24 de abril de 2010
Tiempo de lectura: 9 minutos
Apocalipsis 2:2-5 nos advierte: Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos; y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado arduamente por amor de mi nombre, y no has desmayado. Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido.
En la iglesia y en el mundo hay que trabajar arduamente, con esfuerzo y sobre todo, con paciencia hacia nuestros hijos, cónyuges, hermanos y jefes. Todo debemos hacerlo por amor al Señor. Pareciera que en esta Escritura, el Señor se dirige a quienes cumplieron con el mandato que Josué recibió: “esfuérzate y sé valiente, no temas ni desmayes porque mi Dios estará contigo en todo lo que emprendas y serás prosperado”. Pero luego de decir todo lo bueno, viene la advertencia. Así es el Espíritu Santo que primero dice lo positivo y después lo negativo. Es una excelente idea imitarlo y aprender a corregir exaltando primero las virtudes antes de criticar los defectos. A uno de mis hijos le costó un poco más aprender en el colegio y se afligía por las malas notas. Cuando sacaba números rojos que significaban una materia reprobada, yo le decía que primero viera todas las materias ganadas que tenía una nota en azul. Eso significaba que los números rojos pronto se convertirían en azules. Ahora que está en la universidad se acercó para contarme que sacó 105 en matemática porque hizo hasta los trabajos extra. Aprendió con una buena motivación.
Cuando esta Palabra habla del caído, no se refiere a un pecador o adúltero sino a quienes sirven a Dios pero con la actitud incorrecta. Dios está hablando de líderes, pastores y cabezas de grupo que han perdido la pasión del primer amor en el servicio. La actitud es importante. No es suficiente que te esfuerces por llevar lo necesario a tu hogar si no lo haces con el mismo amor que sentían al inicio. Debes pagar la universidad de tus hijos con el entusiasmo con el que les pagaste el kínder, cuando los dejabas con su lonchera en las puertas del colegio. Nunca pierdas la pasión y buena actitud de las primeras obras. El Señor no solo quiere nuestro trabajo, también desea que todo lo hagas con la actitud correcta, con ese mismo amor del inicio. Nuestras oraciones deben ser tan intensas y con la emoción del principio aunque más maduras, no sea que digan: “mira de dónde has caído”.
La actitud con la que ves a las ovejas en el grupo debe ser la misma con la que te graduaste de la academia y vista a las primeras congregadas. No debe ser con desgano, esperando que Dios se lleve a las ovejitas difíciles. Renueva tus fuerzas para trabajar por amor a Dios y a tus semejantes. Lo importante de vivir un momento difícil es superarlo, así como atravesar el desierto debe motivarnos a no vivir en allí. Lo valioso de descubrir que bajamos la guardia es renovar nuestra actitud y tomar nuevo impulso para tener la motivación que el Espíritu Santo quiere.
Yo no dejo de sorprenderme con los milagros que el Señor obra en cada Cruzada de sanación. En cada una me alegro, salto y brinco de felicidad porque siento la emoción de la primera vez y Su gracia es nueva cada día. Mi esposa es testigo de que me pregunto con qué milagro me sorprenderá y estoy a la expectativa para que me asombre cada vez más. Es necesario que recuperemos y renovemos nuestro primer amor en todo lo que hacemos en la iglesia, en el trabajo y en nuestro hogar. Hace unas noches, abracé a mi esposa y le dije: “después de 24 años, jamás me he aburrido de ti”. Después de tanto tiempo juntos, buscamos momentos para estar a solas. Pido a nuestros hijos que se “zafen” y nos dejen disfrutar de nuestra intimidad .
Conocemos esa escritura que dice que si una persona no corrige su vida, aunque sea liberada de un demonio, siete peores pueden entrar en ella. Por eso es tan importante el seguimiento a un convertido y es necesario estar pendiente de él, amarlo, buscarlo e interesarse por su vida para que realmente cambie. Ser libre significa adquirir un compromiso. Este principio funciona de la misma forma en positivo. Una virtud puede volverse siete veces más poderosa si renuevas tu motivación y haces lo correcto delante de Dios. Si recobras el amor que estabas perdiendo por tu hogar, ahora lo amarás siete veces con más fuerzas. Tu entusiasmo para trabajar se multiplicará siete veces cuando logres recuperarlo.
Entrega que da satisfacción
Pablo dice en 2 Corintios 12: 15: Y yo con el mayor placer gastaré lo mío, y aun yo mismo me gastaré del todo por amor de vuestras almas, aunque amándoos más, sea amado menos.
La versión de la Biblia al Día dice: Para mí es un placer gastarme por entero y dar todo lo que tengo por el bien espiritual de ustedes.
Parece ser que el apóstol Pablo perdió su buena actitud en algún momento, pero se convierte en la mejor cuando la recupera. En este pasaje nos habla de gastar todo por hacer el bien. Recordemos que Gálatas nos dice que no debemos cansarnos de hacer el bien y lograrlo cuesta dinero. Bendecir a la gente con los programas de televisión y las Noches de Gloria cuesta plata. Construir un templo cómodo con aire acondicionado y buenas instalaciones también es costoso. Pablo decía que estaba dispuesto a gastarse todo, incluso él mismo. Es decir que hay dos tipos de gasto, el material y el humano que se traduce en esfuerzo y motivación.
Tener una familia bendecida que come tres veces al día y puede enviar a sus hijos a estudiar cuesta dinero. Por ello, motivamos a las personas a prosperar, porque no podemos sentirnos bendecidos sin no tenemos recursos para salir adelante. Cuando llevas a tus hijos al médico no pagas con coros y cánticos sino con dinero. Pablo dice hay que gastarlo todo por lograr el bien espiritual porque el dinero es para bendecir.
Esta diferencia entre lo material y el esfuerzo humano se lee en dos de sus frases. La primera que es “gastaré lo mío” en el original griego es “dapanao” y significa: costo, precio, compras, lo que se gasta y paga, dinero. En el sentido negativo es: desperdiciar o consumir.
La segunda que es “me gastaré del todo” en el original griego es “ecdapanao”. Nota que en la primera habla del gasto al comprar algo y en la segunda habla de su desgaste como persona por amor a otros. Estaba dispuesto a hacer un dapanao de sus recursos económicos y también un ecdapanao de su persona.
Comprar unos zapatos es dapanao pero cuando los usas haces un ecdapanao, es decir que los desgastas. En casa no quieren solamente un dapanao, un cheque para los gastos que se obtiene con ecdapanao porque te desgastas trabajando. Debemos cuidar ese ecdapanao al que nos enfrentamos y no permitir que cambie nuestra buena actitud y motivación, por el contrario, debe fortalecernos para ofrecerlo con amor.
Muchos pasamos por esto. La esposa recibe dinero y va al supermercado, hace el dapanao pero sirve a su familia de mala gana, regañando al ofrecer el cereal que compró. En este caso, permite que el ecdapanao se convierta en una mala actitud que afecta a los suyos. Pero si toma ese desgaste y lo convierte en una actitud de entrega y servicio, todo cambia y se beneficia la familia. Cambia el desgaste porque así cambiarás la actitud del gasto.
Cuando dejamos que el desgaste no afecte negativamente, nos sentimos mal hasta con nosotros mismos. Somos insoportables y quisiéramos autoabandonarnos, irnos sin nosotros, pero es imposible porque cargaremos con nuestro ser toda la vida. Pablo pasó por momentos similares y decidió cambiar. Su nueva actitud fue sufrir con gusto y placer el ecdapanao para bien de otros. El desgaste es inevitable, así que hagámoslo renovando nuestro gran placer de servir a nuestro Dios y a nuestros hermanos.
La promesa de reposo y descanso
Jesús en Mateo 11: 28 nos asegura: Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.
El Señor nos hará descansar y entonces podremos desgastaremos con mayor placer. Todos nos desgastamos pero debemos aprender a hacerlo con la actitud correcta, sin molestia y con placer. Por eso Pablo llegó a decir con una actitud correcta: “para mí el vivir es Cristo y el morir es ganancia”. Sin importar lo difícil de tu jornada diaria, deberías llegara tu casa y con una sonrisa llevar a comer a tu familia, diciéndoles que tal vez has sufrido el peor día pero tienes un gran placer en servir y disfrutar con ellos.
Profundicemos un poco en el significado de las palabras que Jesús utilizó. “Trabajado” en el original griego quiere decir “fatigado, exhausto, sofocado, agotado por una paliza”. Justo así nos sentimos a veces, apaleados y cansados. “Trabajado” también se usa cuando alguien está nervios, tenso o agitado y siente una presión en el pecho que no le deja respirar.
“Cargado” en inglés se dice “load” que significa “algo lleno al extremo, que no le cabe nada más porque lo que contiene tensa el recipiente”. El bolso de una mujer es un buen ejemplo de algo cargado que se llena hasta el extremo y se tensiona. Cierta noche ofrecí llevarle el bolso a mi esposa hasta nuestra habitación y al tomarlo me di cuenta que pesaba muchísimo. Cuando lo abrí ¡encontré hasta los zapatos de spinning! Eso es el colmo, así que pensé que sería buena idea presentárselo al Señor para que también lo liberara como nos lo prometió. Al sentirnos como un bolso cargado hasta reventar, decimos que estamos hartos, es decir, llenos. Ésta no es una mala palabra, Jesús también la utilizó cuando le dijo a la gente que comió de los panes y peces multiplicados: “ustedes me siguen porque os habéis hartado”. En estos casos, el Señor nos ofrece descanso.
En el verso 29, Jesús continúa prometiendo: Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas.
El descanso que ofrece es para el alma donde están los pensamientos, la voluntad y los sentimientos que se desgastan. Amar, tener paciencia y hacer el bien es agotador, pero Dios pide que no desmayemos porque segaremos en el momento justo y la cosecha está por venir. Continúa trabajando tan bien como lo haces, pero cambia de actitud y entrégate con placer para que todo mejore.
Aprender de Jesús que nos enseña a ser mansos y humildes. No busques otros maestros y cuida de tus relaciones. Si quieres tener reposo en tu alma, busca a la gente que tiene buena actitud y tiene paz en su corazón. No te acerques a quienes se quejan y tienen una actitud negativa porque tarde o temprano te contaminarás y los imitarás. Las malas compañías son como las malas conversaciones que corrompen las buenas costumbres. Aprende del Señor y procura rodearte de gente positiva que a pesar de los problemas trabaja duro para que todo salga bien. No seas el contaminador y tampoco el que se contamina. No critiques a otros y no escuches críticas porque esas mismas personas sin duda también hablarán mal de ti. Corrige tu corazón y tu vida.
Cuando me convertí y leí por primera vez esta Escritura, le pedí al Señor que me ayudara a comprender qué significaba ser manso. Entonces, me dijo que yo era un buen ejemplo de poca mansedumbre porque era como un caballo salvaje que corre libre pero no sirve porque no se deja montar. Es bonito ver a los caballos salvajes corriendo libres por las praderas pero realmente no sirven de nada ni a nadie. Debes ser manso y dejarte montar para aprender. Solamente así llegarás a ser un caballo domado que sirva y dejarás de ser uno salvaje que corcovea con rebeldía.
Es difícil porque requiere humildad y es indispensable lograrlo para alcanzar la felicidad y el descanso del alma.
El Señor nos pide que llevemos Su yugo, tal como lo hace un buey al que se le enseña a arar. A los bueyes más jóvenes los acompañan de otros más viejos y sabios que les enseñan a tomar el camino correcto y no desviarse. Esta comparación sirve para entender que no podemos aprender de Jesús si no estamos dispuestos a ponernos Su yugo para soportar la misma carga y trabajar. Es mentira que puedas aprender de Él sin el compromiso de servir a Dios y Su iglesia. El que no sirve al Señor y solo quiere aprender biblia, no tiene yugo encima. Me encanta el trabajo de los grupos en casa porque los líderes van de dos en dos y aprende entre ellos, logrando solucionar los conflictos y trabajando juntos.
Si Jesús dijo “hallaréis paz” es porque la hemos buscado. La palabra “hallar” en el original significa “dar con algo, descubrirlo, encontrar algo que se buscaba, recuperar algo que antes se tuvo, llegar o regresar a un lugar”. Esto es muy revelador porque significa que debemos volver a nuestro lugar junto a Dios, reencontrando la actitud correcta para servirle sin quitarnos el yugo. Jesús y los cristianos nos comparamos con aquellos animales de trabajo y carga que están dispuestos a sacrificarse con humildad.
Aprender significa adquirir conocimiento, sabiduría, además de adquirir habilidad con la práctica, intentando hasta lograr el objetivo. Disfrutar de la paz de Cristo no se logra en un día o en un año, pero se alcanza si continuamos con el yugo y aprendemos a llevar la carga con alegría. Soportar la carga es inevitable, así que lo mejor es aprender a hacerlo con la mejor actitud. El Señor quiere darte descanso y para lograrlo debes demostrarle que compartes Su yugo. Desahógate y pídele axilio. Llora si necesitas hacerlo, porque expresar nuestros sentimientos ayuda a manejarlos. Bendice Su nombre ya que Sus fuerza nos renuevan cada día. Busca cambiar tu actitud para poder llevar la carga, haz todo con ese primer amor y compromiso que te da nuevo impulso y motivación. Dale gracias porque Él da descanso a tus emociones y a tu alma.
Temas relacionados:
Bendiciones | Fe | Promesas de Dios | Relación con Dios
La memoria humana funciona estrechamente relacionada con recuerdos de mayor impacto emocional como la ira, el miedo, la paz, el gozo o la tristeza, entre otras. ¿Es posible seleccionar solo los buenos recuerdos en la vida? ¿Cómo funciona la memoria de Dios?
La libertad que da el Espíritu Santo con Su presencia te permite decidir, expresarte y vivir relacionado con tu Padre eterno por medio de la adoración y eso genera seguridad, confianza, energía espiritual y bendiciones milagrosas.
El exterior de las personas puede provocar una opinión errónea, pero un verdadero adorador sabe que Dios ve su corazón, aunque la gente vea tan solo su apariencia, porque las apariencias engañan.