamiento, amarnos unos a otros, y que ese es el segundo mandamiento, porque el primero es amar a Dios. Es decir que a a partir de ese momento, ya no son diez sino once los mandamientos, aunque el segundo resume todos los demás. Siempre recordemos que amar a Dios no es solamente celebrar un culto, sino obedecer Sus mandamientos y amar. Testifica del amor de Dios, del amor que has dado y recibido de tus hermanos en la fe. ¡Que todos sepan que Dios es amor y que vive entre nosotros!


[1] Gálatas 5:6 dice: Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe que obra por el amor.

[2] Hechos 3:11 Y teniendo asidos a Pedro y a Juan el cojo que había sido sanado, todo el pueblo, atónito, concurrió a ellos al pórtico que se llama de Salomón.

Hechos 3:16 Y por la fe en su nombre, a éste, que vosotros veis y conocéis, le ha confirmado su nombre; y la fe que es por él ha dado a éste esta completa sanidad en presencia de todos vosotros.

[3] Romanos 5:3-4: Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; para que actuemos como debe ser enfrentemos con buena actitud las tribulaciones, porque producen paciencia y esperanza.

[4] 1 Corintios 12:7-11: Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho. Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu. A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas. Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere.

[5] 1 Corintios 12:28-31: Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas. ¿Son todos apóstoles? ¿son todos profetas? ¿todos maestros? ¿hacen todos milagros? ¿Tienen todos dones de sanidad? ¿hablan todos lenguas? ¿interpretan todos? Procurad, pues, los dones mejores. Mas yo os muestro un camino aun más excelente.

[6] 1 Corintios 13:1-2: Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy.

[7] 1 Juan 3:14-18: Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en muerte. Todo aquel que aborrece a su hermano es homicida; y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él. En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos. Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él? Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad.

[8] Juan 17:20-21: Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.

[9] Mateo 24:12: Y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará.

[10] 1 Corintios 13:4-13: El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará. Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño. Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido. Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.

[11] Juan 13:34-35: Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.

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