07 de diciembre de 2021
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En toda la Biblia, desde el Génesis hasta el Apocalipsis, el Señor se manifiesta de diferentes formas. En el Antiguo Testamento, por ejemplo, vemos que se presentó a Moisés en forma de fuego sobre una zarza que no se consumía.[1] Pero lo que tienen en común todas las manifestaciones de Dios es que provocan que las personas se movilicen.
Hay muchas bendiciones que Dios nos dará solo cuando nos pongamos manos a la ogra. Él quiere provocar eso con manifestarse. Moisés recibió instrucciones de Dios[2] solo hasta que se movió y del mismo modo nada ocurrirá en nuestra vida mientras no hagamos lo mismo. Si de algo podemos estar seguros es que Dios no se moverá si no tomamos la decisión de movernos primero.
Una de las razones por las que cada vez vemos menos luciérnagas es porque su luz se pierde en medio de la luz artificial. Como cristianos, nuestra luz debe brillar más fuerte que la luz artificial del mundo que nos quiere absorber. Debe alumbrar de tal manera que provoque que otros quieran alcanzar su máximo potencial en la vida. Por eso no permitas que tu luz sea opacada por la luz artificial del mundo.
Moisés era como una luciérnaga apagada. Su luz no podía alumbrar de esperanza al pueblo de Israel mientras no tomara la decisión de moverse. Del mismo modo, puedes estar seguro de que muchas personas no conocerán a Dios mientras tú no te muevas. Son muchas los planes del Señor que dependen de tu llamado. Él no ha invertido tanto tiempo, recursos y bendiciones en prosperarte para que te quedes estático donde estás ahora, sino para que seas luz para otras personas. Al final no se trata de la zarza, sino de lo que Dios quiere decir a través de ti.
La zarza ardiente está ahí solo para llamar tu atención, pero el mensaje es lo importante. La zarza puede ejemplificar a tu iglesia, a tu grupo de amistad, a un congreso al que quieres asistir o incluso a tu pastor favorito, pero el mensaje solo es de Dios. Por eso no podemos rendirle culto a la zarza: si no escuchas lo que Dios te quiere decir y tomas acción, de nada sirve que la zarza arda frente a tus ojos. Estamos tan enfocados en lo extraordinario que olvidamos que esto solo corresponde a momentos pequeños de nuestra vida. El mundo real la mayoría del tiempo es ordinario y quien provoca lo extraordinario es Dios.
Para tomar acción debes redefinir quién eres tú y verte capaz de hacer grandes cosas; también debes redefinir quién es el Dios que todo lo puede; y por último, debes redefinir la forma en que ves todo lo que sucede a tu alrededor y no ver como una desgracia algo que también podría ser una oportunidad. El Éxodo narra que Dios envió plagas a Egipto, pero estas no tocaron a Su pueblo. Por lo tanto, para los israelitas estas plagas en vez de ser maldición fueron una maravilla de parte de Dios,[3] pues los acercaba cada vez más a su liberación.
Aprende a ver y reaccionar ante las manifestaciones de Dios en tu vida. Sé la luz que motive a muchas personas a ser mejores en lo que hacen y esa inspiración que les ayude a salir adelante. Recuerda que Dios nunca te sacó del hoyo para que te quedes de brazos cruzados.
[1] Éxodo 3:1-6: Apacentando Moisés las ovejas de Jetro su suegro, sacerdote de Madián, llevó las ovejas a través del desierto, y llegó hasta Horeb, monte de Dios. Y se le apareció el Ángel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza; y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía. Entonces Moisés dijo: Iré yo ahora y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no se quema. Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es. Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios.
[2] Éxodo 3:7: Dijo luego Jehová: Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias.
[3] Éxodo 3:20: Pero yo extenderé mi mano, y heriré a Egipto con todas mis maravillas que haré en él, y entonces os dejará ir.
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