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Vive para que te extrañen

29 de noviembre de 2013

Tiempo de lectura: 5 minutos

 
En la Palabra leemos que debemos tener humildad porque la vida es como neblina que aparece y desaparece, y la muerte puede sorprendernos en cualquier momento. Sabemos que morir es uno de los misterios más grandes1. Sin embargo, todos tenemos dos cosas en común: moriremos y no nos llevaremos nada. Es bueno recordarlo porque a veces vivimos como si nunca moriremos y como si nos llevaremos todo porque buscamos atesorar en vez de compartir y disfrutar de lo poco o mucho que tenemos. Así que vale la pena tener presente que la vida terrenal es pasajera, por lo que debemos estar listos para dejarla en cualquier momento. Hay que adornar con flores los corazones, no los panteones.
Sabemos que hay un tiempo para todo en la vida. La Palabra lo dice claramente. Cuando nace un bebé hay regalos y felicidad, es un tiempo hermoso, pero también tendremos que hacer tiempo para morir y Dios nos conceda que lleguemos a ese momento lo mejor posible2. El Señor dijo que nos prepararía morada en el cielo, así que Él nos está esperando. Cuando el mártir Esteban fue apedreado, se abrieron los cielos y Jesús no estaba sentado en Su trono, sino de pie para recibirlo con los honores que sabe darle a quien le sirvió y le honró. Claro que todas las personas que lo han aceptado serán recibidas, pero Él tiene galardones especiales para quien lo sirvió. Jesús nunca dejó de servir, incluso ante la persecución y la muerte, ¿por qué dejarías de servir por alguna pequeña incomodidad? ¿Acaso te cambias de trabajo porque te exigen demasiado? No seas tan delicado, no dejes tu grupo porque alguien te hizo una mala cara. A pesar de todo hay que servir al Señor para que nos reciba de pie en el cielo.
Frente a la muerte nos cuestionamos ¿por qué sucede esto? Pero lo cierto es que la muerte alcanza a todos. El rey Salomón nos dice que es vanidad lo que atesoramos como la sabiduría y la riqueza, porque no sabemos qué sucederá con todo eso luego de morir. La muerte es dolorosa porque la vida continúa para los que quedamos, por más que guardemos luto, es inevitable seguir adelante. Si tienes a Jesús en tu corazón, morir es una celebración3.
Así que el consejo es que ante la muerte y la incertidumbre de lo que sucederá después, frente a las situaciones que parecen injustas, hay que confiar en el Señor4. Debemos vivir felices porque lo demás es vanidad, es decir, injusticia. Dios nos dejó una vida eterna para disfrutarla allá, pero esta hay que apreciarla acá. Sé generoso, obsequia a tus seres queridos. Sería vanidad no gozar de la risa de tus hijos y de tu esposa. Lo más hermoso es pasar tiempo con la gente que amas. Lo importante no es cuánto vivimos sino cómo vivimos, por supuesto que en santidad y esforzándonos por ser correctos. Vive de acuerdo a los principios bíblicos de disfrutar cada momento. ¡Ve y hazlo! Salomón dijo que escogió la alegría. Vive para que te extrañen, no solo para que te recuerden. Incluso se recuerda a Hitler, pero nadie lo extraña. Hay algunos a quienes nadie extraña, siempre criticando, señalando y nunca alabando, todo el tiempo corrigiendo, no felicitando. Evita esa actitud amargada, dedícate a provocar una sonrisa en el rostro de las personas que te rodean.
Si sabemos que somos justos y vivimos una situación dolorosa, hay que aceptarla, no le busquemos explicación. Así decía Salomón, hay cosas que no deberían suceder, pero suceden, simplemente sigue adelante. Seguramente es doloroso y triste, pero no podemos detenernos a cuestionar, solamente alaba al Señor y continúa. La muerte es parte de la vida y debemos aceptarla con esperanza5.
En mi familia hemos enfrentado dolorosas pérdidas. Un hermano de Sonia murió en un accidente de aviación. Sin embargo, a partir de su muerte, toda su familia conoció al Señor y tiempo después, ella y yo nos conocimos en la iglesia. Así que se cumplió el verso de Romanos 8:28  que dice que todo ayuda a bien a los que aman al Señor. Cuando mi prima falleció, su hija Andreíta vino a vivir con nosotros, ahora es otra hija para Sonia y para mi, su vida nos llena de alegría, pero la situación se dio a partir de una dolorosa experiencia de muerte. A pesar de todo, por amor a los demás hay que vivir lo mejor que podamos. Dile al Señor: “El día que muera iré contigo, mientras tanto, viviré con amor y alegría”.
Si perdiste a un ser querido y estás triste, vive tu proceso, llora lo que sea necesario porque llegará el día que dejarás de hacerlo ya que Dios puso en nosotros ese espíritu de sobrevivencia y de superación del dolor. Que no te confundan los momentos difíciles, no pienses que los justos no deben sufrir porque en la Palabra dice que hay personas buenas que enfrentarán situaciones como si fueran impía y viceversa. Mejor acepta lo que venga con fe y pide fortaleza al Señor en todo momento, porque mayores galardones hay para quienes confían en Él y le sirven con alegría todos los días de su vida. Declárate fortalecido por Su amor, acepta Su consuelo y alábale siempre.
Versículos de referencia
1 Santiago 4:13-15 dice: ¡Vamos ahora! los que decís: Hoy y mañana iremos a tal ciudad, y estaremos allá un año, y traficaremos, y ganaremos; cuando no sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece. En lugar de lo cual deberíais decir: Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello.
2 Eclesiastés 3:1-8 comparte:  Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado; tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar; tiempo de llorar, y tiempo de reír; tiempo de endechar, y tiempo de bailar; tiempo de esparcir piedras, y tiempo de juntar piedras; tiempo de abrazar, y tiempo de abstenerse de abrazar; tiempo de buscar, y tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo de desechar; tiempo de romper, y tiempo de coser; tiempo de callar, y tiempo de hablar; tiempo de amar, y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra, y tiempo de paz.
3 Eclesiastés 3:19-22 enseña: Porque lo que sucede a los hijos de los hombres, y lo que sucede a las bestias, un mismo suceso es: como mueren los unos, así mueren los otros, y una misma respiración tienen todos; ni tiene más el hombre que la bestia; porque todo es vanidad. Todo va a un mismo lugar; todo es hecho del polvo, y todo volverá al mismo polvo. ¿Quién sabe que el espíritu de los hijos de los hombres sube arriba, y que el espíritu del animal desciende abajo a la tierra? Así, pues, he visto que no hay cosa mejor para el hombre que alegrarse en su trabajo, porque esta es su parte; porque ¿quién lo llevará para que vea lo que ha de ser después de él?
4 Eclesiastés 8:14 dice: Hay vanidad que se hace sobre la tierra: que hay justos a quienes sucede como si hicieran obras de impíos, y hay impíos a quienes acontece como si hicieran obras de justos. Digo que esto también es vanidad. Por tanto, alabé yo la alegría; que no tiene el hombre bien debajo del sol, sino que coma y beba y se alegre; y que esto le quede de su trabajo los días de su vida que Dios le concede debajo del sol.
5 1 Tesalonicenses 4:13-14 explica: Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él.
 

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