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Vida en abundancia (II)

Vida en abundancia (II)

25 de abril de 2023

Tiempo de lectura: 4 minutos

A veces, cuando los cristianos pensamos en “el ladrón” nos imaginamos a Satanás, pero él no es el único ladrón en la Tierra. La Biblia también se refiere a las personas que enseñaron antes de Jesús.[1] Tenemos muchas prácticas que no son compatibles con la vida abundante: sembramos malas semillas y recogemos malas cosechas, por ello la medida que usamos es equivalente a la medida que se usará con nosotros.[2] No se puede tener una vida abundante si no perdonamos, porque una vida fructífera se nota en la entrega hacia los demás.

Un tacaño es un tipo de persona al que le cuesta dar, pero el avaro es tacaño hasta con él mismo, tal como los dos hermanos que ante Jesús peleaban por una herencia.[3] En ese sentido, yo me pasé de ahorrativo y me volví aprensivo. Por eso cuando busqué la unción, el Señor trató conmigo y me dijo que mi problema era la fe; porque si era tan aprensivo con la abundancia económica, no podía ver Su gloria. Si la avaricia está en nosotros, nuestra vida no es abundante porque una vida abundante es generosa.

El trabajo es el medio por el cual Dios nos da los regalos para disfrutarlos. Ahora bien, todo conforme a lo que nos toca, pues hay quienes no disfrutan la abundancia. Reconozcamos los frutos de nuestro trabajo para gozarlos.[4] Aprendamos a vivir esa vida fructífera. La abundancia de bienes no significa necesariamente abundancia de vida, pero la escasez material tampoco. Uno primero debe tener una vida abundante para disfrutar la abundancia de Dios y también ser agradecido en medio de la escasez.[5]

Estar contento no es algo que nace, sino que se aprende.[6] No podemos tener solo una vida, morir y no haber aprendido a vivir. Las Escrituras nos enseñan a vivir tanto en la escasez como en la abundancia.[7] Luego hay pruebas que sabemos que lo son pero que no debemos temer porque nos ponen alerta y las superamos —como por ejemplo, la prueba de la escasez o la prueba de la quiebra—; sin embargo, la prueba de la abundancia es más peligrosa porque en la abundancia no se siente como una prueba. La clave está en creer que todo lo podemos en Cristo que nos fortalece porque Él nos vino a dar una vida y una vida en abundancia de Su gracia.[8]

Aquello que damos a otros revela nuestro corazón: mi dádiva habla de mi corazón. El dador alegre está lleno de vida abundante porque siembra buenas obras.[9] Por otro lado, cuando se estableció la ley de Moisés el pecado abundó. Recordemos que el pecado no mata la gracia, pero la gracia sí mata el pacado.[10] Si tenemos una vida en abundancia es porque somos salvos gracias a la fe, no por las obras.[11] Para una vida abundante debe sobreabundar la gracia en nosotros.

Como humanos cometemos errores y nos oprime esa equivocación, por lo que la vida abundante pierde su locomoción. Es decir, nos enfriamos porque ocurrió algo que solo lo puede resolver la sobreabundante gracia de Dios. Como cristianos nos exigimos tanto los unos a los otros que poco a poco nos hundimos mutuamente en vez de apoyarnos. Reconozcamos que somos débiles porque todos necesitamos la sobreabundante gracia de Dios para seguir adelante. La locomoción de la vida se puede detener, pero reconocerlo es el primer paso. El Señor nos bendice con la sobreabundancia de Su gracia y con Su Iglesia, un lugar tanto para necesitados como para agradecidos.


[1] Juan 10:8-10: Todos los que vinieron antes de Mí son ladrones y salteadores, pero las ovejas no les hicieron caso. Yo soy la puerta; si alguno entra por Mí, será salvo; y entrará y saldrá y hallará pasto. El ladrón solo viene para robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.

[2] Lucas 6:37-38: No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados. Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir.

[3] Lucas 12:13-15: Le dijo uno de la multitud: Maestro, di a mi hermano que parta conmigo la herencia. Mas él le dijo: Hombre, ¿quién me ha puesto sobre vosotros como juez o partidor? Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee. 

[4] Eclesiastés 5:18-19: He aquí, pues, el bien que yo he visto: que lo bueno es comer y beber, y gozar uno del bien de todo su trabajo con que se fatiga debajo del sol, todos los días de su vida que Dios le ha dado; porque esta es su parte. Asimismo, a todo hombre a quien Dios da riquezas y bienes, y le da también facultad para que coma de ellas, y tome su parte, y goce de su trabajo, esto es don de Dios.

[5] Filipenses 4:10: En gran manera me gocé en el Señor de que ya al fin habéis revivido vuestro cuidado de mí; de lo cual también estabais solícitos, pero os faltaba la oportunidad. 

[6] Filipenses 4:11: No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación.

[7] Filipenses 4:12: Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. 

[8] Filipenses 4:13: Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.

[9] 2 Corintios 9:6-8: Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará. Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre. Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra.

[10] Romanos 5:19-21: Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos. Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase; mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia; para que así como el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro.

[11] Efesios 2:8-9: Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.

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